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Blanquear el mal...
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Blanquear el mal...

Actualizado 10/05/2022 07:40
Miguel Mayoral

Hoy por hoy después de la amaxofobia o el miedo a conducir debido a que no podemos superar la velocidad del coche que nos precede para adelantarle, los radares y las mil y una trampas para cazar a los conductores, hemos caído en la gasolinafobia que produce sudor, temblores, agitación y nerviosismo que pasa cada vez que descolgamos la manguera al repostar y vemos el precio del litro. Mientras cada vez hay más baches y la pintura ya no se ve ni en seco. La gente da la sensación que conduce distraída y aterrada, además de despacio.

La política ha priorizado la lentitud a la pericia. Hay gente que ni bebe, ni usa el móvil y va despacio. Tan despacio que su cerebro no atiende a la tarea de conducir y van con trayectorias erráticas. Conductor lento no es igual a conductor seguro, generalmente actúan de forma imprevisible.

Nos quieren como analfabetos funcionales y nos tratan como tales. Igual tendencia ocurre con el problema del paro, no es que el gobierno no sepa como resolver el problema, que en esta ocasión no lo sabe, pero debería pues puede pagarse los asesores mejores del mundo, sino que le interesa que haya millones de personas o seres anodinos dependientes de él. La prosperidad y la cultura hace libres a los ciudadanos, la miseria los hace muy sumisos y dependientes.

Quieren hacernos creer además que todo el mundo tiene moral aunque sea inventada por los que mandan y que si la tienen no la sepan encontrar ya que se la mandarán de vacaciones. Se empeñan en blanquear el mal pero siempre al final sale su fondo negro. No es casualidad que la historia del cine esté plagada de psicópatas como Hannibal Lecter, Jack Torrance, Alex McDowell, Norman Bates... En la vida real la mayoría no comen seres humanos, ni matan jóvenes a hachazos o se disfrazan de su madre antes de asesinar, no es necesario ir a prisión o a los psiquiátricos para dar con un psicópata. Basta con buscar noticias de los círculos de poder que mueven el mundo o incluso más cerca en nuestro propio entorno laboral y social.

Que se gasten cincuenta millones de euros sólo en Canarias para atender a los menas parece que ya no es un insulto para los españoles. Pagar a los invasores sólo pasa en España. Así las cosas podemos dudar de nuestra capacidad de raciocinio, de emprendimiento en relación con algunas tareas pero luego por comparación con los que nos gobiernan podemos incluso sentirnos dignos para gobernar la galaxia.

Los sociópatas y psicópatas suelen parecernos más encantadores que la mayoría de la gente. No muestran afecto, pero nos analizan y saben cómo tratarnos para conseguir sus fines. Suelen ser aquellos jefes o compañeros de trabajo a los que les gusta hacer pasar por el aro a la gente sólo por el placer de verla humillarse porque en el fondo son unos mediocres que viven de copiar de personas que valen más que ellos. Son aquellas personas que se casan para parecer normales pero que no muestran amor por su cónyuge una vez que la fascinación inicial se desvanece. Cuanto más se asciende en la escala social de poder y control, mayor es el número de sociópatas que encontraremos. Suelen ser la causa de injusticias sociales, y económicas, de muchos conflictos, de la crueldad y falta de empatía que nos rodea, de la banalidad del bien y del mal en que vivimos. Si mañana se aprueba que por ley todos los alumnos tengan matrícula de honor, saldrían diciendo que la educación española es la mejor.

Los rasgos psicopáticos que les ayudan a triunfar suelen ser la locuacidad y el encanto para darse brillo, adornados por la falta de empatía y conciencia, el ego desmesurado, una gran capacidad de mentir sin remordimientos. Fingen emociones. Estudian a los demás y aprenden a imitarlos, con el único fin de manipularlos para satisfacer sus deseos. Hay sectores de la sociedad donde es particularmente difícil tener éxito si uno no tiene ciertos rasgos de psicopatía. El psicólogo criminal Robert Hare, valoraba rasgos como la locuacidad, la empatía o la conducta sexual para establecer el grado de psicopatía, y afirmaba que: “Los asesinos en serie destruyen familias; los psicópatas de la empresa y la política arruinan economías y sociedades”.

Parece que los psicópatas han moldeado la sociedad actual y la han hecho más sociópata, y los que no son psicópatas han tenido que aprender a actuar de una forma un tanto psicopática para salir adelante. Cada vez hay más terror a actuar con normalidad para no ser señalado. Los psicópatas tienen ventajas reales al no importarles los sentimientos de los demás. Hacen cosas que una persona normal no haría, como manipular, mentir, seducir con un encanto superficial pero vacío, arruinar la vida de otros. Una persona normal, que tiene ansiedad, que tiene remordimientos se detiene ante ciertos límites, lo que hace que sea bueno. Si no se tienen esos sentimientos, las posibilidades son muchísimos mayores.

Está claro que no todos descendemos de Adán y Eva, los hay que descienden del gusano que había en la manzana. La mayoría nacen, por lo que, al no tener sentimientos, no tienen motivación para cambiar, algunos pocos se hacen; y sólo dejan de arruinar la vida de los demás cuando son viejos y les da pereza. Si un allegado o persona del entorno, un compañero de trabajo, o su pareja, pueda ser un psicópata, hay que tomar conciencia, y poner los medios para que no le arruine la vida. Lo mejor es abandonarlo.

A veces en el ámbito periodístico también se premia el comportamiento psicópata. Si se escriben artículos correctos u honestos tendremos poca lectura o seguimiento, el producto será un fracaso. España es un país que se avergüenza de su historia y se complace con su miseria, lo que da que pensar sobre quiénes nos dirigen.

Asombra enormemente que hayamos creado un mundo en el que se premia y engrandece a quienes desconocen la honestidad en su quehacer diario. Sus consecuencias sin embargo son graves, pues son múltiples los ejemplos del daño que pueden ocasiona: la última crisis económica mundial, el sí es sí o el no es no, el nosotr@s frente a vosotr@s, el todo vale si eres de los míos, el blanquear terrorismos, religiones, tendencias, comportamientos y razas que no tienen nada que ver con la nuestra, es una ilustración del daño que un comportamiento manipulador, calculador y sin escrúpulos, puede causar sobre la sociedad; sin olvidarnos de los variados ejemplos de la historia reciente sobre dónde acaba un país, que es gobernado por alguien de moral distraída o que ampara o tapa la corrupción, el nacionalismo excluyente, la migración descontrolada, etc... El capitalismo es el sistema más excluyente que haya existido pues excluye a vagos, maleantes, perezosos, flojos y todos aquellos que buscan enriquecerse sin trabajar; sólo incluye a un tipo de personas el trabajador.

Salvador Dalí afirmaba “cada mañana cuando me levanto, experimento una exquisita alegría, la alegría de ser Salvador Dalí, y me pregunto entusiasmado: ¿qué cosas maravillosas logrará hoy este Salvador Dalí? Tomemos ejemplo. La calidad moral de las persona está en su corazón y después en sus obras.

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