Ganaderos y agricultores ya colocan a 2022 como un año nefasto para el sector, pues a la ausencia de lluvias en invierno se suma el alto coste de los carburantes y la subida de los piensos
Diego Petisco Bartolomé es un joven ganadero de vacuno de carne en Villarino de los Aires, actividad que comparte con su hermano Javier. Aunque cada cual tiene su propia explotación, esto no es inconveniente para que ambos se presten ayuda mutua en las labores que realizan para atender el ganado en régimen extensivo.
Entre ambos gestionan seis parcelas de terreno, y ya en una de ellas se ven obligados a suministrar agua al ganado desde comienzos del mes de febrero, “5.000 litros cada dos días para 27 vacas”, sostiene Diego, una labor añadida en este tiempo, pues suele ser habitual que en el mes de febrero las charcas tengan suficiente agua como para no tener que andar con cisternas.
De momento, la presencia de agua en los acuíferos no es la principal preocupación de este ganadero, sí lo es la falta de pasto y el estado que presentan los sembrados para forraje. ”La poca humedad que tenía el terreno por las lluvias del otoño y comienzos del invierno, los hielos y el aire de febrero se la ha llevado, por lo que el pasto no ha crecido lo suficiente y los sembrados han quedado asfixiados por los hielos”.
Diego señala que desde mediados del verano los tacos de pienso no faltan en la dieta de sus vacas, pero debido a la escasez de pasto por la falta de lluvias este invierno se han visto obligados a suplementar los 800 kilos diarios de pienso en tacos para sus vacas con “paja a discreción en tolvas y forraje que repartimos con un remolque, mientras que si hubiera pasto reduciríamos los kilos de tacos”.
A este coste añadido que supone suplementar la alimentación del ganado en el mes de febrero, además del movimiento de cisternas para abastecer de agua a los animales, Diego recuerda que se añade el incremento del precio del pienso en casi el doble que hace un año, la subida de los carburantes y los fertilizantes para los sembrados, por lo que “los números no salen, la rentabilidad se va. Aunque hayan subido los terneros en las últimas semanas, lo que han comido al precio que estamos pagando no lo va a compensar esas subidas que ha habido”.
Sobre esto último, este ganadero subraya cómo la falta de lluvia le ha impedido que pueda echar el mineral que tenía previsto en las parcelas sembradas con centeno para forraje, porque de hacerlo “lo acaba de abrasar”, como muestra una de las parcelas sembradas en Cabeza de Framontanos, donde tiene parte de su explotación. En ella, se puede apreciar que en muchas zonas el centeno apenas ha crecido y, en otras, muestra ya un tono amarillento que advierte la falta de agua, por lo que la cosecha de este año no dará para mucho. “Le echo estiércol procedente del cebadero, por eso está un poco más quemado, pero antes de que empiece la primavera le echamos un poco de mineral para que tire con más fuerza, no es mucho, unos 150 kilos por hectárea, pero no se lo podemos echar porque lo acabamos de abrasar”, añade Diego.
La falta de agua en los meses de enero y febrero, y la previsión nada halagüeña que desprenden los mapas meteorológicos para el mes de marzo, hacen que este ganadero se muestre pesimista en cuanto al futuro inmediato, “se augura una mala primavera y un mal año porque va a llegar un momento en el que no vamos a poder soportar los gastos”.
De los dos sondeos que se sirve para abastecer de agua al ganado, “uno no va a aguantar mucho más”, aunque sus temores se acrecientan para las vacas que pastan en terrenos comunales, donde las charcas pueden flojear en un par de meses si no llueve, lo que le obligaría a echarle con la cisterna y añadiría un nuevo gasto, por lo que sus dudas afloran “al no saber si vamos a poder aguantar mucho tiempo así, porque al precio del gasóleo y el de los piensos ya esperamos que empiece a subir la paja”, como sucedía en la última sesión de febrero de la lonja de Salamanca, en la que el paquete grande de paja subía 4,00 €/T. para colocarse a 44 €/T.
Y a todo lo anterior, los temores de este ganadero de Villarino se acrecientan ante las consecuencias del conflicto bélico en Ucrania, “el mayor granero de Europa, porque el cereal no se va a mover y va a subir como la espuma. Esto son etapas y habrá que superarla de la mejor manera, pero esto no se lo recomiendo a mi hijo a pesar de tenerlo todo montado, al contrario de lo que me sucedió a mí, que empecé de la nada con 16 vacas. Con el sistema de antes sería imposible vivir ahora, todo son gastos y burocracia que no sirve para nada”, concluía.
GUERRA EN UCRANIA
No sólo la sequía mantiene preocupado al campo. La guerra en Ucrania ya se ha dejado sentir en los mercados de ganado y lonjas agropecuarias españolas, donde el sector productor ha comenzado a ponerse la venda antes de sufrir la herida acordando fuertes subidas en el cereal y en el vacuno, tanto para cebo como en sacrificio. Hay que señalar que España importa anualmente de Ucrania casi el 30% del maíz y el 17% del trigo que consumimos, además de ser el principal suministrador de aceite de girasol. Además, el 31% de las tortas de aceites vegetales y el 15,4% de leguminosas grano proceden de Ucrania, por lo que un desabastecimiento como consecuencia del cerco ruso a sus fronteras podría acarrear un incremento importante de los precios y un aumento de costes en la alimentación del ganado, lo que derivaría finalmente en un incremento grave del precio de la cesta de la compra y una fuerte subida del IPC, con todo lo que esto supondría para la economía española.
En la última sesión del mes de febrero del mercado de ganado y lonja de salamanca se pudo apreciar una subida generalizada en todas las mesas, desde la del cereal a la del porcino, pasando por el vacuno y el ovino. En todas ellas se constató una subida de las cotizaciones casi desconocidas, como los 24 euros que subían los terneros para cebo o los 6 €/T. en todos los productos cerealistas, algo insólito y sin que por el momento se haya producido ese temido desabastecimiento, lo que llena aún más de incertidumbre al campo.