Las elecciones a la Comunidad de Madrid han dejado tras de sí tres certezas y decenas de incógnitas.
La primera de todas, el apabullante triunfo de Isabel Díaz Ayuso. Después, la abducción electoral de Ciudadanos por el Partido Popular y, en tercer lugar, la desaparición de Pablo Iglesias del primer plano de la vida política; aunque dado que ésta le gusta más que el merengue a un niño, haga lo que haga seguirá con su actitud de vanidad y de sobreexposición mediática. Si no, al tiempo.
Las incógnitas comienzan, para mí, cuando se pretende trasladar el éxito del PP madrileño al ámbito nacional. Craso error. Si algo ha caracterizado a los ganadores de cada bloque enfrentado ha sido operar en clave regionalista, como partidos autónomos frente a una actitud centralista. Esto, que es obvio en el proceder de Más Madrid respecto al PSOE, resulta más válido todavía en la conducta madrileñista de la Presidente de la Comunidad.
Si observamos las anteriores elecciones regionales, vemos que los resultados en Galicia, Euskadi y Cataluña han sido bien distintos, pero con el común denominador del predominio de los modos territoriales sobre la política nacional. Y eso es lo que ha pasado en Madrid, donde se ha explotado al sumun el orgullo del particularismo de Madrid frente al Gobierno central, esté éste presidido por Pedro Sánchez o cualquier otro.
Se equivocan, pues, quienes trasladan mecánicamente la victoria de Díaz Ayuso a un eventual éxito electoral de Pablo Casado. En ese sentido, las elecciones madrileñas han acentuado los particularismos regionales, aunque sean artificiales, como en el caso de Madrid, frente a un ideario nacional.
La otra gran incógnita, entre muchas más, es el futuro de Ciudadanos, que aún conserva importantes dosis de poder, desde la Comunidad de Castilla y León, como muleta del PP, hasta cantidad de ayuntamientos y entes menores. El hundimiento de sus siglas puede producir un abandono masivo del partido o un vegetar de cargos en espera de recolocación. Ésta es una de las amarguras de la política que, antes que Ciudadanos, padecieron ya muchos partidos.
Enrique Arias Vega
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