Como cada invierno, prepara y organiza la comida para que no les falte; sabe que de lo contrario tendrán dificulades para hacer frente a los duros meses que le restan a la esperada primavera.
Ellos lo saben y cada día le esperan en la puerta de su casa con sus trinos discretos y alboroto que originan sus alegres alas. Cada vez son mas en busca de su mimo en forma de comida y se van colocando en la vaya por orden de llegada o quizás (quién sabe) de gerarquia.
Este acto de generosidad hace que vea a mi marido grande, a un nivel humano al que pocos llegamos; un acto de “amor” ya que su mejor definición es “la entrega y el cuidado del otro” y si se trata de animales la dimensión del amor alcanza los mismos límites.
Vivimos momentos duros (la pandemia) y a ritmo de canción hemos prometido salir reforzados... resistir para seguir viviendo, nos centramos en nosotros mismos y pocas veces agradecemos todo aquella que la sabia naturaleza nos regala. Unas veces en forma de planta, otras acariciandonos la piel con los rayos de sol... y cómo no con la compañía y el amor que nos transmiten los animales.
Sin duda, Andrés se siente querido al ver cómo le esperan los pajaritos.
Tengo entendido que, según la ley, por fin se les considera sera que sienten. Los que hemos convivido con ellos lo sabemos. No sólo sienten sino que detectan nuestro estado de ánimo y actúan para intentar hacernos siempre felices. En nombre de todos ellos te ellos te doy las gracias por tu gesto que sin duda te eleva a un nivel superior ne el que se encuentran ellos.
Gracias.
M.Turiel