"La enseñanza se ha puesto muy complicada, y uno no sabía ni qué enseñar, ni como enseñar, ni a quién enseñar" (Gonzalo Torrente Ballester)
A veces en nuestras caminatas, entre personas mayores, se recuerdan las vivencias, de cada uno de nosotros, aludiendo casi siempre a la anécdota, a las alegrías, a las penas, a la familia, a los padres y madres que ya se fueron, y también al recuerdo de algunos amigos de jaranas, de juegos, del trabajo, a veces se discute acaloradamente, con el fin de mantener tu cuota de razón, sin un sólido argumento, pero se aliña y se entremezclan con algunas hazañas, exageraciones, y puntos de vista; en las que se echan a veces en falta, alguna disciplina y afición que aún tenemos el honor de conservar. Yo pienso y- seguramente me equivoque- que según sea el estado de ánimo, así nos luce luego el debate.
Y un día cualquiera, se entablo la situación de los colegios, de la educación de nuestros tiempos, de la que hoy reciben nuestros nietos, de las tecnologías que nos invaden, y del comportamiento visceral, desentendido y egoísta que hoy mantienen mucha parte de esa juventud, que nos debería relevar, de la difícil tarea de padres, de esa libertad apresurada, y a veces incontrolable etcétera. Y ciertamente la cuestión siempre se torna complicada y difícil en muchos de los términos, en los que esta se presenta:
Este proceso comenzó en el campo de la enseñanza por la imposición de nuevas normas reflejadas en la supresión de la coeducación, de modo que, de aquellos colegios restringidos de muchas materias, pero amplios en la disciplina, el miedo más que del respeto al profesorado y al entorno familiar, evidentemente todo era hermético, áspero y algunas ocasiones violento. El colegio, nuestros colegios eran un férreo aprendizaje, en los momentos y tiempos que vivíamos, y el contraste de lo que ahora se reproduce ante nuestros ojos. Veníamos de una inacabable posguerra, y la renovación inmediata se debía contar con centros escolares segregados, ?es decir, unos para los niños, y otros para las niñas?; además: como ha señalado algún erudito en la materia, la educación dejó de concebirse como un servicio público para entenderse como un derecho individual a elegir educadores, lo que en la práctica se sustanciaba con una política de apoyo a los centros de la Iglesia».
El volver a definir claramente los papeles asignados a la mujer y al hombre se perfiló como una de las principales tareas del gobierno. El franquismo restauró el modelo de la familia tradicional, patrón según el cual a ella le correspondía ser ama de casa, porque debía solo aspirar a actuar como madre y esposa ejemplar cuidadora de la familia, en reconocimiento y aceptación de su posición subordinada respecto al marido.
El varón, por su parte, era percibido como el principal proveedor de la familia, como su miembro más significativo, «el que tiene las riendas en sus manos», y por ello debía asumir la responsabilidad por los demás, y tomar decisiones importantes. Los novios podían desarrollar su vida íntima tan solo después de contraer matrimonio, ya que las relaciones prematrimoniales se tenían por inmorales y se anexaban al pecado. La institución del matrimonio establecía, por eso, un vínculo firme, sagrado e indisoluble, de ahí que no se admitiese el divorcio. La honra femenina por un lado y la virilidad masculina por otro, significan pilares elementales sostenedores de las relaciones de pareja.
A este respecto, entraña gran importancia algo que quizá podemos relacionar con el principio de «vigilancia colectiva», fenómeno que se da en todos los sistemas totalitarios o antidemocráticos, y que tiene un enorme impacto en la vida privada de la gente, como en el caso de la posguerra en España. En virtud de este criterio se puede sostener que en la sociedad española de aquel momento pesaba enormemente la opinión pública, «el qué dirán», al que se subordinaba el comportamiento de todos, conforme con un esquema del mundo bipolar que contrapone las conductas repudiables a las respetables.
Por eso cuando mis compañeros de caminata y servidor, ven a escolares, insubordinados, profesores que a duras penas dominan la situación, hijos, nietos o familias separadas, divorcios y otras formas de establecerse y concebirse las familias, son los momentos, delicados, donde se bifurcan los caminos, y donde asoman los razonamientos más individuales y peregrinos, para que finalmente después de despacharse? cada cual se ira rumiando que:- mañana será otro día-. Y, ya lo dejo? Vale?
Fermín González salamancartvaldia.es blog taurinerías
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