Profesor, incansable divulgador de la obra de otros autores, es una de las voces más originales de nuestra poesía
Tiene Pablo García Malmierca un aspecto rotundo como su discurso, una seguridad sobria de paisaje trazado a escuadra de cielos y barbechos, respiración pausada llena de palabras e imágenes porque su mirada de gran angular todo lo abarca: poesía, relato, crítica, fotografía, edición, docencia? totalizadora visión de un artista pleno de consciencia, de seguridad profunda y sorprendente, como este libro que firma con la tinta estremecida de la pluma que guarda cuidadosamente, delicada fortaleza, rotunda delicadeza.
Charo Alonso: Te defines como artista. ¿Qué significa esta palabra tan grande?
Pablo Malmierca: Ahora mismo no recuerdo en qué lugar hice tal afirmación, me resulta muy lejana. Para mí la creación en todas sus vertientes es una forma de estar y de conocer el mundo, de interpretarlo en definitiva. Hace ya un tiempo escribí una pequeña reflexión sobre la palabra poeta en la revista chilena Pluma roja, sobre todo, por el uso que se le da en la actualidad. Todo comenzó por la costumbre de algunas personas que al dirigirse a mí utilizaban esa palabra ¿Qué significa ser poeta? En aquel momento me llamaba la atención la mercantilización del término, su uso y abuso. En estos momentos, en los que intento mantener mi independencia poética y autorial, pienso que simplemente escribo, escribo como necesidad de diálogo, como necesidad de interpretar todo lo que me rodea.
Ch.A.: Y lees cuidadosa y generosamente a otros poetas y escribes sobre ellos.
P.M.: Antes que autor me considero lector, para mí es una forma de estar en el mundo junto con la escritura. Leo prácticamente todo tipo de libros y de géneros y quizá por afinidad me decidí a compartir mis lecturas en forma de reseñas, primero en mi blog y después en la revista Intercostal que codirijo o en revistas electrónicas como la ya desaparecida Cubical Magazine o en la actualidad en Culturamas. Leer es dialogar con los textos y siempre conlleva un aprendizaje que nos ayuda a mantener los pies sobre la tierra. De ese diálogo parten nuevas ideas y una base que después se puede reflejar en tus propios textos. Además creo que siempre se puede aportar y sumar con esas lecturas.
Ch.A.: Hay poca generosidad a la hora de leer al otro? ¿Egoísmo, quizás?
P.M.: El egoísmo y el egocentrismo son algo inherente al ser humano, y en la actualidad vivimos en la época de las pantallas donde solo importa la visión que los demás tengan de nosotros, pero poco importa entender al otro, comprenderlo. Evidentemente esta afirmación tan radical no se puede aplicar a todos, pero es uno de los males del mundo en que vivimos. Vivimos de cara a los demás, pero no porque nos importen sus problemas o sus sufrimientos, vivimos de cara a los demás esperando un gesto de aprobación, que normalmente conlleva una posición de superioridad. La poesía siempre ha sido un lugar de minorías, y ahora por las dinámicas de la mercadotecnia y de la búsqueda de beneficios se ha tratado de convertir en un lugar de masas.
Ch.A.: ¡Quién nos iba a decir que el poeta tuviera que convertirse en un influencer!
P.M.: La poesía siempre ha sido un trabajo silencioso y artesanal que nada tiene que ver con la venta de modelos de comportamiento o modelos de poeta. Lo que ahora nos venden mediante las redes o los distintos medios de publicidad que las grandes editoriales tienen a su disposición, más que poesía es imagen, y eso crea monstruos. De todas formas, como en todas partes, hay personas con unas poéticas excelentes y que son sumamente humildes y otras con poéticas desastrosas que tienen egos que no caben por las puertas. Podría estar hablando sobre esto durante mucho tiempo, los problemas de egos y grupos poéticos llevan siendo algo intrínseco a la creación desde siempre.
Ch.A.: ¿El arte, la poesía, necesitan de visibilidad? ¿De actos, de encuentros, de espectáculo...?
