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Libia: 10 años después de la revolución, el caos de los derechos humanos
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Libia: 10 años después de la revolución, el caos de los derechos humanos

Actualizado 22/10/2021
Marcelino García

En Libia el derrocamiento del dictador Gadafi en 2011 no trajo consigo un avance hacia la democracia. La verdad es que el país se hundió aún más en el caos. Un reciente informe de la ONU saca a la luz la sistemática violación de los derechos humanos y la

Solenn Hellec. Defensora de los derechos humanos.

El conflicto libio desordenó el país, acarreando cada vez más vulneraciones de derechos humanos. El informe de la ONU supone que todas las partes del conflicto han violado el derecho internacional humanitario, especialmente en el ámbito de los principios de proporcionalidad entre civiles y beligerantes.

En primer lugar, las investigaciones han hecho hincapié sobre los migrantes, refugiados o solicitantes de asilo que fueron víctimas de abusos. De hecho, la Guardia Costera Libia interceptó a 11.891 personas en el mar, que fueron sometidas a tortura, trabajo forzoso o detención de duración indefinida. Además, las milicias y grupos armados han aprovechado su debilidad para utilizarlas en las operaciones militares.

Después, lo que llama la atención es el tratamiento de los presos. Según el informe, "la violencia en las prisiones libias es cometida a una escala tan grande y con tal nivel de organización que también pueden considerarse potencialmente como crímenes contra la humanidad". Se trata de tortura psicológica en la medida en que las personas encarceladas no pueden ver a su familia y no saben durante cuánto tiempo van a seguir detenidos. En cuanto a la tortura física, sus vidas están en peligro con descargas eléctricas, simulacros de ejecución e incluso violencia sexual. En estas prisiones los derechos humanos no existen ya que, desde el punto de vista de los verdugos, los presos se parecen más a muñecos que a humanos. Como prueba de los abusos se publicó un vídeo en las redes sociales donde se ven torturas y abusos sexuales en el que participaban miembros de una milicia aliada con el Gobierno y de grupos armados afines a las Fuerzas Armadas Árabes Libias.

Por fin, como se ha dicho anteriormente, el principio de protección de los civiles en las guerras no se respeta. Se produjeron ataques aéreos contra zonas residenciales, incluyendo destrucciones de infraestructuras médicas. Por ejemplo, Turquía intervino directamente en ataques y murieron al menos 17 civiles y otros 12 resultaron heridos en Qasr Bin Ghashir, al suroeste de Trípoli.

Ahora, expresarse ya no es una libertad, sino que se ha convertido en un peligro, una asunción de riesgos para la vida. En agosto, la milicia Al Nawasi, dependiente en teoría del Ministerio del Interior, usó munición real para dispersar manifestaciones en Trípoli, y en agosto secuestró al periodista Samy al Sherif. Aparte de estas cuestiones, las libertades fundamentales están amenazadas, especialmente la libertad de expresión.

Las fuerzas afines al Gobierno de Acuerdo Nacional descubrieron varias fosas comunes en Tarhuna y sus alrededores con cuerpos de mujeres, niños y niñas. El Gobierno anunció investigaciones, pero la falta de medios podría ralentizarlas. Los investigadores sospechan la presencia de genocidios en Libia.

¿Cómo puede un país caer en tal caos?

Con la caída de Gadafi, el país se dividió en diferentes partes rivales. En 2014, se inició la guerra civil y las fuerzas que se enfrentaron tenían milicias que no rinden cuentas a nadie. Con ellas vino la anarquía que da rienda suelta a las vulneraciones. Las autoridades de ambas partes en el conflicto no respectan las órdenes de detención de la Corte Penal internacional. Por ejemplo, Mahmoud al Werfalli, que está buscado por el asesinato de 33 personas en Bengasi y sus alrededores, sigue siendo un alto mando de las Fuerzas Armadas libias. El problema con las milicias es su poder. En realidad, los gobiernos ofrecen legitimidad y puestos de responsabilidad a las milicias en la medida en que es una manera de eliminar el peligro. Así las milicias tienen más poder y se construye un fenómeno de círculo vicioso.

¿Existen soluciones?

Desde marzo de 2021, un nuevo gobierno de transición está en el poder. La palabra transición da esperanza porque sugiere un cambio de período que significaría el fin del caos. Así pues, Amnistía internacional pide al nuevo gobierno luchar contra la impunidad, a cooperación con las Naciones Unidas, respeto de la libertad de expresión, respeto a los migrantes y la abolición de la pena de muerte.

Por fin, el 24 de diciembre de 2021 se celebrarán en Libia las elecciones presidenciales para elegir al presidente por primera vez en la historia del país, tras la caída del coronel Muamar Gadafi, pero la inestabilidad permanente amenaza su progreso. Todas estas noticias son buenas, pero no son suficientes para que el país pueda estar seguro de salir del abismo.

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