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El el medio natural y la trashumancia - 14
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Mundo Rural

El el medio natural y la trashumancia - 14

Actualizado 09/05/2022 08:39
Santiago Bayón Vera

La embocadura de los puertos de montaña y los cruces fluviales importantes atrajeron mercadeo y elaboración de lanas y pieles en función del tránsito de los animales que, de esta manera, contribuyó a fundar o a desarrollar núcleos inmediatos de población. Los mismos visitadores cañariegos del siglo XIX aseveran, así, que la cañada «entra en la población de Tudela [de Duero) por la puerta del Castillo» y «atraviesa por mitad de la villa». La Segoviana, según informan, «pasa por la calle pública» en el madrileño de Guadarrama, y, más al sur, «entra en medio de la población de Quijorna». Y la Soriana lo hacía en la ciudad de la que toma el nombre por la plazuela del Marqués de Vadillo y por la «calle o camino de Los Rábanos» y, más adelante, «pasa por medio del pueblo» en el toledano de Fuensalida y en Los Pozuelos de Calatrava.

Se deduce que el núcleo se habría ensanchado abrazando la ruta de los rebaños. En general, no en los muy importantes y bien cercados por murallas, como Toledo o Salamanca, que los hatos se limitaban a circunvalar, pero sí en otros muchos. Así, uno de los ramales de la cañada Soriana, según informa el correspondiente visitador, atravesaba la población de Quero con el siguiente itinerario: «Calle Real, calle de la Vereda. Deja la iglesia parroquial a la izquierda...», y otras vías pecuarias pasaban también por la denominada calle Real en Manzanares el Real y en Villana de San Juan. En Tomelloso una lo hacía por la plaza de la Constitución, y en Argamasilla de Alba, inmediata a la iglesia y, de igual manera, por la plaza de la Constitución. En otros casos seguían la calle de la iglesia, como en la localidad cordobesa de Villaharta. Es decir, en general, la cañada recorría los núcleos por su parte más céntrica, como se deduce de tales denominaciones de calles y plazas o de la inmediatez al templo parroquial. Y esos recorridos pecuarios obligaron a dejar más ancha la arteria de paso: en el lugar manchego de Manzanares, discurría por la «Plazuela de los Paradores» —que requeriría amplitud para su trajín—, y en Santa Cruz de la Zarza, por la vía que, precisamente. se denominaba «Camino Ancho». Es lo que puede verse en Salamanca, donde ahora los rebaños trashumantes la rodean —a altas horas de la noche para evitar el movimiento automovilístico— por lo que fueron rondas orientales de la última muralla y, cuando las abandonan, continúan por las calles que, por haber sido importantes vías pecuarias, contrastan por su anchura, en sus tramos más modernos, con las del núcleo histórico.

A pesar de tantas disposiciones protectoras como se emitieron, los caminos ganaderos fueron perdiendo amplitud, mordidas sus márgenes por el arado de los agricultores vecinos. Los historiadores conocen bien este progresivo proceso de estrechez. Los mismos visitadores no dejaron de denunciarlo. Pero estos últimos tampoco silenciaron las pérdidas que las cañadas habían sufrido ya, no sólo en su anchura, también en sentido longitudinal. Al iniciarse la segunda mitad del siglo XIX, sobre la cañada Leonesa se sobreponía el camino de Talavera de la Reina a Alcolea de Tajo; en la Segoviana lo hacía el que enlazaba las localidades madrileñas de Quijorna y Villamanta; en la Soriana, los toledanos de Valmojado a Fuensalida y de Arcicollar a Villamiel o Camarena. En la misma reserva cañariega o en la denominada de Cuenca, hacían igual los enlaces camineros de esa capital con Fernán Caballero, Villarta de San Juan con Herencia, Alcázar de San Juan con Villarrubia de los Ojos, Almagro con Puertollano. Argamasilla de Alba con Manzanares... Y «durante largo trecho», como se indica respecto al que iba desde Argamasilla de Alba a Tomelloso: o como, en la prolongación andaluza de la misma cañada Soriana, que en el término de Almodóvar del Río e incluso antes de entrar en él, la ruta merinera «sigue siempre la dirección del camino de Sevilla», expresión que viene a indicar que ya se daba más importancia a la vía trazada para el tránsito ecuestre y de carruajes que a la originaria de las ovejas con la que coincidía.

Ejemplos de coincidencia de calzadas y vías pecuarias No sólo porque muchos rebaños utilizaran el puente romano. O porque desde que se intensificó en él el tránsito de vehículos pesados y cuando se ha transformado en peatonal, los hatos que por estos pagos se mantienen fieles a las prácticas trashumantes estén utilizando el de Enrique Estevan, de principios de siglo, según hemos dicho. También porque, como en las denominaciones actuales de las vías que se dirigen por el sur a alguno de esos puentes, también se confunden las denominaciones, que en unos casos hacen alusión al uso pecuario y en otros se cambia por el de calzada, trueque usual en la provincia.

No se piense que esos caminos que montaron sobre las vías pecuarias fueron simples trochas o veredas: los visitadores definen como «camino real» el de Talavera de la Reina a Velada y precisan que en el lugar segoviano de Fresnillo de la Fuente y siguientes, «coincide con la cañada el camino real de Burgos, construido sobre ella misma». Es que muchos de los caminos que podemos denominar «cañariegos», porque a expensas de esas reservas pecuarias se formaron, pasaron a ser calzadas o carreteras importantes. Tanto que, en la denominación del tramo coincidente, llegó a pesar más el de ellas que el de la vía pecuaria precedente. Así, en el término de San Lorenzo de El Escorial, la Leonesa, según el respectivo visitador, «baja a la Calzada Real de Madrid, por la que continúa medio cuarto de legua» y, después, discurre por la «antigua de Valdemorillo». Y desde Guadarrama, «continúa por el camino de Castilla» y «sigue la cañada el camino real adelante» y, en el término madrileño de Piñuécar, «vuelve la carretera a incorporarse a la cañada». De igual manera, la Soriana se encuentra ocupada en no pocos tramos a su paso por distintas provincias: en territorio de Algara, de la guadalajareña, dice el visitador que prosigue por la «carretera nacional de Zaragoza [ahora definida como N- III que va sobre la cañada por espacio de ciento treinta varas». Y, claro está, coincidían en los tramos urbanos, como en la calle Real de Villarta de San Juan. Y, lo que es más grave, el organismo oficial encargado de las obras públicas no siempre se había limitado a construir la carretera por uno de los lados de la vía ganadera, sino incluso hasta por el centro de ella. ¿Cómo no hacerlo si hasta en medio de la Soriana, y del camino de Tomelloso a Socuéllanos que la utilizaba, se había levantado la «ermita de San Antón, que está en el centro de la cañada»? Así, en la Soriana «entra la carretera nacional otra vez por la cañada, dividiéndola en fajas», y en otro lugar, «la mencionada carretera [de Francia] divide el camino pastoril en dos fajas desiguales».

Foto: Cañada Real Burgalesa. San Muñoz (Salamanca) Santiago Bayon Vera

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