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La última fábrica de gaseosas de Salamanca: Carbónica Molina
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La última fábrica de gaseosas de Salamanca: Carbónica Molina

Actualizado 21/08/2014
Jorge san Román

Es la única que perdura en la provincia salmantina, donde hubo censadas más de 140 fábricas, incluidas grandes marcas, logrando sobrevivir sin ser absorbida por los grandes del sector

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Como consecuencia de los nuevos hábitos de consumo y de la aparición de nuevas bebidas, las gaseosas han ido perdiendo su mercado tradicional. En la provincia de Salamanca, donde hubo censadas más de 140 fábricas, incluidas algunas grandes marcas, la única que perdura es Gaseosas Molina, que ha logrado sobrevivir sin ser absorbida por los grandes monstruos del sector, como ha sucedido con la casi totalidad de los más de 4000 fabricantes que llegaron a existir en España.

Carbónica Molina S.A. es una empresa que cae simpática, porque en ella vemos reflejado el sempiterno mito de David contra Goliat; la historia de la irreductible aldea gala, y la de tantos y tantos débiles que siguen enfrentándose a los abusones, logrando salir adelante a base de mucho trabajo y de mucho tesón. En el consejo de administración de ésta empresa familiar, están ya integrados miembros de la tercera generación. El actual patriarca y consejero delegado de la firma, Evelio Rodríguez Domínguez, exhibe en su despacho una fotografía fechada en 1934 en la que aparecen los padres fundadores, Evelio y Antolina, junto a su tío Juan. Evelio está dispuesto para contarnos la historia de la marca, que es la de su propia familia, y a enseñarnos los secretos de la fábrica de gaseosas.

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E.R.D: Molina es un apellido que se perdió en el siglo XIX, en mil 1800 y pico, pero se nos siguió conociendo así, de hecho, yo me pongo al teléfono y respondo "Soy Evelio Molina", y mi hija también dice "soy Mercedes Molina". Fue en 1961 cuando registramos 'Molina' como marca comercial. Hace unos años se celebró el 175 aniversario de las bebidas refrescantes, y a Anfabra, la asociación que reúne a los fabricantes, se les ocurrió hacer unas exposiciones itinerantes, nos pidieron algunas cosas, y les prestamos fotos, algunas botellas, máquinas, hicieron un vídeo, y aparecimos en Antena 3 Televisión. Nuestra satisfacción fue ser presentados como una de las empresas más antiguas.

En el hall que da acceso a las diferentes dependencias de la fábrica, se encuentra instalado un pequeño museo que alberga una increíble colección de botellas; son la historia de Molina, y hay otras sorprendentes, como la primera de Trinaranjus, una original pieza de cristal con la forma de tres naranjas que confluyen en un cuello de botella. Es la prehistoria de los envases que hoy día conocemos y consumimos, y Evelio está orgulloso de conservar una buena parte del patrimonio histórico y familiar.

E.R.D: Guardamos el letrero original de la fachada de la primera fábrica de la calle Mansilla, fíjate, tiene 80 años. Estas diapositivas se proyectaban en los dos cines que había aquí, en el intermedio de las películas. Conservamos fórmulas antiguas: Manzana: 4 grms. de esencia por litro de jarabe, 40 grms. de concentrado por litro de jarabe, es un documento de 1934.

La historia de las bebidas carbonatadas comenzó en Nueva York en 1832, cuando John Matthews inventó un aparato que conseguía mezclar agua con dióxido de carbono, y además agregarle sabor: había nacido la gaseosa. La bebida se hizo muy popular, y partiendo de esa idea proliferaron de costa a costa negocios llamados 'fuentes de soda' que mezclaban el agua carbonatada con sabores a elección, siendo el de naranja, limón y uva los más demandados. En aquella época había en Estados Unidos cerca de 600 bebidas embotelladas con sabores cítricos, y la gaseosa también se vendía en farmacias, como remedio para curar diversos males. En 1929 en San Luis, se creó una fórmula con sabor a lima-limón que sería de las pocas en sobrevivir a la Gran Depresión, y que logró expandirse hasta convertirse en líder de mercado en su categoría de bebida sin kola: El 7 Up.

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Precisamente en esa época, a finales de los años 20 del pasado siglo, el bejarano Juan Rodríguez, tío de Evelio, se encontraba en Iberoamérica, donde había acudido en busca de fortuna, y puede decirse que se topó con ella, pues vio algo que le llamó poderosamente la atención. La moda de las gaseosas de sabores había traspasado las fronteras norteamericanas; en Colombia bebían Kola Roman desde 1865; en Ecuador existía la marca de gaseosas Fioravanti desde 1878, y también en Méjico se envasaba la Toni Col desde 1887. Entusiasmado al conocer la nueva bebida, Juan Rodríguez decidió regresar a Béjar, con la idea y el propósito de montar una fábrica de gaseosas. Así, a comienzos de 1934, él, junto a su hermano Evelio Rodríguez, y Antolina Domínguez, esposa de este, y padres amobos de Evelio Rodríguez Domínguez, instalaron una pequeña fábrica de gaseosas en una bodega de 50 metros cuadrados en la calle Mansilla, en pleno centro de Béjar.

