En ocasiones, pienso en la cosa de la literatura y el arte como un proceso donde de antemano debe presentarse una suerte de sincronización con el objeto artístico para poder acometerlo en su lectura o contemplación. Lo mismo pienso a veces a propósito de la escritura. Si bien el escrito no precede al acto de escribir, pues resulta necesario redactar ese texto para darle su existencia en el papel, se me antoja encontrar la naturaleza de esa composición como el ingreso a una frecuencia de radio desde donde podemos recuperar una transmisión viniendo del más allá o el más acá. ¡Torres de Dios! ¡Poetas! | ¡Pararrayos celestes! escribió Rubén Darío.
Según el planteamiento anterior, la apreciación de una obra artística no puede darse de una manera tan sencilla como verla ligada al proceso de escoger un libro, sentarse en una silla, abrirlo y leerlo. El gozo de una pieza musical no puede surgir del mero hecho de ponerle play al estéreo y escuchar la obra. Resulta necesario prepararse. Se pone de relieve la necesidad de una liturgia, con su respectivo orden en la manera de llevar a cabo el asunto. ¿Pero acaso será así para todas las personas?
De una manera u otra, no se encontraría fuera de lugar la ocasión se señalar un vínculo entre lo descrito arriba y las costumbres de las personas. Los rituales permean el comportamiento de los seres humanos en sociedad y en cuanto seres individuales. Un abanico de prácticas situadas en diferentes puntos de nuestra experiencia vital configura rasgos esenciales de nuestra personalidad e identidad. Nos construimos, o nos reafirmamos, día a día y en relación con ese punto de partida de nuestro nombre propio enfrentamos el mundo desde nuestra interioridad vuelta hacia nosotras y nosotros mismos y hacia el exterior. Para que exista el otro con un perfil bien delineado al parecer requiere de antemano un perfil bien delineado en uno o una. Pero esto es bien sabido. No estamos aportando nada nuevo aquí. El lector ?gracias por haber llegado a este renglón? se preguntará entonces adónde se dirige esta columna.
Don Quijote de la Mancha
Edición del IV Centenario, Alfaguara
Recientemente, he puesto atención subrayada en una práctica de lectura de una persona a quien admiro. El respeto y el aprecio atesorados hacia ese hombre letraherido provienen de una fecha lejana, cuando entré en contacto con él. Si bien sus primeros años de la juventud y la vida adulta no se vieron atravesados por toneladas de libros en sus horas de ocio y esparcimiento, esa cultura de la página impresa recorrida en el silencio de la lectura paulatinamente se vio fortalecida hasta llegar a un extremo portentoso. Mas la actividad no se encuentra desprovista de signos exteriores que puedan servir de indicios para la reconstrucción de su itinerario intelectual. Como instrumento de su práctica se ha volcado en su travesía espiritual el arte del subrayado y la escritura marginal. Su biblioteca docta y no austera, por lo tanto, se aprecia anotada en abundancia de trazos y grafías en tinta de bolígrafos. El objeto libro luce esa estética hipertextual embelleciéndolo, y el flujo semántico del autor idea a idea entabla una conversación con quien lo lee. Se cumple, como todos lo tenemos en la mente en este instante, aquello señalado por Quevedo en su soneto sin complicaciones «Retirado en la paz de estos desiertos».
Don Quijote de la Mancha
Edición del IV Centenario, Alfaguara
En este momento, debido a la extensión alcanzada hasta el párrafo presente, me limitaré a redondear lo expuesto arriba, dejando solamente al lector en la oportunidad de conocer una muestra discreta del arte de lectura de la persona amiga mía señalada en el párrafo previo. De ese modo, recapitulando las ideas de la construcción de nuestra persona con base en los dispositivos intelectuales, materiales, espirituales, etc. del día a día, para estar en condiciones de encarar el mundo, de la liturgia propia de cada quien para la práctica de cosas sencillas como tomar los alimentos, o complejas como el estudio de un tema sesudo o creativo, de la experiencia estética como un proceso de afinidades entre las almas, así sin más daremos paso a la observación de las imágenes apalabradas renglones arriba. El conjunto del volumen en la columna del sábado 21 nos moverá a cavilar por qué la escritura se compone con la vida.
Rayuela
50 Edición conmemorativa, Alfaguara, 2015
Rayuela
50 Edición conmemorativa, Alfaguara, 2015
Rayuela
50 Edición conmemorativa, Alfaguara, 2015
Música, sólo música
Tusquets, Andanzas, 2020
14 de agosto de 2021
Xalapa, Veracruz, México
Juan Angel Torres Rechy
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