La estupidez es una enfermedad extraordinaria, pues no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás. Son palabras del escritor y filósofo francés del siglo XVIII, Voltaire; que creo es oportuno recordar en los tiempos que corren.
Ya comenté en alguna colaboración anterior que, hasta que el uso del casco en motocicletas y el cinturón de seguridad en los coches no pasaron a ser de uso obligatorio y sancionable por la autoridad (¡y era para protegernos contra nosotros mismos, contra nuestra estupidez!) pocos hicieron caso. Hasta que no se penalizó el conducir bajo los efectos del alcohol o la drogas y también, el uso de los teléfonos móviles al volante (¡que también era para protegernos y en este caso proteger también a los demás de nuestra estupidez!), muchos fueron los que resistieron, incluso algunos se atrevieron poner en tela estas disposiciones apelando judicialmente a derechos individuales. Hoy nos enfrentamos a otros conflictos de derechos: hacer obligatoria la vacuna o aislar socialmente a quien no este vacunado. Veamos.
Aquellos que no quieren vacunarse argumentan que esa obligatoriedad viola derechos privados y algunos juristas se suman a la no legalidad de limitación de movimientos para aquellos que no presenten un certificado de vacunación a la hora de acceder a espacios públicos. Y digo yo, si vivimos en un Estado de Derecho entiendo que todos hemos aceptado que deben primar los derechos de la mayoría, o al menos el no causar daños a esta, sobre cualquier otro derecho particular. Todos tenemos que renunciar a ciertas limitaciones o a la 'puesta en cuarentena' de cierto derechos para que nuestra sociedad no se disuelva en la barbarie.
Cada uno, dicen, puede hacer con su vida lo que quiera, ¡pero no con la de los demás, señor mío!, ese es precisamente el límite. Si tuvimos que recurrir a la obligatoriedad y la penalización para que usáramos el caso, nos pusiéramos el cinturón de seguridad y no consumiéramos alcohol, drogas ni utilizáramos el móvil al volante, no ya para proteger a los estúpidos de su propia estupidez, sino para proteger a los demás contra ella ¿Qué diferencia hay en la cuestión de hacer obligatoria la vacuna o limitar los movimiento de los que no aceptan vacunarse? Si alguien incumple las normas de tráfico de forma grave se inmoviliza el vehículo para su seguridad y para la de todos los demás. Yo no veo la diferencia.
Uno de los motivos de rechazo a la vacuna parece ser que se duda de la eficacia de las estas y de los beneficios que suponen para la salud individual y colectiva. Dicen que debilita el sistema inmunológico y lo afirma en contra de la opinión de los expertos en salud de los comités científicos tanto comunitarios como internacionales. Bueno también hay quien continúa creyendo que la Tierra es plana y sin embargo viaja alrededor de ella sin precipitarse al vacío, y quienes creen que Elvis Presley sigue vivo, aunque nunca le hayan vuelto a ver. Cosas de la estupidez.
Otra estúpida razón para rechazarla es que la obligatoriedad a vacunarse atenta contra su derecho a la libertad de controlar su cuerpo, y que nadie tiene derecho a limitar sus movimientos, pero aquí se trata de los derechos individuales de unos cuantos, frente al derecho a la salud de miles, millones personas y ese derecho colectivo los negacionistas, con su actitud, lo están violentando, incluso podría, en ciertos casos, ocasionar muertes.
En situaciones extremas, y esta lo es, el Bien Común debe imponerse a los derechos individuales, esa es una de las principales funciones de la Constitución y de la Leyes proteger a las mayorías de la estupidez ajena.
Si usted no quiere vacunarse y tampoco quiere que limiten su libertad de movimiento, pues bien, pero entonces el poder público tiene el derecho de aislarle en nombre de la mayoría, del mismo modo que se aísla a cualquier persona que suponga un peligro social y así su estupidez no afecte al resto. Nunca atribuyas a la malicia lo que se explica adecuadamente por la estupidez, dijo Napoleón.
Por otro lado está la estupidez del eurocentrismo egoista. En los países desarrollados ya vamos a por una tercera dosis, mientras en muchos países apenas el 7% ha recibido la primera. Si esto sigue así, aparecerán nuevas cepas, todos lo sabemos, cada cierto tiempo, y sólo todos juntos podremos superar esto, porque todos vamos, no ya en el mismo transatlántico como creemos, vamos en la misma patera, nos guste o no.
Esa inmunidad de rebaño de la que habla los expertos sólo será eficaz cuando se de en todo el planeta. De no ser así el virus, como cualquier ser vivo se adaptará el entorno para sobrevivir, mutará y continuará su reproducción, su lucha por sobrevivir y entonces ¿qué haremos? ¿Nos pondremos más y más dosis para continuar enriqueciendo a la industria farmacéutica? ¿Habilitaremos nuevas medidas para limitar el contacto físico arruinando a miles de familias? ¿Cerraremos las fronteras una y otra vez causando graves perjuicios a muchas economías en multitud de países? ¿Repatriaremos con urgencia a aquellos españoles a los que una nueva variante les haya pillado fuera? Me pregunto.
Jules Renard, el escritor, dramaturgo y crítico literario francés, de finales del siglo XIX; lo dejo claro: ¿Estupidez humana?. 'Humana' sobra, porque realmente los únicos estúpidos son los hombres.
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