A lo largo de sus 37 años como ganadero ha sido testigo directo de la evolución de un sector que cada vez abandonan más y sin que nadie se sume a él por la baja rentabilidad y la dedicación que requiere
Maestro de carrera y pastor de profesión, ganadero de ovino de carne afincado en Trabanca y recientemente jubilado tras 37 años cuidando de sus ovejas. Se cansó de esperar las oposiciones y probó con el ganado que conoció en su casa toda la vida, el que le había enganchado para siempre sin entonces saberlo.
Ese es el bagaje de Ismael Pacho, su experiencia en el sector ganadero del ovino de carne y su nueva situación le han convertido en un libro abierto sin prejuicios para decir lo que piensa de lo que ha sido su vida, su vocación o “pasión”, como él describe este oficio y que “nadie quiere” por su esclavitud, por eso está convencido de que no tardando mucho los rebaños en extensivo desaparecerán.
A lo largo de esos casi 40 años como ganadero de ovino llegó incluso a tener 900 cabezas, “una locura”, pero era la fórmula para aumentar la rentabilidad. Hasta el año pasado cuidaba de 400 ovejas de raza churra con genética mejorada, lo que le permitió criar 650 corderos de forma totalmente natural, sin inseminación artificial ni sincronizadores del celo ni nada que no fuese “una buena alimentación y la genética”, factores que le han demostrado que su método funciona.
En estos momentos su rebaño lo ha reducido a 80 cabezas, la mitad corderas para reponer, porque “lo nuevo es nuevo”. Ahora respira aliviado porque ya no tiene que levantarse al salir el sol, ir a la nave y sacar el rebaño para que paste en alguna de sus parcelas, un trabajo que se vio reducido en 2003 a partir de la concentración parcelaria. Pero igual que mejoró su situación laboral empeoró la rentabilidad de la explotación, pues se produjo un aumento considerable del alquiler del terreno: “En el 86 pagaba entre 0,60 y 0,90 euros por oveja y ahora sale 25 euros por animal”, una subida de los costes a la que se suman la cebada e insumos y que hace que “si tienes buenas subvenciones es rentable pero si es solo por el ganado, es inviable. Antes la rentabilidad venía por el ganado y ahora viene por las subvenciones”.
Y es que este ganadero de Trabanca ha echado muchas cuentas. En este sentido recuerda cómo en 1990 vendió corderos “a 11.000 y 12.000 pts. (entre 66 y 72 euros), y este año he vendido corderos a 82 euros, pero también a 40, entonces depende un poco del momento en que te pille la paridera. Si te valen a 75 u 80 euros puedes tirar, pero si te valen a 30, indudablemente que no. Si quieres producir un cordero de calidad el coste de mantenimiento de una oveja te sale por 55 euros al año. Entonces, la rentabilidad depende de la subvención que cobres”, cuantía que puede estar entre los 10 y 20 euros por cabeza teniendo tierras acopladas, aunque las ayudas se limitan a un tercio del rebaño, por lo que asegura que “una explotación de ovino de carne de menos de 400 ovejas es inviable”.
Precisamente, la escasa rentabilidad es una de las causas a las que achaca la reducción del número de explotaciones de ovino, además de ser “un trabajo demasiado esclavo porque tienes que estar pendiente, aunque no estés trabajando, las 24 horas del día, y hoy no hay mucha gente que esté dispuesta a eso. Con las crías hay que tener mucho cuidado, que se encalostren bien. Por lo menos los primeros días, hasta que el cordero coge un poco de fuerza, hay que estar con los ojos puestos en ellos para que tiren para adelante. Cualquiera que quiera dedicarse a esto tiene que tener vocación y, sobre todo, mucha pasión”. A esto añade el alto coste que supone en este momento crear una nueva explotación “y la burocracia. En Trabanca hace cuatro años había 4.000 ovejas y hoy no llegan a 1.500, y eso algo denota”.
Ataques de fauna salvaje
Sobre la protección del lobo al sur del Duero, Ismael Pacho opina que “hasta cierto nivel es aceptable, pero que los lobos estén por encima de los rebaños, de los pastores e incluso de los perros, eso no puede ser”. A lo largo de su vida su rebaño ha sufrido varios ataques de lobo, uno de ellos con 35 ovejas muertas, aunque experiencias anteriores no muy lejanas en el tiempo le llevaron a contratar un seguro, lo que le facilitó cobrar la indemnización correspondiente. En cualquier caso, opina que “la primera vez que te ataca no puedes evitarlo, pero después tienes que estar prevenido”, y recuerda que la última vez adquirió unos cañizos que rodeó con un pastor eléctrico y después con “otros inventos como rotativos de obra”, y con lo que consiguió evitarlos.
En cuanto a los ataques de buitres, asegura que por fortuna “los he podido evitar”. Recuerda cómo en una ocasión “una oveja que había parido, y que era muy espabilada, tenía el cordero entre las patas y había más de 20 buitres alrededor, y se dio la casualidad de que llegué yo”. Pero en otra ocasión “estaba arando en una finca y empecé a ver los buitres. Había una oveja que había extrañado el día antes y resulta que estaba ‘trastornada’ en una pared. Cuando llegué los buitres la habían empezado por el culo y la oveja estaba viva, pero con el daño que tenía, al día siguiente murió”. Está convencido de que este tipo de ataques, lobos, buitres, meloncillos, zorros…, “cada vez van a ir a más porque no hay caza para alimentarlos y pagamos para que se lleven los cadáveres del ganado porque no se pueden dejar en el campo”, aunque matiza que “si el ganado está bien de fuerzas, los buitres no se meten, pero si está un poco débil por el parto u otras circunstancias…”.
Por último, en relación con la ley de protección animal, asegura que el “primer interesado en que los animales estén en buenas condiciones es el ganadero, porque dependiendo del trato que les des así te van a tratar ellos con la producción. Pero los animales tienen que estar siempre sujetos a la voluntad del hombre porque de lo contrario no haces vida de ellos”, palabras muy directas a las normas que defienden la humanización de los animales.
Las cifras del ovino en Salamanca
La provincia de Salamanca ha perdido en la última década 151 explotaciones de ovino al pasar de 2.027 en 2012 a 1.876 a 1 de enero de 2022. También la caída del número de ovejas en este periodo es significativo tras pasar de 415.540 en 2012 a 279.740 este 2022, lo que significa una pérdida de 135.800 ovejas. En el último año, la provincia de Salamanca perdió 11 explotaciones y 11.723 ovejas.