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Pasiones básicas
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Pasiones básicas

Actualizado 05/11/2021
Manuel Rodríguez Fraile

Pasiones básicas | Imagen 1"A nuestro Alex no nos lo van a devolver, pero queremos que (el asesino) se pudra en la cárcel y no salga jamás". Son palabras del tío del niño de nueve años muerto en Lardero, a manos de un hombre con varios antecedentes penales por asesinato y agresión sexual, que estaba en libertad condicional.

Todos podemos comprender estas duras palabras, unos dirán que lo que exige el tío de Alex es justicia, otro pueden pensar que es lícita exigencia, algunos que es venganza, otros que quizás sirva de escarmiento para otro que pudieran sentirse inclinados a cometer actos similares, pero el filósofo alemán Friedrich Nietzsche sería mucho más tajante y lo llamaría 'maldad desinteresada' porque se trata de castigar a alguien sin obtener por ello beneficio material alguno - no nos lo van a devolver - y su fin es únicamente calmar una pasión.

He titulado este texto como pasiones básicas y no instintos básicos, porque estos últimos los compartimos con los animales y entre ellos no se dan conceptos como los de justicia, venganza, castigo o deseo de reparación de un mal que alguien nos ha ocasionado. Los instintos (por esto son 'básicos'), son pautas que en los animales (entre los que estamos incluidos) contribuyen a la conservación de la vida del individuo (por ejemplo el miedo ante un amenaza) y también de la especie (el impulso sexual), pero a ninguno de estos fines aporta nada el deseo implícito en las palabras del tío abuelo de Alex. Tal vez sí resultaría justificable, si ese deseo no respondiera a otro propósito que aislar a un individuo potencialmente peligroso para otros de su misma especie, pero ese comportamiento no se da en el mundo animal.

Esa es la razón de que yo hable de pasiones, porque estas, según la Real Academia de la Lengua se refieran a un sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira. Por tanto la pregunta es ¿por qué somos capaces de simpatizar con los deseo manifestados por el familiar de Alex?

Claro que es lo justo, en el sentido de legal, es decir, porque lo señala el Código Penal, una ley que todos hemos aceptado al vivir en una Estado Democrático de Derecho, eso nadie lo discute, pero no es lo mismo guiarse por el deseo de justicia que por el deseo de venganza. Porque mientras el primero obedece a la voluntad y la razón, el segundo tiene que ver con pasiones como el odio, la ira o tal vez con esa crueldad constitutiva de la naturaleza humana (¡sólo humana!) de la que hablaba Freud, una crueldad a la que únicamente podemos domesticar, nunca anular ya que según Schopenhauer[1], la crueldad es una de las tres motivaciones esenciales de las acciones humanas, junto al egoismo y la generosidad.

Por supuesto con todo esto no quiero hacer una crítica a las palabras del familiar de Alex, todos nos dejamos llevar por las pasiones, mi intención es únicamente pensar el fondo de las mismas desde una distinta perspectiva. ¿Quién de nosotros no ha sentido un inconfesable placer al ver como el malvado en una película recibe un cruel castigo por parte del héroe o como un equipo de fútbol rival queda descalificado de un torneo, aunque sea de forma injusta? ¿Quién no ha sentido un regusto reconfortante cuando se ha enterado de que a aquel compañero de trabajo que nos hacía la vida imposible le han despedido o quien no ha sentido de agrado al enterarse de que a un terrorista le ha explotado en la manos la bomba que manipulaba para cometer un atentado.

No, no somos malos, ni perversos, ni sádicos, ni tenemos ningún trastorno psicológico, por sentir en ocasiones placer con el sufrimiento de otros, todos tenemos un lado oscuro, y es que según Nietzsche, somos Humanos, demasiado Humanos.


[1] Filósofo alemán del siglo XIX

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