Volver al teatro, “Interior noche” de Edulogic Producciones, un estreno magnífico para...
El estreno absoluto de la nueva obra de la compañía salmantina nos devuelve el gusto por el teatro de texto y los actores magistrales
En la Sala B del CAEM resuenan los ecos de conciertos vividos y cantados en su oscuridad abrigadora, oscura e intensa que se convierte para representar Interior noche, en una exquisita librería donde Patricia Sánchez, muy metida en su papel de librera de provincias, incluso antes del inicio de la obra, se dispone a ordenar el local tras una presentación multitudinaria.
Escrita por el dramaturgo y actor Carlos Vicente, tan involucrado con la gestión cultural y con esa defensa numantina de Salamanca en su libro Laberinto de piedra y oro, ilustrado por Patricia, la obra de teatro se desarrolla ante un espectador ansioso de ir al teatro ?aprendiendo la nueva normalidad de las sillas separadas, la distancia en el saludo y el ritual del gel- a lo largo de un texto prodigioso repleto de hallazgos, natural, inteligente, lúcido e irónico y de una interpretación impecable. La absoluta empatía entre ambos actores protagonistas, Carlos y Patricia, funciona como un engranaje de relojería para contarlos la historia de Ángel, un famoso dramaturgo que vuelve a su ciudad natal para estrenar una obra y no puede por menos que visitar la librería que su antigua pareja y compañera de lides teatrales, ha conseguido montar.
La memoria, el papel de la literatura, la importancia del teatro, la juventud, esa edad en la que como decía el poeta "la vida iba en serio", son temas que se suceden a lo largo de un diálogo que atrapa al espectador y le hace partícipe del dolor por el abandono, el gusto por el recuerdo, el amor a la cultura y la necesidad de perseguir los sueños. Todo unido a excelentes reflexiones acerca del género teatral ?es una obra metadramática que supone un discurso a favor de la escritura de los textos para el escenario- acerca de la supuesta falta de cultura de la juventud, su ímpetu y su agresivo empuje que sienten ambos personajes asomados a la historia de su vida.
¿Y a quién pertenece una historia en común que pretendemos evocar? El conflicto central de la obra, que gira en torno a diferentes temas y sobre todo, al diálogo con el que ambos personajes, al abrigo de la librería que es el sueño cumplido de Irene, la protagonista, nos plantea la pregunta a través de las reflexiones de Ángel. Presuntuoso, exitoso, egoísta, el dramaturgo regresa a su ciudad ?fantásticamente evocada en pinceladas que inciden en su carácter pequeño, provinciano, donde todo el mundo se conoce y lo máximo a lo que aspira un autor de teatro es a estrenar en el Liceo- y se sorprende al comprobar que Irene, su antiguo amor, ha rehecho su vida y siente su negocio, incluso convertida en una "tendera" de libros ¿Quién de ambos personajes ha cumplido el sueño de su vida? La "catedral" que es la librería para Irene y el teatro para Ángel son los espacios donde ambos desgranan su historia compartida y pasada, una historia que también le pertenece a Rodrigo, el marido de la librera, fantásticamente encarnado por Carlos San Jorge, quien sabe ser el contrapunto perfecto para la química de la pareja protagonista, y que consigue hacer una lectura muy sentida y emotiva del tercero en discordia.
La trama, que se complica y sorprende al espectador, termina con el soliloquio de la librera en medio de su sueño de ficciones y de escenarios. Lo que queremos ser, lo que somos, lo que hubiéramos querido? no hay una sola lectura de este complejo, emotivo, riquísimo texto pleno de referencias y reflexiones que queda colgado como un eco en la mente del espectador. Mérito del autor, evidentemente, de los fantásticos actores y de un director, Raúl Prieto, que ha sabido acertar con una puesta en escena elegante, plena de detalles y muy acorde con la naturaleza de los actores. Una obra que nos invita a la sosegada acción de pensar una vez que salimos de esta sala oscura donde gracias a la Fundación Salamanca, Ciudad de Cultura, descubrimos el gusto por el texto, por el acto de ir al teatro, por la gloria de aplaudir, de salir desgranando la obra? porque la cultura es, como los sueños, absolutamente necesaria.