No faltó la esperada rotura de cántaros en la calle El Caño y el lanzamiento de huevos por los invitados
La llegada de la pandemia en marzo de 2020 obligó a un parón en la celebración de casi todas las fiestas o eventos tradicionales, y la fiesta de quintos fue una de ellas en la mayoría de los municipios de Las Arribes, aunque hay que señalar que no sucedió en todas, pues de ello dependió el momento de su celebración.
Uno de esos lugares fue Vitigudino, donde es tradición celebrar la fiesta de quintos el primer fin de semana de febrero. Incluso tras su recuperación este año, la alta incidencia covid tras la Navidad hizo que su regreso se trasladara a este segundo fin de semana de febrero para así disponer de un poco más de tiempo para su organización.
A este retorno de la fiesta de quintos en Vitigudino se sumaban no solo los que hubieran sido llamados ‘a filas’ en 2022, como sería preceptivo, sino que también lo hacían los de 2021, que aunque un año tarde no se quedaban sin su protagonismo en la historia de esta tradicional celebración.
Después una noche muy intensa, en la que los quintos rompían el silencio de la madrugada con el estruendo de cohetes y petardos, sin duda el acontecimiento más esperado por todos llegaba este sábado en la calle El Caño.
Pasadas las cuatro de la tarde, la rotura de cántaras atrajo a decenas de personas entre niños, jóvenes, madres y padres, que no querían perderse este tradicional acto en el que el contenido de las vasijas era sustituido por potingues de tan difícil descripción como el hedor que desprendía alguno de ellos.
A lomos de una mula, y con el retumbar de los petardos de fondo, los quintos y quintas pasaban bajo una lluvia de huevos, con los palos en ristre como si de una lanza se tratara para conseguir el objetivo final, y que no era otro que romper las cántaras.
A la fiesta se sumaban también los quintos de 2019 como invitados, así como los valientes espectadores que, a pesar del frio de la tarde, acudían a acompañar a los jóvenes en esta segunda jornada de festejos.