E.R.D: La primera máquina embotelladora vino de Madrid, 1.310 pesetas costó, se pagó el 20 % al contado, y el resto mediante cinco letras. Esto empezó a funcionar el 19 de marzo de 1934, ese día se despacharon los primeros pedidos: 6 sifones a Antonio, a 0,25, 12 sifones a Pepe, y también las primitivas botellas de bola que se vendían por cajas de 6 o de 12 unidades, y se servían en unos cestillos de hierro que fabricaba un herrero de aquí. En los primeros años, se hacían unas veinte docenas de botellas diarias. Uno de los desafíos que planteaba la distribución de las bebidas carbonatadas, que hasta el momento debía ser mezclada en el momento del consumo, era el embotellado, pues existían problemas técnicos que impedían lograr un sellado hermético que permitiera conservar el gas.

E.R.D: En las primeras botellas había una bola de vidrio que estaba situada en un compartimento al final del cuello, y el gas carbónico la empujaba hacia arriba, impidiendo así que se derramase el contenido. Tecnológicamente era un boom, las botellas venían de Gijón, y había otra fábrica en Barcelona, pero aquello terminó prohibiéndose por considerarse anti higiénico.

De los pueblos venían con caballerías, con mulos, y cargaban en ellos cajas de 48 botellas, y si para las fiestas necesitaban más, venían con un carro de vacas. Es que los particulares hacían vino, pero aquel vino de pitarra 'rascaba' que no veas, y la forma de hacerlo bebible era 'bautizarlo' con gaseosa. Mira, este cliente todavía existe, está en el Castañar, Casa Senén, de los que hemos conocido cuatro generaciones, el cliente más antiguo, desde el año 34. El Torres, de Guijuelo, desde el año 49; entonces se les mandaba la mercancía por ferrocarril. Mira este otro antiguo albarán, cuatro docenas de gaseosas, a seis pesetas la docena, veinticuatro pesetas.

Luego llegó la guerra, mi tío falleció en 1936, y vino una época en la que todo escaseaba, no había botellas, y teníamos que ir a las traperías de Madrid para comprarlas de segunda mano, y poder embotellar. No había ni lata para fabricar las chapas "de corona", que nosotros llamamos, y usábamos las botellas de champán tapadas con un corcho, y atadas con una cuerda. Después de la guerra, no había azúcar, la sacarina no se conocía, y seguía sin haber tapones ni botellas, luego ya se empezó a fabricar con sacarina?

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Tras la muerte de Juan Rodríguez, fue al padre de Evelio a quien correspondió ponerse al frente de la empresa. Superados los momentos más difíciles de la posguerra, Evelio consiguió el tránsito de una fábrica manual, a una factoría con maquinaria moderna y automática. De las primitivas botellas de bola, pasaron a las de tapón de corcho y chapa, y de ahí al tapón mecánico o de porcelana, que marcó toda una época. De repartir las botellas en cestas y carros de mano, a transportarlas con animales de carga, y a emplear después camiones botelleros que podían abastecer un territorio mucho más extenso.

E.R.D: La primera camioneta de reparto se compró a mediados de los años 50, más o menos, a la Central Lechera de Salamanca. Procedía de Etiopía, y los italianos la habían traído a la guerra de España, M-62248, era su matrícula. El segundo vehículo fue una camioneta Ford, que si se partía un palier, tenías que tirarte todo el día en el taller para sacar el eje y poder arreglarlo. Luego empezaron a fabricar en Barcelona el Ebro ?que pertenecía a Ford-, pero tenías que tener influencias y recomendaciones para que te pusieran de los primeros en la lista de espera. Yo escribí varias cartas al concesionario, hasta que al final conseguimos el Ebro, uno de aquellos de morro alto, los primeros que se fabricaron en España. Luego vinieron los Barreiros. Hoy día tenemos dieciséis vehículos para cubrir todo el reparto. En ese período de expansión de los años 50, Molina contrató los primeros empleados fijos, un número que fue aumentando en el transcurso de los años, además de contratar personal eventual autóctono siempre que las campañas de verano lo requerían, llegando a la actual plantilla, formada por veintisiete trabajadores.

