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Oración (a José Antonio Blanco)
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LA OPINIÓN DE ROMÁN DURÁN

Oración (a José Antonio Blanco)

Actualizado 11/05/2022 15:44

Ser español es algo que no permite ciertas actitudes que la conciencia nacional y la historia recusan y abominan

Padre Nuestro que estás en Los Cielos, que ves a gran parte de nuestra juventud encarrilarse dócil y bovina en unas estructuras sociales que en el fondo del alma le dan asco; que contemplas como eligen carrera sin vocación, por meras conveniencias económicas, por presiones de quienes deberían mostrarle horizontes nuevos, en lugar de actitudes conservadores derechoides y burguesas; que oyes las voces que claman en el desierto, pidiendo una Patria sin retórica, sin beatería política, en la que no pueden vivir los desheredados, pidiendo una revolución que vincule a todos los hombres y las clases de España; que contemplas cómo parte de nuestros mayores, de quienes la juventud recibió el altivo gesto de la caballerosidad y de la hombría, de quienes grabaron en sus mentes amor a España y espíritu de sacrificio, han quedado convertidos en lenguas sin manos, aferrados a un cargo y a una nómina que les mató su virilidad y les compró su espíritu con treinta monedas.

Y esto ha originado una juventud que si no puede creer en la gente de zafia cultura y conciencia crematística, sorda para toda voz de contenido ético, que sólo exterioriza ansias de enriquecerse como sea, tampoco puede creer en los que con fachada de personas honorables, son sólo unos filisteos que especulan con los valores más altos de la sociedad y justifican intelectualmente las inmoralidades más escandalosas. Que ha dado lugar a una juventud con brotes de tedio y amargura, falta de fe en quienes incapaces ya de dar buenos ejemplos, se limitan a dar buenos consejos; una juventud a quien asquea la farsa y le duele el alma de ver a farsantes medrar y prosperar.

Por eso Tú, Señor, que lo ves todo y lo sabes todo, que los hiciste jóvenes con todo lo que la juventud entraña para el hombre, dale fuerzas para que el espíritu no se les apague; pon en sus manos el látigo para que disciplinados y en orden, con ritmo marcial y sonidos de clarines de guerra santa, arrojen de una vez del templo a los mercaderes, a los falsos profetas, a los intelectuales rumiantes y a todos los que no les corresponde el honor y el orgullo de ser español, porque ser español es algo que no permite ciertas actitudes que la conciencia nacional y la historia recusan y abominan.

Y si hemos de caer en la lucha, y si ha de seguir en nuestra Patria una atmósfera de niebla y de parches técnicos, danos fuerzas, Señor, por haber deseado con todas nuestras fuerzas que resplandezca un sol de alegría, de orden y de justicia que ilumine a estas tierras y a estos hombres que en realidad merecen lo que te pedimos. Estamos con la juventud, Señor, y sin ese pan de la esperanza no seríamos fieles a nuestro destino.

Román Durán