La contemplación de la bella ceremonia de clausura el domingo de los Juegos Olímpicos de Tokio, me hizo fantasear en la pregunta de cómo sería la Humanidad que celebrara cada cuatro años un Congreso Mundial de valores humanísticos, en el que siguiendo la filosofía de los actuales Juegos Olímpicos no hubiera tanto perdedores, sino ganadores en cada una de las conductas colectivas que definen a una sociedad civilizada, justa y libre.
Sería un Congreso Mundial en el que un jurado internacional de expertos de todos los países del mundo decidieran objetivamente qué naciones habían sido las mejores en todos aquellos campos que hacen a la humanidad más feliz y pacífica; es decir este imaginado Congreso Mundial sería una suma de lo que son actualmente los Juegos Olímpicos, unidos a las materias que tienden a valorar los premios Nóbel, ampliadas a todas las conductas sociales que pueden ser evaluadas en cada nación: la paz interna y externa durante esos cuatro años, el grado de libertad de sus ciudadanos, el nivel de cultura alcanzado, de desarrollo en las distintas Artes, el estado sanitario de la población, la ausencia de violencias y de rechazo de cualquier tipo de minoría diferente, los logros sociales y económicos conseguidos durante ese periodo, etc.
Plantearse un Congreso Mundial de Deportes, Cultura y Valores Cívicos no sería una utopía más grande que la que hizo materializar la institución de las Naciones Unidas en 1945 o la creación, por iniciativa del sueco Alfred Nobel, de los anuales Premio Nóbel, a principios del siglo XX. Cuando un grupo internacional de expertos en evaluación nacional de los distintos campos se pusiese en marcha para ir concretando todos los pasos y criterios, ya comenzaría la imagen de la Humanidad, como conjunto a cambiar a mejor.
Algunos hechos diferentes han sucedido en estos Juegos Olímpicos de Tokio, jugados en medio de una pandemia que ha dejado cientos de miles de muertos, millones de contagiados y economías maltrechas, por un nuevo virus aparecido hace un año y medio: el primer hecho diferente de esta Olimpiada de Tokio ha sido el convocarla y efectuarla sabiendo las autoridades niponas, a priori, que iban a tener pérdidas económicas, como así ha sido; unos 20.000 millones de euros de déficit. Lo cual significa que para las autoridades japonesas han tenido más importancia los valores humanísticos de encuentros de deportistas de todo el planeta, que las pérdidas por turismo y por dinero invertido. También han sido nuevas algunas anécdotas: las declaraciones de una de las deportistas mejores del mundo, la norteamericana Simone Biles, anunciando su retirada para cuidar su salud mental debilitada por la presión mediática en las competiciones, las actitudes de los ganadores, felicitando con espontaneidad a los rivales perdedores, más claramente que en las anteriores celebraciones; la importancia dada a la participación, subrayando el factor azar en la determinación de las medallas ganadoras ( como hemos visto por ejemplo en el desarrollo del equipo de la Selección Española, un gran equipo, cuyo último partido con Brasil fue decidido más por el azar que por las cualidades de equipo).
Si no se crearan utopías mínimamente realistas no habría avances. Si no existieran las Naciones Unidas muy probablemente habría habido después de la II Guerra Mundial más conflictos bélicos entre las naciones, de los que ha habido. Los Juegos Olímpicos es una excelente idea y acontecimiento de la Humanidad, que le debemos a Grecia.
¿Por qué solo los deportes tienen esa gran oportunidad de encuentro festivo entre todas las naciones?
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