"El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros"
(Ambrose Bierce)
¡No se apuren amigos lectores; las cosas siguen en la política tan “embarradas”- hoy, como ayer; no hay más que ver la faena de nuestra primera “figura” Mañueco, a los colegas, que lo izaron al poder. Puestas así las cosas tendremos de nuevo que votar, allá por San Valentín! – Lo que diga el partido tú-
Votar: en un sistema de elecciones caduco y engañoso de listas cerradas, nos impondrán de nuevo un diputado- que nadie conoce, menos aún sus obras o sus logros para tal menester y lo veremos de palmero en el congreso, según sea la fila que le toque, y tragaremos de nuevo con politiquillos de medio pelo, que aun no se han quitado las orejeras, para escuchar las demandas del popular y soberano pueblo. -Pero sigan sin apurarse-, por qué de todas las reformas propuestas, ninguna afectan al entramado político administrativo que soporta nuestra estructura de gobierno.
¿Será porque son afectados por estas decisiones aquellos que tienen que tomarlas? Puede pensarse, que mientras se está produciendo éxodo en todas las capitales de provincias, se vacían aún más los pueblos, y apenas llegan los servicios, mientras la ciudadanía soporta unos impuestos caníbales, que no reflejan para nada, en facilitar su vida, así otras cuestiones de gran calado social afectan a colectivos generalizados, la reforma de los privilegios de los bancos, de las grandes empresas y de los políticos no llegan, porque pudiese ser, que afecten a su ¨modus vivendi¨.-No han desaparecido los privilegios de sueldo, dedicación, complementos y pensiones de los parlamentarios, europeos, nacionales y autonómicos, ni de los altos cargos de estas administraciones, ¿por qué tiene que cobrar la pensión máxima al jubilarse un antiguo diputado con dos legislaturas y sin haber cotizado? ¿Por qué tenemos que pagar a quienes dejan los cargos, electos y de gestión política, cuando los dejan?
No es extraño que muchos aspirantes a diputados y senadores estén a la cuenta de lo que les falta para cumplir los requisitos para cobrar una pensión a la que no llegan la inmensa mayoría de los españoles, aun cotizando, un “carro de años”, ellos ni eso. - No se han reducido, ni diputados, ni senadores, ni diputados autonómicos, ni asesores, ni consejeros, todo el entramado sigue en pie y esperando nuevas colocaciones a dedo.
Se habló, se anunció, se publicó en el peor momento de la crisis, pero escampado un poco, todo olvidado. Todo no, las empresas, los autónomos, los emprendedores han tenido que realizar ajustes brutales, dado que ellos no disponen del cómodo recurso de la deuda pública. - No se ha introducido ni un solo elemento de productividad, eficacia, capacidad y conocimiento en la gestión política.
Si bien es cierto, y puede compartirse que el principio de libre elección y presentación de candidatura no puede estar limitado, si puede pensarse, que fuera del ámbito parlamentario, estos y otros principios deben ser considerados y establecidos reglamentariamente para el acceso a la gestión pública política de la administración. Un Director General que no tiene cualificación profesional, que no tiene experiencia en su sector, que no tiene capacidad para lo que se necesita del puesto, es un Director General improductivo, por mucho que sea del partido.
Aquí la gente tiene que venir aprendida, que para aprender, las becas se dan en otro sitio. - Y por último nada se ha hecho en la reforma de la administración local, sobran miles de ayuntamientos, sobran miles de entes administrativos, sobran las diputaciones y están mal ubicados miles de funcionarios en la sanidad pública y municipales necesarios en otras administraciones. Si las oficinas municipales de gestión urbanística de las capitales de provincia engordaron con la bonanza, no han perdido peso con la crisis, allí sigue todo el mundo, cobrando con la décima parte del trabajo, mientras que las empresas del sector han realizado los ajustes correspondientes, tremendos ajustes.
¿A qué esperamos? El Reino Unido, Holanda, Alemania hace décadas que dejaron un ayuntamiento de cada decena, o de cada cinco. Es incomprensible que en esta época mantengamos administraciones para núcleos urbanos distantes pocos kilómetros unos de otros, ya no se va en burro y ya no se tarda un día en el viaje.
Pero me temo que los “Jumentos” no los hay tan solo de cuatro patas, lo tenemos bien claro, abundan mucho más los de dos. Y, evidentemente así nos va. Si es que nos va claro, porque a este ritmo, nos come la corrupción y aún no hemos empezado… ¡Dios mío que País!…
Fermín González- Salamacartvaldia.es (blog taurinerías)
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