P.M.: Por desgracia sí. Hoy en día la poesía necesita de una persona que sepa publicitarse y sepa manejar las redes para tener la máxima visibilidad posible. Hay casos de autoras ya consolidadas como Olvido García Valdés, que sin una presencia abrumadora, va consiguiendo premios a su carrera literaria. Pero este no es el caso más común, ahora mismo vivimos una época dominada por el ruido, con ruido me refiero a la cantidad de información de la que disponemos, porque hacerse oír en ese maremágnum es algo muy complicado. Ser escuchado, ser leído resulta un reto para el autor y es muy fácil acabar diluido en esa riada de datos. Además, la visibilidad en muchos casos no tiene que ver tanto con la calidad literaria, sino con querencias e intereses editoriales. Desde mi posición de escucha, de espectador, veo a muchas personas comenzar con mucha fuerza y después retirarse víctimas de su impotencia ante la imposibilidad de poder dominar esas fuerzas externas que, como diría Bourdie, dominan el actual campo de la literatura.
Ch.A.: Y sin embargo la escritura es callada, solitaria. ¿No es una paradoja?
P.M.: No lo veo como una paradoja. Son dos cosas diferentes. Ahora se confunde escritura con el campo de la literatura, es decir, con los intereses de las editoriales, de los distintos grupos literarios, los intereses personales de los autores, eso que es el dominio público de la literatura. Pero la escritura es otra cosa, la escritura es un acto privado, de diálogo del autor consigo mismo y con su visión del mundo. El problema se produce cuando el campo de la literatura, es decir, todo lo exterior, penetra en ese acto solitario que es la escritura y lo convierte en otra cosa. Podemos escribir desde los gustos del público, desde los gustos de un grupo de poetas para ser aceptado por ellos, desde tantos lugares que al final perdemos la perspectiva de la escritura y la convertimos en otra cosa. La poesía es el lugar de encuentro entre el autor y el lenguaje, lo demás son otras cosas.
Ch.A.: Qué cierto, la poesía es el lugar de encuentro entre autor y lenguaje.
P.M.: El campo literario tiene ahora más peso, para algunos, que la propia escritura y eso se nota en los libros. Muchos defienden escribir desde el gusto del público o desde el gusto de una determinada escuela; mientras que otros defienden la individualidad del discurso, la creación de un idiolecto propio por parte del autor. Para mí ese es el camino, el de la búsqueda de una voz propia, un camino difícil.
Ch.A.: Esa voz propia que, como zamorano, tiene que sentirse muy bien en El Seminario Permanente de Claudio Rodríguez.
P.M.: Fue una sorpresa, cuando Luis Ramos me lo propuso me quedé perplejo, no cabía en mí la idea de formar parte de este Seminario. Siempre había oído hablar de él y acudido a alguna de sus jornadas. Ser parte de un proyecto donde desaparecen las individualidades y todos, tengan el nombre que tengan, trabajan por la pervivencia de una obra tan colosal como la de Claudio Rodríguez, me sigue pareciendo algo increíble. La labor del Seminario es digna de elogio, porque desde una provincia pequeña como Zamora se consigue, cada dos años, sacar adelante unas jornadas con ponentes del más alto nivel, jornadas que suponen un trabajo siempre desinteresado por parte de todos los miembros del Seminario. Además, se intenta trabajar con la divulgación editorial de la obra de Claudio y su pervivencia en la enseñanza. Debo añadir que dejé Zamora con 16 años, por eso la sorpresa y la alegría inmensas cuando me propusieron ser parte del Seminario.
Ch.A.: Te gusta el trabajo en equipo, por eso participas en una revista ¿Mejor que la tarea solitaria del blog?
P.M: El blog fue mi primer paso en lo literario, antes de pensar en publicar o hacer mi obra pública abrí Semillas en campos ajenos, que con los años ha ido creciendo con todo tipo de obra, ya sea fotográfica, narrativa, poesía, reflexión, reseña, etc. Creo que, frente a otros lugares en la red como Facebook, Instagram o Twitter, el blog se ha mantenido mejor en el tiempo. Los lectores tienen las entradas siempre a su disposición y aparecen en cualquier búsqueda frente al resto donde todo acaba por desvanecerse en poco tiempo. Requiere un trabajo más meticuloso de escritura y selección que el resto de redes, pero el resultado merece la pena y se convierte en un libro abierto para quien quiera acercarse a la creación de una determinada persona.
Ch.A.: De ahí que te llamen "artista" en vez de poeta como vimos al principio ¿Y la revista?
