Escrito por José María Manuel García-Osuna y Rodríguez, indaga en la figura y la historia del hombre que, en principio, no estaba destinado a reinar
'El Rey Ramiro II 'el Grande' de León. El invicto de Simancas', es el título del libro que indaga en la figura y la historia del hombre que reinó en la primera mitad del siglo X, escrito por José María Manuel García-Osuna y Rodríguez. Un hombre que, en principio, no estaba destinado a reinar, ya que era el tercer hijo de Ordoño II, pero sin duda la historia le tenía reservado un papel muy importante.
Tal y como explica el autor, "en el año 929 fallece, sin hijos, el rey Sancho Ordóñez de Galicia, y su reino galaico pasa a formar parte, de nuevo, del reino de León. En el año 931 fallece su esposa, la pamplonesa Oneca de León, y el soberano legionense entra en una profunda depresión"
Alfonso IV "abdica en su hermano Ramiro Ordóñez, en la urbe leonesa de Zamora, y se enclaustra en el monasterio Real de San Benito de Sahagún, hasta la primavera del año 932 en que abandona el monasterio y apoyado por sus primos Froilaz intenta recuperar el trono".
Entonces, Ramiro II de León 'el Grande' "se dirige a la capital regia donde captura a su hermano y lo encierra en la prisión de León; luego captura a sus tres primos en las Asturias de Oviedo, y las propiedades de sus tres primos le serán entregadas al fidelísimo conde Gutierre Osóriz".
En el año 932 "el ya rey Ramiro II de León ordena que los cuatro sublevados sean cegados por alta traición y, a posteriori, llevados hasta el monasterio de San Julián y Santa Basilisa de Ruiforco de Torío, donde los cuatro prisioneros permanecerán hasta su muerte. Alfonso IV fallecerá en agosto de 933".
"De esta forma tan abrupta, pero acorde al durísimo derecho medieval, accederá al trono imperial leonés uno de los más grandes de todos los monarcas hispanos de la historia, Ramiro II Ordóñez "el Grande" de León, denominado por los cronistas cristianos como 'magnus basileus', y por sus enemigos musulmanes como 'el tirano o el diablo' o por su apéndice nasal aguileño "el narizotas o el narigudo".