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“La doble muerte de Unamuno” La memoria necesaria de Luis García Jambrina y Manuel Menchón...
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Día del Libro

“La doble muerte de Unamuno” La memoria necesaria de Luis García Jambrina y Manuel Menchón...

Actualizado 23/04/2021
Charo Alonso

El cineasta y el novelista y profesor de la Universidad de Salamanca firman a cuatro manos esta crónica histórica y periodística sobre la muerte de Miguel de Unamuno

El cineasta y el novelista y profesor de la Universidad de Salamanca firman a cuatro manos esta crónica histórica y periodística sobre la muerte de Miguel de Unamuno.

Celebrábamos la reciente publicación de la última entrega de la serie de intriga histórica de Luis García Jambrina, El manuscrito de barro, protagonizado por su pesquisidor, Fernando de Rojas, cuando el autor zamorano habitante de nuestra Salamanca universitaria, nos anunció que estaba a punto de publicar un nuevo libro.

-¡Luis por favor! ¿Cómo lo haces?

Un libro a cuatro manos con el cineasta malagueño Manuel Menchón donde Jambrina regresa a la muerte de Miguel de Unamuno, un tema que recreó desde la ficción en uno de sus exquisitos y tempranos libros de cuentos Muertos S.A, publicado en el 2005. El relato "El último café", presente en la antología de relatos castellano-leoneses aparecida reciente en el 2021, nos devuelve a uno de los episodios más vergonzantes de la Guerra Civil española vivida en Salamanca, protagonista a su vez del documental de Manuel Menchón estrenado en el 2020 donde se cuestiona la versión "oficial" de la muerte del rector. Ambos, cineasta y narrador, se han unido para publicar en Capitán Swing, un ensayo que tiene mucho de crónica en su indagación periodística, historia y literatura. Un título para esta semana del libro sorprendente y definitivo con la que volvemos a retomar la charla siempre cercana y estimulante con Luis García Jambrina, quien prologa también la nueva edición publicada por la Universidad de Salamanca de La tía Tula.

-¿Cómo habéis hecho el trabajo a dos manos?

-Manuel Menchón y yo nos conocimos hace poco más de un año en Madrid, en una mesa redonda sobre Unamuno y el incidente del 12 de octubre en el paraninfo. Por entonces él estaba preparando el documental "Palabras para un fin del mundo" y yo me interesé por su investigación. Como muchas de las cosas que Menchón había ido encontrando iban a quedarse en el tintero, pues no tenían cabida en la película, comenzó a plantearse la idea de hacer un libro con el fin de profundizar en esos materiales y ampliar un poco la investigación y ahí es donde entré yo. Hace unos quince años yo había publicado en un libro un cuento sobre la muerte de Unamuno. Ese cuento luego se ha traducido y ha aparecido en alguna antología. En él parto de los recuerdos de una mujer que era casi una niña cuando murió Unamuno, del que era vecina. Y luego me quedé con las ganas de seguir indagando en ese asunto, que siempre me ha interesado.

-Es una edición magnífica y un ensayo que se lee de forma muy ágil, no parece una indagación histórica al uso.

-La idea es que el libro vaya más allá de lo expuesto en el documental, con un tono más reflexivo y una mayor argumentación. Es un libro escrito con rigor y documentación, pero también con pasión. Lo primero que hicimos fue revisar todos los documentos y materiales que Menchón había recopilado, ampliarlos con mis aportaciones, profundizar en ellos? El proceso de escritura luego fue rápido, pues queríamos que el libro tuviera tensión y pudiera leerse con agilidad. Ha sido una experiencia enriquecedora y apasionante.

-¿Qué te ha llevado a este tema en concreto? ¿La película? ¿Tu trabajo con las ediciones de Unamuno? ¿Tu cuento de "Muertos SA?

-Mi fascinación por Unamuno viene de la adolescencia, gracias al filólogo, escritor y pensador zamorano Agustín García Calvo, que hablaba de él con bastante veneración. Cuando trabajé como becario en la Casa-Museo Unamuno, me interesé mucho por la figura de Unamuno y no solo por la obra. Siempre tuve interés en escribir algo sobre su muerte y sus últimos meses. Pero lo fui dejando, hasta que se me ocurrió en 2005 el cuento titulado "El último café", que escribí a partir de los recuerdos de una mujer que era casi una niña cuando murió Unamuno, de la que su familia era vecina. Estos recuerdos me los contó su nieta. Creo que en la muerte de Unamuno, tanto la real como la simbólica, se resume un poco la Guerra Civil y la historia de España en ese momento. De ahí mi interés.

-Has encontrado un nuevo género híbrido entre la narrativa, el ensayo biográfico, la crónica histórica, periodística... ¿Es el signo de los tiempos?