E.R.D: Antiguamente las cosas eran de otra manera, cuando había acumulación de trabajo, hablabas con algún vecino que estuviese desocupado, le ofrecías tres pesetas, o lo que fuera, y no existía la contratación como la conocemos hoy en día.

Esa refrescante tentación embotellada

Además de la tradicional gaseosa, que en Béjar antiguamente se denominaba 'limón', y del agua de seltz en sifones, Molina embotelló infinidad de sabores, algunos con marcas propias, y otros con las marcas cedidas por los creadores de los sabores; Limorefrescante, Limonada Natural Iris, Orange, Koki, bebida incomparable, refresco natural, de venta aquí, Tometucs??, exquisito refresco de naranja, Agradable sabor de zarza espumosa Pic-Nic, Beba Jumate, deliciosa bebida espumosa, Piña Ecuatorial, refresco ideal, Ino marca registrada refrescante, embotellado bajo licencia?.

E.R.D: Los años 50-60 fueron los de mayor esplendor, sólo en Béjar llegó a haber tres fábricas de gaseosas. La zarzaparrilla era la Coca Cola de entonces. 'Citrania' era un refresco que se consumía mucho. El que te vendía los productos te daba la marca también, junto a las etiquetas y los jarabes. Embotellábamos 'Orange', que es lo que hoy día es la Fanta de naranja, y limonada. Por entonces lo más adelantado era la cerveza, pero era muy cara, y no se implantó hasta bien entrados los años 60. Nosotros servíamos una caja de cerveza por cada cien de gaseosas, hoy día es justo al revés.

Después del fallecimiento de Evelio, acaecido en 1965, tras haber permanecido 29 años al frente de la empresa, su viuda, doña Antolina Domínguez, y sus ocho hijos, decidieron crear una sociedad anónima con la aportación de toda la industria. Un año más tarde, adquirieron dos naves y unos terrenos en la carretera de la Estación, y en 1969 trasladaron la fabricación desde la antigua planta de la calle Mansilla, y el viejo local, que sigue perteneciendo a la familia, quedó destinado como guardamuebles.

Muy lejos de Béjar, en los Estados Unidos, hacía tiempo que había comenzado la guerra entre las compañías embotelladoras de refrescos, extendiéndose el conflicto también al sector de las gaseosas. Como respuesta a la popular 7 Up, la compañía Coca-Cola introdujo en 1961 la marca Sprite, y obligó a sus concesionarios a embotellar Sprite para inundar el mercado de este producto, y eliminar a la 7 Up. Aquellas guerras comerciales, antes o después, acabarían extendiéndose hasta nuestro país, y, "viéndolas venir", Carbónica Molina comenzó a diversificar su actividad, sacando partido de su red de reparto. Junto a las marcas propias, 'Molina' y 'Abli', empezaron a distribuir vinos de mesa y cerveza, continuaron con los mostos, y hoy "Se lleva de todo, porque es la manera de mantenernos en funcionamiento", reconoce Evelio.

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En el año 1973 se abrió el almacén de distribución del recinto de Los Álamos, en Plasencia (Cáceres), para atender desde esta plaza a más de 400 clientes integrados en Plasencia, Malpartida, el Valle del Jerte y otros pueblos del norte de Extremadura. Desde Béjar, la empresa atiende directamente a más de 700 clientes de las provincias de Salamanca y Ávila.

En 1992 las cosas marchaban viento en popa, y ante la necesidad de ampliar las instalaciones, y la carencia de suelo industrial en Béjar, optaron por construir una nave de 800 metros cuadrados en los terrenos anexos. La vista panorámica que se divisa desde la fábrica de Molina es un privilegio para quienes tienen la suerte de trabajar en sus instalaciones. Y son también afortunados por que las instalaciones sigan en pie, pues en el año 1994, y debido a una mala planificación técnica, se produjo un deslizamiento de tierras que estuvo a punto de sepultar una parte de la fábrica. Aquel desastre, afortunadamente, no se llevó vidas humanas por delante, pero supuso un duro golpe para la tesorería de la empresa, y trajo consigo un sinfín de problemas añadidos, que a punto estuvieron de llevar a la empresa a la quiebra. Gracias al esfuerzo y el apoyo de la mayoría de los socios, Molina fue recuperando poco a poco su actividad, hasta conseguir salir de nuevo a flote.

En los últimos años, la empresa ha hecho un considerable esfuerzo tanto en la renovación de maquinaria, se han instalado nuevas máquinas lavadora de botellas y taponadora, como en la actualización de un avanzado programa ERP de todos los procesos informáticos, así como en la introducción de nuevos procesos de fabricación, equipos de frío y una máquina para fabricar botellas de Pet (o de politereftalato de etileno), y en 2005 instaló un novedoso sistema de Ozonización para el tratamiento del agua.