P.M.: Intercostal nació como un proyecto entre amigos hace unos años, es una revista en papel, no electrónica, que aúna pensamiento, poesía y crítica literaria. Nuestra intención es ser una revista independiente de modas o editoriales, totalmente autogestionada, en la que nos encargamos de todos los procesos. Hasta ahora hemos tenido la suerte de contar de forma desinteresada con grandes autores como María Ángeles Pérez López o Javier Lostalé. En el próximo número aparecerá una entrevista al poeta Basilio Sánchez, poemas de entre otras Sonia Betancourt, artículos de Luis Ramos o Faustino Lobato, además de reseñas, la plaquette de Tirso Priscilo o la pequeña antología de Waldo Santos que publicamos con motivo del centenario de su nacimiento.
Carmen Borrego: Tiene un diseño muy particular?
P.M.: Queremos que tenga este aspecto de cómic, de fanzine, porque mantenemos una vocación artesanal, nos hace gracia que siga siento de un pueblo, el Torno en el Valle del Jerte, donde la iniciamos Ibai Pascual, Nekae Trigo y yo. Ahora se han unido Faustino Lobato y Luis Ramos y fijaos si es una revista de cocción lenta que hasta que no vendemos los ejemplares de una tirada, no sacamos la siguiente. La iniciamos buscando el hueco entre las costillas, por eso se llama Intercostal.
Ch.A.: ¿Cómo planteáis el trabajo de redacción?
P.M.: Nos quejamos de que la cultura es un mundo de grupos, por eso la revista muestra a los autores con su foto, sin biografía, tratando por igual a los consagrados y a los nuevos. Nosotros no pedimos originales porque el criterio es que lo que aparece tiene que gustarnos a los cinco miembros de la redacción y lo hacemos sin prisa, en cuatro años hemos sacado tres números dándole valor a la poesía, una poesía que concebimos cercana al pensamiento. Nekae Trigo es de filosofía pero es que yo practico esa visión de una poesía ligada al pensamiento, como lo percibían las revistas de La Generación del 27. Se distribuye a través de librerías que nos parecen representativas y que la muestran, porque ya hemos hablado de la necesidad de promoción de un libro o un proyecto que de otra manera, sale y está muerto a los dos días.
Ch.A.: Eres profesor de instituto. ¿Da mejores clases de literatura un profe que escribe?
P.M.: Se lo tendrías que preguntar a mis alumnos. Mi empeño es que aprendan, claro, y que entienda la poesía ¡Alguno se acaba picando!. Tenemos un rincón de la poesía donde visualizan poemas, muestran sus vídeos? todo gira alrededor de la poesía porque pienso que si ellos entienden un poema también van a entender los textos del País que salen en la EBAU o la misma sintaxis. La poesía es imagen, como la fotografía, hay que enseñarles a mirarla.
Ch.A.: ¿Y a escucharla? Porque la poesía también es ritmo y música.
P.M.: Fíjate que la musicalidad de mi poesía no está en la métrica, sino en las palabras. Es verdad que tienes interiorizado el ritmo, pero creo que las palabras tienen su propia sonoridad, su propia musicalidad. Trato de no usar de forma consciente la métrica, de ahí que en mis libros aparezcan poemas más largos junto a frase, aforismos, haikus? Me gustan la brevedad, la concisión, el hacer poesía con dos frases, a veces, dejando a un lado los trucos de poeta como los paralelismos, recurriendo solo a la armonía que tienen la palabras, al ritmo del pensamiento.
C.B.: Dime una palabra que ahora mismo te diga algo, tenga su peso?
P.M.: Sevicia, sevicia significa odio. Este libro pertenece a la trilogía del estremecimiento porque después de todo lo que hemos vivido hay que reiniciar la búsqueda del otro?
Dice Pablo Malmierca que "Leer es un diálogo con el autor", y escucharle también. Abrir su libro y sentir los versos breves y certeros Somos el puente/entre el yo y el ellos. La Isla del Soto se llena de puentes para atravesarlos y juntarnos para el encuentro, ahí a la sombra estremecida de los árboles, los pájaros y el agua que tiene el ritmo que no cesa. Sobre la madera del banco, el libro abierto Intentamos alcanzar/el significado del infinito. Y cruza el puente sobre el río el poeta. La tarde se estremece.
Fotos de Camen Borrego