Sábado, 28 de diciembre de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Fabián Vicente del Valle, el salmantino que fue abanderado de España en los Juegos Olímpicos de...
X

BOXEADOR Y POLIFACÉTICO DEPORTISTA

Fabián Vicente del Valle, el salmantino que fue abanderado de España en los Juegos Olímpicos de...

Actualizado 03/07/2021

Campeón de España amateur de boxeo en 1934 y 1935, miembro del COE, presidente de las Federaciones de Boxeo, Judo y Lucha y exitoso militar

Estiarte, Rafa Nadal, David Cal, Pau Gasol, el Rey Felipe VI, Paquito Fernández Ochoa. Son sólo algunos nombres de la selecta lista de deportistas que han tenido el privilegio de portar la bandera de España en la inauguración de unos Juegos. Probablemente, todos ustedes hayan sido, incluso, testigos a través de la televisión de esos momentos.

Sin embargo, lo que muchos de ustedes a lo mejor no conocen es que uno de esos privilegiados, de los primeros ilustres era salmantino, probablemente una figura clave para entender el deporte nacional por su entrega y por su presencia en numerosos cargos. Hablamos de Fabián Vicente del Valle, abanderado de España en los Juegos de 1948.

Nacido en la capital del Tormes el 28 de octubre de 1912, hablamos de un deportista descomunal en todos los aspectos en su talla deportiva, pero también en la física, pues superaba de largo el 1,90, algo inusual en aquella época. Eso le daba una complexión difícil de igualar y le convertía en un verdadero titán. Pero si apasionante fue su vida deportiva en sus múltiples facetas, también lo fue la personal, donde desarrolló una larga y éxitosa carrera como docente y como militar.

La carrera deportiva de Fabián comienza bien pronto, cuando en su juventud bate ya los primeros récords provinciales de lanzamiento en El Calvario. Junto a su hermano Florencio, Ramón Unamuno ?hijo del afamado escritor de la generación del 98?, Terreiro, Vega y Manolo Escudero formó parte de la primera sección de atletismo de la Unión Deportiva Salamanca. A finales de los años veinte y principios de los treinta.

Su padre, todo un referente en la ciudad donde fue capitán de la Comandancia de la Guardia Civil, dejó un episodio histórico tras subir a los tejados de la Plaza Mayor para sofocar un incendio en los años treinta. Por eso, su hijo se va a la Academia de Guardias Jóvenes para cursar allí el bachillerato. Realiza dos años de prácticas como Guardia Civil de segunda clase. A su regreso ingresa en la Universidad de Salamanca para licenciarse en Química y, aunque sigue practicando atletismo, empieza a despertarse en él su pasión por el judo (le enseñan compañeros japoneses) y por el boxeo.

En 1931, en un gimnasio de la UDS en El Calvario empieza a practicar boxeo con su amigo Guillermo Ruiz (a la postre campeón de España del peso wélter). Comparte con él numerosas veladas en el frontón de San Bernardo y en el Salón Gran Estambul. Sus 198 centímetros de altura y 104 kilos de peso hacen que no encuentre ni rival para comenzar y se marcha a Madrid, a la Sociedad Ferroviaria. Debuta como amateur y arrasa ganando el Campeonato de España y maravillando por su pegada y por su estampa. Pronto entra a formar parte de la selección española de boxeo y a combatir con púgiles de otras nacionalidades, aunque decide no dar el paso de pasar al profesionalismo para continuar con sus estudios.

El sueño olímpico

En 1936, en su mejor momento, se clasifica para Juegos Olímpicos de Berlín. De hecho se pensaba en él como uno de los favoritos. También se clasifica para los Juegos Populares de Barcelona, pero la Guerra Civil le impide ir a unos y a otros.

En 1937, tras una gira con fines recaudatorios junto a Paulino Uzcudun, se convierte en oficial de aviación. Primero es alférez provisional, pero con el tiempo se hace teniente de carrera tras obtener el título de tripulante de vuelo. Durante los últimos días de la guerra, sirvió en un avión de la famosa Brigada Aérea del Norte.

Tras la guerra se titula como profesor de Educación Física en la Escuela de Gimnasia de Toledo y luego marcha a Murcia para crear la Academia General del Aire. Organiza ambas áreas de forma tan extraordinaria que aun hoy siguen vigentes.

Abandona la práctica del boxeo pero se convierte en vicepresidente de la Española. En 1945 es seleccionador y publica distintos libros sobre técnica pugilística.

En 1948 es elegido para llevar la bandera nacional. Su cargo, su buen hacer, su no participación en 1936, su porte y su reconocimiento público lo convirtieron en el candidato ideal. Paseo la bandera ante 80.000 espectadores. El Adelanto de Salamanca lo reseñó como algo histórico.

Al inicio de la década de los 50 retoma su afición por el judo y asume la presidencia de la nueva Delegación Nacional de Judo, haciendo crecer esta disciplina a niveles no alcanzados hasta entonces. Alcanza el cinturón negro y se convierte en profesor, llevando este deporte a colegios y Universidades e implantándolo en el Ejército y en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Además, como militar, introduce competiciones deportivas y entrenamientos físicos para los soldados y empieza a reclutar jóvenes deportistas profesionales y también de otros ámbitos. Palomo Linares, Santillana, Irureta o Tirapu estuvieron a sus órdenes. También hijos de famosos como Matías Prats o Tony Leblanc. Con los piragüistas consigue vencer el descenso del Sella y con los futbolistas consigue el campeonato del mundo militar. Se encarga también de celebrar las competiciones internacionales celebradas en España, como los campeonatos del mundo de atletismo o natación o esquí.

Pero su pasión por el deporte es tal que deja la Federación de Judo y se pone al frente de la Española de Lucha durante tres años, duplicando licencias, contratando a entrenadores y creando nuevas escuelas, aprobando la entrada del kárate y el taekwondo.

Toda esta labor hace que Samaranch le abra las puertas del Comité Olímpico Español hasta finales de los años setenta, mientras profesionalmente es Jefe de Reclutas de Madrid y director del colegio Loreto.

Toda su labor le permite contar entre sus amistades con gente del más alto nivel de la sociedad y del espectáculo como Rafael Farina, Santiago Bernabéu o Vicente Calderón. Entre la realeza el Rey Juan Carlos y Alfonso de Orleans fueron primero sus alumnos y después sus amigos. Esquiaron muchas veces juntos.

Con la transición su figura se fue diluyendo y también sus venidas a Salamanca. El 10 de septiembre de 1993 fallece en Madrid.

*Desde aquí agradecemos toda la aportación histórica y documental facilitada por Jorge García García para la elaboración del artículo.