E.R.D: En esto hemos sido pioneros, porque el ozono se usaba para potabilizar el agua de las ciudades, y hemos sido los primeros en aplicar el sistema a la industria.

La gaseosa, básicamente, es agua con gas y aditamentos, sacarina ?nunca azúcar-, edulcorantes artificiales, y aroma de limón. Los otros sabores que fabricamos, la naranja y el limón, sí llevan azúcar, porque eso le da más cuerpo a la bebida, y añadimos una parte de zumo natural, para que tenga más calidad. El agua que utilizamos procede de la sierra de Béjar, es nieve. En invierno, cuando viene directamente de la sierra, es agua pura. Aunque desde que hicieron el pantano, tuvimos que montar una planta de tratamiento, porque al estar embalsada, en el agua empezaron a aparecer algas.

Después de pasar por la potabilizadora, el agua viene y se filtra aquí, con arena, que es el mejor producto filtrante; luego pasa por los filtros de carbón activo, que elimina los malos sabores, y por último pasa por un proceso de luz ultravioleta. Después de todo eso, el agua resultante es absolutamente pura, y con todo y eso, todavía hay algunas veces que da problemas, porque el agua es muy delicada, aquí tenemos a la señorita de Sanidad cada dos por tres.

La fábrica de gaseosas

E.R.D: En esta zona se hace la pesada de los productos para hacer el jarabe, se pesa el azúcar, y se hace en función de 200 ó 400 litros; es la décima parte de lo que hay en la botella, y el producto baja por unas tuberías donde se hace la mezcla con el agua enfriada y el carbónico, porque el carbónico mezcla mejor con el agua fría. Cuando venía directamente de la Sierra, esta parte del proceso no era necesaria. De ahí ya pasa a la llenadora, que puede llenar 5.000 litros a la hora, que es nuestra capacidad de producción, aunque por desgracia hay muchos días, como hoy, en que tiene que estar parada. Llena los lunes, y en verano, dos días a la semana, y gracias a la automatización, todo el proceso sólo requiere cuatro personas.

Hoy día, las botellas de plástico del tipo PET ofrecen a los industriales una solución liviana, libre de olor e irrompible, con un funcional tapón de rosca. Evelio nos muestra una cápsula de plástico transparente de 11 centímetros de largo.

E.R.M: Esto es una botella, pasa por una resistencia, la máquina lo calienta, pasa por un molde, allí se sopla, se hace grande, se enfría con agua, y se llena de forma automática. Es una pena, porque el envase de cristal es el mejor, no toma sabor, pero tiende a desaparecer. Las botellas de ½ litro de cristal ya sólo la hacemos para los bares. Y también es una pena que el mercado de los sifones haya desaparecido casi del todo, antes, hasta para el vermú se empleaba sifón, hoy vas a los bares, y no hay sifón, una lástima, pero se han cargado ese negocio.

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En el año 2009 el Ayuntamiento distinguió a Carbónica Molina con la Medalla de Oro de la ciudad de Béjar, al cumplirse el 75 aniversario de la marca. Bien cierto es que la empresa siempre ha destacado por colaborar en toda clase de eventos, desde las tradicionales fiestas locales de los Arcos de San Juanito, a patrocinios culturales, concursos de pintura, exposiciones, corridas de toros, y también en pruebas deportivas de fútbol infantil, ciclismo, o maratones. Ya en 2004 la Cámara de Comercio e Industria de la ciudad había concedido a Molina la Medalla por "su trayectoria ejercida a lo largo de los años". Pero las mismas Instituciones que reconocen y premian los méritos, no tienen reparo a la hora de apoyar la construcción de una planta crematoria de residuos, justo al lado de Carbónica Molina, y de otras empresas de alimentación.

E.R.D: Entre la crisis, la competencia, las grandes superficies, que no sé cómo pueden vender la gaseosa tan barata, porque haces números y no te salen, no sé si llegaremos muy lejos. Fíjate que en el año 37 había una asociación que ponía de acuerdo a los tres fabricantes de Béjar sobre los precios a establecer, para que no hubiera una competencia desleal. En esta foto aparece el distribuidor de las cervezas Cruz Blanca, a veces, le hacíamos el reparto a lugares donde él no llegaba "Oye, ¿me lleváis una caja de cerveza a tal sitio?". ¡Cómo han cambiado los tiempos! Ahora las grandes multinacionales del refresco regalan a sus clientes la gaseosa que tienen, si le compran sus otros productos, y ante esa conducta predadora nada se puede hacer, porque ¿Quién lleva a juicio a un gigante de esos? No los vamos a arruinar, y ellos a nosotros puede que sí?

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