A cargo de la maestra que regentaba el taller, una pequeña habitación, el grupo de aprendizas cosía bajos, sobrehilaban, pegaba botones y cremalleras sin parar
Eran habitaciones pequeñas donde las mujeres confeccionaban la ropa. Tenían una maestra que era la modista y regentaba el taller. A su cargo un grupo de aprendizas que cosían bajos, sobrehilaban, pegaban botones y cremalleras sin parar.
En algunos talleres se encontraban grupos de niñas pequeñas a las que sus madres mandaban para que fuesen aprendiendo a coser, y eran las encargadas de quitar hilvanes.
Los días pasaban entre telas, vivían entre hilos de colores y vestidos preciosos que ellas nunca lucirían, pero a pesar de ello los hacían y los mimaban con gusto hasta llegar a la clienta que los había encargado.
Eran talleres donde las mujeres trabajadoras se ganaban la vida sin parar de coser. Se respiraba un ambiente agradable donde compartían ilusiones y desesperanzas entre hilos y vestidos de colores.
Fotografía de Venancio Gombau, donde un grupo de costureras posan en su estudio de la calle del Prior.
Fuente: Fondos Gombau.