La vacuna del Covid es como una pócima mágica que te salva el cuerpo y el alma. Y todos quieren robarla porque es la llave de la vida y del poder. En cualquier rastro del mundo hay mercaderes más fiables que los mandatarios de algunos laboratorios. Como por ejemplo el sueco-británico AstraZeneca. Al mando se encuentra Pascal Soriat un veterinario francés, famoso y polémico de la gran industria farmacéutica mundial.
Pascal no ejerció como veterinario pero si como vendedor de productos médicos. En apenas treinta años este veterinario con un talento comercial fuera de lo común lo fichan en esta gran industria farmacéutica, por su piel de cocodrilo, indispensable para la guerra sin cuartel a los más altos niveles de la gestión internacional de la vacuna, con el apoyo de los grupos financieros. Pascal ha sorteado y triunfado en incontables propuestas corruptas. Al frente de AstraZeneca a negociado a muchas bandas, directamente con países y con la Unión Europea. Hasta con Putin de tu a tu en el Kremlin. Ha podido consumar muchas oscuras negociaciones con la vacuna. Hasta que Italia descubrió millones de vacunas almacenadas en su territorio, con destino al mejor postor.
Aquí están los traficantes de vacunas, con las redes de distribución y trapicheo que se han montado con la pócima sanativa del cuerpo, pero no del alma, para hacerse ricos rápidamente.
Los chinos que son los grandes piratas de los siglos XX y XXI por exigencia de su comunismo capitalista de los esclavos, mueven cargamentos de aparatos salvadores, lo mismo que al comienzo de la pandemia vendían al mejor postor cacharros para hacer PCR inservibles,
Y ahora, AstraZeneca ha desatado el mercado negro de vacunas sacando a subasta su producción. Se pasan por el forro lo que han firmado si a la hora de soltar la mercancía aparece un pujador con más tela en el bolsillo. Y así tenemos el desconcierto que tenemos los ciudadanos, no sabemos ni cuándo ni cómo, ni que vacuna.
Si para algo está sirviendo esta pandemia es para actualizar y modernizar los vicios activos de la condición humana, la avaricia y la corrupción. Si el poder tiene un objeto deseado por otro especula con el?
Maximo de la Peña Bermejo