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Leonor se va 
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Leonor se va 

Actualizado 04/03/2021
Valentín Martín

Leonor de Borbón se va a estudiar a un internado de Gales. Nada que objetar, la libertad de elección de colegio es fundamental, como todas las demás libertades. Pero, al margen del mensaje que con este gesto le manda a la educación española -de la pública casi ni hablamos- hay que hacer algunas consideraciones, que en esto de asuntos de Estado todos tenemos derecho a los matices.

Dicen: los 132.000 euros que cuesta el internado los van a pagar sus padres. Pero resulta que a sus padres les pagamos nosotros, exactamente 8.431.150 euros al año. Así que no sé si el Parlamento aprobaría una partida extraordinaria para que Leonor de Borbón se fuese a estudiar fuera, aunque estemos ante la futura Jefa de Estado. No hablamos del coste que ya nos supone el mantenimiento del personal de seguridad, ni de los varios viajes de ida y vuelta para cumplir con sus compromisos oficiales en este país.

Si miramos antecedentes, nos encontramos con su padre, el actual Jefe de Estado. Quizás convendría añadir que lo de su padre fue mucho después de recibir una educación española, al mando de la cual estuvo siempre el socialista Gregorio Peces Barba, el mismo que le convenció para que dejase a Eva Sannum por España. Y que el exilio temporal del padre fue un complemento que él mismo se ocupó de suavizar con su amiga Gigi Howard, que era de allí.

Más atrás: pues su abuelo el rey emérito hizo el viaje en sentido contrario. Y no hablo de ahora que se ha ido para no volver, me refiero al trayecto Estoril - Madrid al que Franco le obligó cuando era un niño para que se formase a su sombra y en España. Lo más lejos que estuvo el abuelo (salvo el paréntesis suizo para aprender inglés) fue en el tradicional viaje marinero del Juan Sebastián Elcano. El dictador que le apadrinaba no quiso perderle de vista.

Su antepasado Alfonso XIII salía mucho en busca de esposa y mayormente de novias. Y, al mentar antes al Parlamento hay que recordar que fue el único rey condenado por corrupción en España. Entre sus múltiples negocios personales está el de las carreras de galgos, con sus consiguientes apuestas. Pero volvamos al presente y al gesto monárquico.

La futura Jefa de Estado se aleja de su país y del pueblo en un momento en que el futuro de la institución no goza de la mejor salud. Está claro que desde fuera el bipartidismo -con la poco recomendable presencia de Vox- ha acudido a acallar voces y mostrar su apoyo para que no asome las orejas alguna posibilidad que les impida volver a donde no hace tanto estuvieron. Pero el eco de la huida del rey emérito primero, y ahora la decisión de la heredera de poner tierra por medio no apuntalan esa inyección sino todo lo contrario. No han seguido el consejo de Alfonso XII a su esposa Cristinita (él la llamaba así) a la hora de morir, según Claudio Sánchez Albornoz.

Por otra parte, la gente vuelve a percibir claramente la separación de poderes. Y no hablo de Montesquieu y la Ilustración sino a la costumbre de saberse de memoria y desde la cuna que estamos en un país de bancales donde las clases sociales siguen marcando distancias.

La cuestión parecía muy propia ahora mismo para hacer pasar el gato por la gatera, y hacer ver que la Monarquía nueva estaba del lado de los que no la votan pero pudieran sentirla cerca. Sinceramente, creo que han fallado un gol cantado, a puerta vacía y sin portero. Porque después de la salida furtiva del rey emérito que debilitaba claramente a la familia real, una incardinación de quien representa el futuro -su futuro- en la sociedad española habría sido un ligero lavado de cara.

No sabemos qué piensa Leonor de esto, no sabemos qué piensa de nada. Metida en la burbuja está muy lejos, así que si se va a Gales, en realidad no se va más lejos. Tampoco sabemos si la familia come junta, si Leonor opina en la mesa, tiene libertad de expresión, piensa por sí misma. Tiene quince años y nadie sabe cómo son los quince años de una borbona. Puedo decir que mis nietos son más chicos y ya hacen valer su derecho a que se les escuche. Lo que pasa es que Leonor tiene mucha responsabilidad, adonde va a parar, no hay comparación con los nietos de un abuelo loco que jamás vivió como Dios manda y eso se sabe.

Va a ser verdad lo de Atahualpa cuando hablaba de Dios. El cantor argentino sabía que, si existe, está claro que se sienta a la mesa del patrón. Y eso es lo que ha hecho Leonor, o lo han hecho por ella los que piensan mal al creer que su formación académica es mejor lejos de su cultura y de los suyos. Error. Los periódicos que se alejan de la realidad social del país van derechos al cierre total. Y lo que vale para los periódicos, sirve para una princesa en cuyas manos está una institución arcaica en la que el franquismo intentó sobrevivir.

El rey emérito supo desde el juramento ante Rodríguez de Valcárcel que si algún futuro tenía pasaba por alejarse de la intención del general muerto y entregarse al sistema parlamentario europeo. Lo hizo. Después casi lo deshace. Y su restauración no parece que venga de Gales. Buena parte del pueblo español admitió a la Monarquía como forma de Estado porque estaba deseando pasar página. Incluso fue muy piadoso con los graves devaneos ideológicos de la familia griega de la nueva reina. Aquello de lo que no se habla, no existe. Y un nuevo tiempo esperaba.

Pero estamos ante cosas de más importancia en un momento en que el vértigo de nuestra historia está dando pasos hacia adelante. Así que vamos a olvidar a Leonor y a dedicarnos a salvar la vida, la casa y los muebles. Y a no dejar que nos los quiten de las manos. Porque sigue habiendo cuatreros ansiosos por volver.

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