La tensión y el desencuentro entre los socios de Gobierno son mayores que nunca. Un día sí y otro también discrepan en privado y en público por los temas más diversos y en muchos casos trascendentes: desde la legislación sobre alquileres hasta el precio de la luz. Pero ahora han llegado al paroxismo con la privación del acta de diputado a Alberto Rodríguez y, sobre todo, con la derogación de la reforma laboral.
No es nada que no se pudiese esperar y que el propio Pedro Sánchez preveía al decir que no podría dormir tranquilo con un Gobierno con Podemos cuando entonces se negaba con la boca pequeña a hacerlo.
En otro país y con otras circunstancias tales enfrentamientos habrían llevado a una ruptura de la coalición, sobre todo si se tiene en cuenta que las discrepancias de ahora auguran más disensiones en el futuro, cuando la situación económica empeore, que lo hará, y cuando se tenga que discutir la utilización y posterior devolución de los fondos comunitarios.
Pero aquí no.
Pase lo que pase, este Gobierno seguirá, aunque sea a base de broncas diarias, por falta de alternativas para los socios.
La expectativa de unas elecciones anticipadas dejaría dos escenarios: que los resultados electorales fuesen más o menos como ahora, con lo que no se entendería la maniobra, o que ganase la derecha, con lo que para la izquierda gobernante sería peor el remedio que la enfermedad.
Además, fuera del poder hace un frío político que pela. Y lo sabe mejor que nadie Unidas Podemos, cuyos miembros están cambiando en lo que pueden el modelo de Estado y las relaciones entre los españoles con unos buenos sueldos y todo tipo de garantías personales y que pasarían directamente al paro por no tener opciones profesionales la mayoría de ellos.
La continuidad del Gobierno se promueve también desde sus apoyos exteriores, como Arnaldo Otegi, que augura seis años más de Sánchez en el poder, y asimismo desde los planteamientos gubernamentales, con su agenda 20-30 y planes de trabajo a diez años vista.
O sea, que mucho tirarse piedras unos a otros los miembros del Gobierno pero seguiremos teniendo coalición de izquierdas para rato.
Enrique Arias Vega
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