Este año se decidirá si se continúa con el cambio horario estacional en la Unión Europea
La madrugada de este domingo, 28 de marzo, a las 02.00 horas serán las 03.00 horas y tras adelantar una hora los relojes, dará comienzo el horario de verano, que se extenderá hasta el último fin de semana de octubre, cuando el reloj volverá al horario de invierno.
Con el cambio de hora se cumple con la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue afectando, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. Las primeras disposiciones del horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y con la aprobación en el año 2000 de esta directiva comunitaria se fijó el inicio del horario de verano el último domingo de marzo y su finalización en la madrugada del último domingo de octubre.
Si bien, en el conjunto de la UE en el año 2018 se planteó la propuesta de eliminar el cambio de hora y se inició un proceso que si bien consideraba suprimir este cambio en 2019, los entonces Veintiocho consideraron que la iniciativa era prematura y se aplazó la decisión hasta el año 2021.
En España, en 2019 el Consejo de Ministros del 22 de marzo, la entonces portavoz del Gobierno y ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, adelantó que España mantendría su huso horario y el cambio de hora estacional mientras reflexionaba hasta el año 2021.
El cambio horario forma parte de la Directiva Europea 2000/84CE que afecta a todos los Estados miembro de la Unión Europea con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar por la tarde. Por tanto, el cambio es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no aplique este cambio de hora.
La Comisión Europea considera que el consumo de energía no es el único aspecto positivo sino también subraya otros impactos sobre sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del sol y consumir menos electricidad en iluminación.
Desde 1981 se aplica como directiva que se renovaba cada cuatro años hasta la aprobación de la Novena Directiva, del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, en enero de 2001, que establece el cambio con carácter indefinido.