María como nombre no solo le corresponde a ella
en su soledad. Ese nombre, así como el de Juan y el de tu vecina y vecino,
designa a un sinnúmero de personas
igualmente solas
en algún momento de sus vidas.
La pérdida no se puede recuperar,
menos la pérdida no debida a una causa natural entendible.
En ese dolor seguro entra alguien de tu familia,
una ausencia se echa en falta sin entender por qué le pasó a ella o a él la tragedia.
Todos compartimos esa copa amarga,
derramada en nuestros labios apretados.
El silencio ocupa el espacio ausente de esa persona recordada.
Y palabras como vidrios rotos en nuestras cabezas sin alcanzar a salir por la boca
herida
en una verdad imposible.
A María así le pasó como a nosotros
como cuando Pedro Páramo se derrumbó sin fuerzas más.
Salamanca
Juan Angel Torres Rechy
Xalapa, Veracruz, México
3 de abril de 2021
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