No solo da servicio a sus usuarios, sino que ofrece empleo para la zona
Gracias a Antonio Montejo visitamos el centro de ASPRODES en Tamames y es una alegría encontrar en la entada a Jonathan con todas las ganas del mundo de enseñarnos este espacio al que llegan tres rutas de autobuses trayendo a los veinte usuarios del centro llegados de toda la Sierra.
"¿Sabéis lo que es un centro ocupacional? Este lo es y está pensado para más personas, tan diáfano y grande nos ha venido muy bien con el COVID ¡No hemos tenido ningún brote!", nos explicaba Silvia Hernández Chamorro, profesional de Asprodes en este centro.
En el interior, toda la luz ilumina el taller de Serigrafía y de decoración de vajillas. En las puertas un cartel nos saluda alegremente “Aquí trabajamos para ser felices”. En las estancias, cada uno se concentra haciendo el trabajo más adecuado a sus características.
"Aquí llegan a las 9 o las 10 de la mañana y trabajan unas horas en los talleres, comen, descansan, hacen actividades, reciben fisioterapia… Cada uno desarrolla un proyecto personal que diseñamos de acuerdo a sus intereses, junto con su familia quien la tiene, y adecuándose a sus posibilidades. Son ellos los que marcan sus objetivos", relataba.
Desde hace cincuenta años marcha ASPRODES, una asociación creada desde las familias para gestionar los centros y servicios que mejoran la vida de aquellos cuya discapacidad intelectual necesita de un apoyo especializado. Un empeño que, a la puerta de la Sierra, en un edificio del Ayuntamiento abierto a la luz, se materializa en este centro lleno de alegría.
Silvia añadía que los usuarios "van a comprar el pan al pueblo, al correo. Son independientes, incluso tenemos en Tamames dos viviendas tuteladas. Se trata de que encuentren su camino, su independencia. Y ahora no nos ocupamos únicamente de la discapacidad, nos abrimos a personas que están solas, que necesitan atención, inclusión, ocupar su tiempo… gente mayor, por ejemplo".
Disfrutamos este paseo por la labor de quienes viven día a día en el centro haciéndolo suyo. Un espacio que propicia puestos de trabajo en una España vaciada que lo único que necesita son oportunidades para quedarse. Técnicos, cuidadores, fisioterapeuta… trabajo para quienes cuidan de aquellos que no quieren ni deben abandonar su casa, su entorno, su vida. Aquellos que quieren pertenecer, como apunta Silvia con un ejemplo contundente: "Nosotros no queremos ir a la fiesta de la Matanza a comer, queremos participar, por eso estaremos en la comisión de festejos".
Pertenecer, ser parte de, participar. Cada uno, en su taller, levanta la cabeza para saludar, pero sigue su tarea, tenaz, cuidadosamente. En el comedor, cada silla tiene una foto de su usuario, arriba, una cocina hace las delicias de quienes se animan a cocinar aunque la comida diaria viene del centro de ASPRODES situado en Miranda del Castañar. Hay una calidez de hogar y un hermoso empeño. Las tardes son más ligeras, pueden trabajar un poco más, pero disfrutan del descanso, incluso de la tarea en el huerto donde, gente de campo, enseñan a sembrar a los técnicos y cuidadores. El centro es un lugar acogedor que incluso, tiene un espacio de colores en los que recibir a las familias decorado y pintado por ellos mismos.
"Ellos deben, apoyados, diseñar su proyecto de vida", matiza Silvia. Una vida que aspira a desarrollarse en sus propios entornos, una vida plena donde cuidar lo físico –el ejercicio, el paseo, el aire libre, el servicio de fisioterapeuta- y ese empeño de aprender, de ser útil a la comunidad, trabajar, sentirse como cualquier otro “¡Tenemos muchos encargos!” sonríen mientras muestran las vajillas, las pegatinas serigrafiadas que salen de estos talleres llenos de luz, la luz hermosa de la dehesa.
"Y este es el jardín que lo disfrutamos mucho…", nos aclaran mientras sigue nuestro recorrido. Qué abierta está a todos los vientos la entrada a este pueblo laborioso. Tamames que despide a la dehesa, toro y encina antes de esa sierra que se recorta tan cercana. Y en este centro se pasa la mañana, laboriosa, tranquila, nubes que un viento de marzo arrastran… Espacio de dignidad, de trabajo y de esperanza. Eso sí, en su entorno, en su tierra, en su pueblo. Tan cerca. Tan de ellos.
Charo Alonso.
Fotografías: Fernando Sánchez Gómez.