Heredó de su padre no solamente el gusto y la afición por el flamenco, sino también el buen hacer y la vocación por ser jardinero en este enclave albense
Hay lugares en Alba de Tormes estrechamente ligados a personas. El parque El Espolón, asentado sobre la muralla y parte del antiguo alcázar medieval y que proporciona una de las mejores vistas sobre el puente romano de la villa ducal, es uno de ellos.
Antonio 'El Espolonero', conocido así por muchos, podía presumir de ser este enclave albense uno de los lugares de su vida. Precisamente, ahí pasó gran parte de ella tras heredar de su padre no solamente el gusto y la afición por el flamenco, sino también el buen hacer y la vocación por ser jardinero.
Acompañar frecuentemente en la labor a su padre, quien antes que él desempeñaba tal puesto, le hizo comenzar a inmiscuirse en la labor de cuidar y ayudar a mantener la belleza floral del parque. Ello le valió para comenzar a ser denominado Antonio 'El Espolonero'.
"Muchas fueron las horas dedicadas a aquel jardín, mucho el esfuerzo, el trabajo, el esmero. 35 años de servicio, nada menos. Y claro, eso se traducía en la belleza de aquel lugar, nada comparable a lo actual. El trabajo siempre formó parte de él.", recuerdan familiares de Antonio, el último espolonero de Alba de Tormes.
Otra de sus pasiones, recuerdan sus familiares, era la música. "Tocaba la armónica como los ángeles, sin tener ningún tipo de estudio musical, solamente de oído".
Al igual que su padre, Antonio tenía un gran corazón, pero también un fuerte temperamento. "Su jardín era intocable y se hacía respetar. Más de uno se fue empapado y fresco para casa por no respetar las instalaciones y los jardines que él con tanto esmero cuidaba", rememoran sus seres queridos.