De cómo el Lazarillo cayó al río y fue salvado in extremis (fin)

(Una historia real ocurrida en el paraje de "El Castigo", en Tejares)

Si nuestros hipotéticos lectores han leído los capítulos anteriores de esta historia, la habrán visto como una ficción más o menos afortunada. Sin embargo, hay en ella atisbos de unos sucesos reales vividos en Tejares hace algunos años, en relación con las roturas de la pesquera, los planes municipales y la reacción de los vecinos ante ello.

El 1 de octubre de 2011 un grupo de vecinos se reunió de madrugada al lado norte de la pesquera con intención de arreglarla, pues su rotura, de unos 12 metros, había alterado el cauce, dejando en seco un buen tramo del lado sur, el que da al barrio. El aspecto del río en esa zona era penoso, pues en el lecho se veía mucho escombro, suciedad, ratas, etc. En ese momento llevaba ocho meses así, debido a una actuación municipal que pretendía eliminar totalmente la pesquera y construir una escollera de 263 metros al otro lado. Los vecinos, tras haber conseguido que un tribunal parase cautelarmente la obra, y ante la pasividad de la CHD y del ayuntamiento, ahora trataban de arrojar al cauce con una retroexcavadora los escombros de la demolición parcial de la propia pesquera, tapando la rotura y formando así un muro que la cerrara. Pero a los pocos minutos de comenzar a trabajar, la policía local se presentó en el lugar y puso una denuncia a los presentes por "obras sin licencia urbanística". Luego vinieron cinco multas de 6.000 euros en total a cuatro vecinos y a la asociación TormeSOS.

Este expediente sancionador debe figurar en la antología de la arbitrariedad y del disparate administrativo (y quizá también en el de la prevaricación, como tuvimos ocasión de decir en un pleno municipal delante del entonces alcalde Fdez. Mañueco), toda vez que:

1.- Se basaba en que se hicieron obras en la pesquera, cuando la realidad fue que no se hizo nada y que el azud siguió roto durante varios años más, como estaba, y sus escombros en la orilla.

2.- El expendiente invocaba la "restauración de la legalidad urbanística" como motivación principal. Lo cual era una broma de mal gusto, dado que poco después el Tribunal Supremo de Castilla y León y León sentenció en contra del Ayuntamiento precisamente por la demolición de la pesquera, ordenando la reposición de la misma. Aquí el expediente toma un sesgo kafkiano, pues el ayuntamiento trataba de castigar a los vecinos obligándoles además a la reposición de los escombros de la pesquera (?), es decir: les imponía una sanción que obligaba a hacer precisamente lo que pretendían y por lo que se les castigaba. Exactamente lo mismo que tuvo que hacer meses después el Ayuntamiento por mandato judicial.

3.- Allí mismo, el parque de vehículos de la limpieza, origen de toda esta lamentable historia, hizo al Ayuntamiento acreedor de una sanción de la CHD y luego de un dictamen judicial que declaraba la obra ilegal, situación en la que sigue. Para más inri, la reconstrucción del azud se hizo mal y hubo una segunda rotura de la pesquera en 2015, la cual duró también varios años. En total han sido unos cinco años los que el río ha estado en un estado penoso.

Visto el asunto a posteriori, entendemos que el Ayuntamiento, lejos de castigar a los vecinos que se opusieron a sus absurdos designios en Tejares, debería pedirles perdón y agradecer su actuación, de la cual se derivó el ahorro de casi un millón de euros, que era el importe del citado proyecto de escollera (ya se había adjudicado a FCC); y, sobre todo, debía darles una recompensa, al menos moral, por haber evitado unas obras que hubieran sido desastrosas para el barrio de Tejares, el río Tormes y toda Salamanca. Algo que, además, hubiera hecho inviable la realización de buena parte de los proyectos del actual Plan "Tormes+", del que tan ufano se siente ahora el ayuntamiento.

(El gráfico está tomado del proyecto de demolición de la pesquera. En él se advierte la supresión de la pesquera, el estrechamiento del cauce, el perfil de la escollera y el solar que ocupa el parque de vehículos de limpieza, que se suele borrar o desdibujar en los planos municipales, como si no existiera)