-La literatura está siempre en continua renovación y cambio, y una de las principales vías de renovación viene de la mezcla de géneros y discursos diversos. En este caso, además, era una necesidad, pues se trata de un asunto complejo, lleno de enigmas, lagunas y oscuridades y había que abordarlo desde diferentes perspectivas. También intentamos ser coherentes con la figura y la obra literaria de Unamuno, que es el gran renovador de la literatura española a comienzos del siglo XX. Como explicamos al comienzo del libro, "no es un libro de historia ni un trabajo académico. Se trata, en fin, de un cruce de crónica y reflexión, indagación histórica y biográfica y recreación literaria en torno a las circunstancias de todo tipo que rodearon la muerte de una de las figuras más controvertidas y fascinantes de la España reciente". Tampoco pretende ser un punto de llegada, sino un punto de partida para posteriores investigaciones que ahonden más en el asunto, tal vez desde otras perspectivas.

La perspectiva de Manuel Menchón, joven cineasta que se interesó por Unamuno al rodar su película sobre el destierro canario del autor, y de Luis García Jambrina, parte de su empeño por desmontar la versión oficial sobre la muerte "por causas naturales" del rector que empezó a relatarse el mismo día de su fallecimiento y que presenta numerosas lagunas e inexactitudes. Una muerte que no solo fue física el 31 de diciembre de 1936, sino simbólica, porque Unamuno fue enterrado como si fuera un falangista en una ceremonia que la familia vivió como un auténtico secuestro de su cuerpo y de su memoria. Una infamia, en palabras de Jambrina y más sabiendo que Unamuno era consciente de que la única manera de pervivir tras su muerte era estar en la memoria de los otros. De ahí la doble muerte de Unamuno a la que aluden los dos autores.

Unamuno, que "aborrecía de toda etiqueta", se mostraba crítico con la República en el momento del Alzamiento saludando el golpe militar aun cuando su postura era, abierta y beligerantemente contraria a toda forma de fascismo, y sobre todo al italiano de Mussolini. Sin embargo, frente a su temprana negación y a su postura, la Falange siempre tuvo el deseo de ser apadrinada por el rector de Salamanca, un intelectual de gran predicamento en el mundo cuya palabra era oída y respetada: "El día que me quiten la palabra me han matado" como afirmaba Unamuno y recuerdan los autores indagando en sus días previos a una muerte "anunciada y oportuna" que se produce cuando el rector está recluido en su casa, vigilado y custodiado para que esa palabra no tenga eco. A partir de ahí, Jambrina y Menchón recorren el relato oficial de la muerte de Unamuno, el ambiente salmantino en los inicios de la guerra, con la presencia de Franco en el Palacio Episcopal y la diplomacia italiana y alemana campando por una ciudad a la que llega el oscuro personaje que visitará al rector ?ni amigo ni alumno como ya se ha comprobado fehacientemente- y será testigo de su muerte repentina.

El lector, tras la lectura de este ensayo trepidante, escrita con la agilidad de un periodista, la maestría de un novelista y el rigor del documentalista, llegará a las conclusiones que crea pertinente ya que los autores no pontifican, muestran, despliegan sus averiguaciones y dejan el triste poso de las verdades que no están del todo dichas, de la muerte que arrebata los testimonios ciertos y las construcciones interesadas de una historia que parece escribirse antes de la muerte, ciertamente oportuna y presentida por el mismo Miguel de Unamuno, convencido de que, aunque tras el fusilamiento de Lorca, no se podían permitir un error de propaganda más, la suya iba a ser una infamia para sumar en la dolorosa cuenta de la guerra.

Luis García Jambrina y Manuel Menchón han conseguido subvertir el relato innoble de la muerte unamuniana, dándole la grandeza que perdió cuando le arrebataron quizás la vida y ciertamente la ceremonia de su muerte. De ahí que sea más doloroso aún recordar a Miguelín, el nieto del rector gritando que se llevaban a su abuelo aquellos hombres que, pretendiendo honrarle, le condenaron a la ignominia de una ceremonia falangista. De ahí que sea este un libro necesario, un libro que leemos con la agilidad de una crónica, de una trama bien urdida, rigurosa y al mismo tiempo, aunque suene cruel, amena y asequible para un lector sin conocimientos históricos ni literarios. Se trata de una nueva forma de usar el discurso a mayor gloria de la verdad, nivolando con esa libertad tan unamuniana. De ahí el aplauso a un libro necesario, y la necesidad de los libros para entender la historia que aún debe ser contada. Larga vida a Unamuno.

Charo Alonso. Fotografías de Luis García Jambrina: Carmen Borrego.