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Ciudad Rodrigo, una Diócesis pequeña y recogida
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LA OPINIÓN DE JOSÉ IGNACIO MARTÍN BENITO

Ciudad Rodrigo, una Diócesis pequeña y recogida

Actualizado 03/06/2021
José Ignacio Martín Benito

El movimiento ciudadano y diocesano iniciado en enero de 2021 no es algo casual ni coyuntural

La Conferencia Episcopal Española parece que viene planeando desde hace tiempo unir las mitras de Ciudad Rodrigo y Salamanca, bajo un mismo prelado. Y en ello anda, intentando convencer a la Nunciatura apostólica y al Vaticano. De consumarse esta política eclesial, supondría de facto la tan temida absorción de la diócesis civitatense por la salmantina, algo contra lo que el pueblo diocesano de Ciudad Rodrigo ha venido temiendo y a lo que ha opuesto una sentida y exhausta resistencia en los últimos 170 años.

El movimiento ciudadano y diocesano iniciado en enero de 2021 no es algo casual ni coyuntural. Pensar que ello obedece a un "ambiente de confusión" de "algarabía", de "desorden" y de "acoso" -como lo ha definido el actual administrador apostólico-, es no conectar y desconocer por completo los sentimientos de las gentes de esta tierra y, en consecuencia, subestimarlos.

Una de las razones por las que la Conferencia Episcopal Española quiere unir en una sola cabeza los episcopados de Salamanca y Ciudad Rodrigo es porque esta es una diócesis pequeña y que ha perdido población. Solo pueden utilizar este argumento quienes desconocen realmente la historia eclesial de la diócesis civitatense.

Ciudad Rodrigo siempre fue -desde sus orígenes en 1161- y lo sigue siendo, una diócesis pequeña y azotada continuamente por la despoblación. Sus obispos -que finalmente acabaron integrándose en el alma de su pueblo- eran conscientes del tamaño territorial. Bernardo de Sandoval y Rojas, cuando fue obispo de Ciudad Rodrigo, escribía en 1587 a Felipe II que la diócesis "es tan recogida que el lugar más apartado no está diez leguas de Ciudad Rodrigo". Al ser una diócesis enclavada en la Raya hispano-portuguesa, los conflictos y las guerras, provocaron oleadas despobladoras, que han sido muchas. Sin embargo, no por ello, Sede Apostólica tomo la decisión de acabar con ella. Cuando por mor del Concordato entre el Reino de España con la Santa Sede de 1851, Ciudad Rodrigo se unió a Salamanca, se inició en nuestra ciudad y en todo el territorio diocesano un intenso movimiento de resistencia por la recuperación de la diócesis, que culminó, primero en el nombramiento de un administrador apostólico en 1884 y después, en la restitución de los derechos episcopales en 1950.

Así pues, lo pequeño -en territorio y en almas- no puede ser excusa para unir Ciudad Rodrigo a Salamanca, ni siquiera para que un mismo obispo rija las dos diócesis. Como escribía en enero de este año el canónigo civitatense don Ángel Olivera Miguel "la pequeñez es la medida evangélica". Y el Evangelio muestra la palabra de Cristo. Estoy seguro de que el Santo Padre no será indiferente a ello, por más que algunos desde la jerarquía eclesiástica española le aconsejen unir ambas mitras. Confío que el libro ¡Surge civitas!. Vindicación del obispado de Ciudad Rodrigo, le haya llegado y, como buen seguidor de San Francisco, piense en los más humildes, en los necesitados, en los más pequeños, como lo son los feligreses de la diócesis de Ciudad Rodrigo, un territorio obligado y forzado por la resistencia. ¡Surge civitas!

José Ignacio Martín Benito

Correspondiente de la Real Academia de la Historia