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14 de abril
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14 de abril

Actualizado 16/04/2022 10:48
Ángel González Quesada

Con un decepcionante silencio y no menor desatención por parte de la política y los medios de comunicación (los dos arietes que propician el sopor social español), y consecuentemente con el generalizado desdén ciudadano, ha pasado veloz y ligera, como el aire estancado de la indiferencia, una de las fechas que debería ser jalón y puntal de la historia de este país, el 14 de abril, Día de la República. Una fecha que, a pesar de los deseos de convertirla en solo referente de nostálgicos antiguos y antimonárquicos de salón, y de arrumbarla en el indigno baúl de las deslealtades, tendría que figurar por derecho propio en los anales del honor, el homenaje y el orgullo, y no en los del lamento por las pérdidas y retrocesos de lo que este país nunca está a la altura.

El 14 de abril, más allá de la manufactura interesada y pueril de su misma referencia histórica, superando el folclorismo político de sus banderías, himnos y estandartes es, sin embargo, en el pensamiento libre, en la inteligencia racional y en la reflexión política, un referente mucho más potente que la sola memoria de su significado, porque implica saber y conocer el sentido de la honestidad del Estado, la lucha por la dignidad de la ciudadanía y el respeto a sí mismas que las instituciones, siempre teóricamente de parte de la gente, a todos nos deben.

Reducir la referencia republicana, simbolizada el 14 de abril, al mero enfrentamiento entre las formas del Estado monarquía o república es, entre otras falacias, elevar injustamente aquélla a la misma altura moral que ésta. Es la pretensión de igualar una forma de estado elegida por el pueblo y por tanto legítima, la República, con una corte palaciega impuesta por una criminal dictadura. Seguir tergiversando hoy, como se hace en el discurso político-periodístico y en los libros y programas educativos, el sentido y el significado de la República, es proseguir con la indigna labor del golpe de estado franquista, que no solo asesinó su idea y su esperanzadora realidad junto con cientos de miles de españoles, sino que siguió insultándola y enfangándola mediante el asesinato de sus dirigentes, el descrédito de sus defensores y la ocultación de la verdad y la imposición de mil falsificaciones sobre la República durante la sangrienta e interminable dictadura.

Que en pleno siglo XXI perviva ese mendaz relato, institucionalmente expandido en España, da cumplida noticia de los pies de barro de nuestra convivencia. Porque no solo es triste que una semidemocracia como la española de hoy, surgida del franquismo y alimentada con muchas de sus calumnias, falsas historias y cambios de nombre, continúe prestando pleitesía e inclinando la dignidad de sus instituciones a una monarquía impuesta por el fascismo fratricida, sino que se torna mucho más deprimente y desesperanzador el hecho de que la indiferencia institucional y política hacia su más transparente símbolo, el 14 de abril, la falsificación, el ocultamiento y la manipulación histórica siga siendo la norma de comportamiento oficial en un país cada día más hundido en su propia nimiedad.

Vaya desde aquí el abrazo y el homenaje a los republicanos españoles que todavía, este 14 de abril, y cada uno de los días que vivieron y viven bajo la imposición de los herederos del franquismo, la mentira de los cortesanos palaciegos y la manipulación de sus voceros, se avergüenzan de que su propio país haya traicionado los más elevados ideales de justicia e igualdad. Vaya desde aquí el emocionado recuerdo a todos quienes lucharon hasta el último aliento defendiendo su propia dignidad y buscando una forma de gobernar y gobernarse, una manera de ejercer la honestidad y la ética, que no dependiera ni fuese graciosa concesión de familias, dinastías, cortes ni palacios. Un homenaje al respeto a uno mismo, a la sociedad a la que uno pertenece y de la que quiere formar parte; un homenaje a la lucha y al impulso de lucha por una sociedad formada por mujeres y hombres libres, no súbditos ni secundarios, iguales ante la ley, honestamente informados, moralmente atentos, leales e implicados con el mundo mediante la garantía de las mismas oportunidades, iguales caminos y todos los derechos.

Con el deseo de que fuese más grande que el Universo, vaya desde aquí el pequeño homenaje a los republicanos. ¡Viva el 14 de abril!

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