Hace un siglo, por estas fechas, se vivían, parece, años locos, un tanto naives, que terminaron mal, aunque fueron seguidos por unos años treinta, en los que, en medio de apertura y liberalidad en muchas partes, fue germinando algo que estalló al final de aquellos años treinta, allá y en todas partes.
De vez en cuando vuelvo a ver…o descubro, películas de entonces: no sé si han visto Morocco (Marruecos), una película de 1930, en la que Marlene Dietrich, una gran actriz, señora muy sensual, tremendamente atractiva y muy, pero que muy moderna: sale vestida de hombre y besando a una mujer, aunque sea casi de refilón.
Acá en México, volví a ver las películas de Tarzán, las nuestras, las de Johnny Weissmuller; ¡oh, sorpresa! En una de ellas aparece Jane desnuda, porque al lanzarse al agua a nadar, el vestido que le han regalado unas “visitas” que buscan que regrese a la “civilización” se queda enganchado… Sí, leyeron bien, desnuda; verla así, en versión original, de sonido y de imagen, me hizo darme cuenta de que nos censuraban las pelis en Sesión de tarde, claro… La tele de nuestra infancia y adolescencia era así.
O sea, que ya mayorcito vine a darme cuenta de que en aquellos años treinta que yo asociaba con Hitler, Franco, Mussolini, resulta que en otros lados, o al mismo tiempo, más bien, eran bastante abiertos y liberales, parece, porque estamos hablando de productos de consumo no precisamente marginales.
Pensaba en esto, en que siempre ha habido, y me temo que siempre habrá, gente a la que eso de la libertad no le gusta; y creen que la libertad es obligación de hacer cosas que no quieren, cuando la única obligación que hay con la verdadera libertad es ejercer esta. Pero no, no lo van a permitir… Esas personas son las que ven la libertad de los otros como un mal ejemplo y no entienden la diferencia entre ley y reglamento… Siempre será más fácil prohibir que convencer. Siempre será más fácil imponer la moral que convencer desde la ética.
La libertad de los años treinta terminó con Franco y Hitler, dice la Historia.
De nuevo, los ultras están ahí al acecho: el tira y afloja entre los que creen que cuantos menos derechos haya, mejor y los que quieren derechos sin deberes nos tiene a la mayoría en medio…
El problema es que ahora parece que la inquisición está del otro lado. También.
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