Esta pandemia causada por la COVID-19, que parece no tener fin, ha cambiado la vida de todo el mundo en mayor o menor medida
La crisis sanitaria y económica causada por el coronavirus es el factor más preocupante de este lamentable asunto que todavía, a día de hoy, la mayoría de nosotros seguimos calificando como surrealista al no poder creer lo que estamos viviendo.
Al margen de esa circunstancia, la pandemia también tiene otra serie de efectos colaterales que implican cambios sociales y en la conducta general. Al hecho de tener que lavarnos las manos concienzudamente con mucha más frecuencia de lo habitual y al obligado uso de la mascarilla y el gel hidroalcohólico, hay que sumarle el distanciamiento social.
Hemos tenido que renunciar a las reuniones, tanto en el hogar como en la calle, con familiares y amigos, a abrazarnos, a besarnos y hasta a acercarnos a cualquier persona a menos de un metro y medio de distancia. Son las reglas de oro para que el virus no siga propagándose, aunque, por desgracia, muchos sigan saltándoselas a la torera.
Estas limitaciones y el propio miedo al contagio han derivado en que pasemos mucho más tiempo de lo normal dentro de casa, ello sin contar que muchísimas personas cuyos puestos de trabajo lo hacían viable hayan pasado en los últimos tiempos de trabajar fuera de sus hogares a hacerlo desde allí telemáticamente.
Gran parte de los estudiantes tampoco acuden ya a las aulas como de costumbre, sino que siguen cursando sus estudios, vía online. Y así, podríamos seguir poniendo otros muchos ejemplos. Todo ha cambiado desde hace un año a esta parte. Ahora bien, ¿cómo está afectando este problema sanitario a la vida sexual de las parejas?
Tal es el miedo de muchas personas, que el aumento de la venta de juguetes sexuales se ha disparado desde que todo esto comenzara. Desde el confinamiento ya empezó a hacerse notorio el boom, y es que estas se incrementaron ya en la primavera pasada en más del 150%, según apuntan fabricantes del sector y sexólogos.
No obstante, dicho así, puede dar la sensación de que las parejas rehúyen del contacto íntimo. Sí, pero no. Es decir, algunas llegan hasta ese extremo y prefieren el placer en solitario. Otras, sin embargo, han aprovechado el hecho de tener que pasar más tiempo juntas para enriquecer su vida sexual incluyendo estos juguetes en sus rutinas.
Y no hablamos solo de parejas, claro. Gran parte de las personas sin pareja también se han apuntado al carro. En cualquier caso, en lo referente a juguetes sexuales, el consolador sigue siendo el producto estrella de ventas por Internet.
En el mercado actual hay una gran variedad de todos los estilos, colores y precios. La campaña comercial es bastante clara: atraer a un público de distintas edades, gustos y posibilidades económicas. Ni más ni menos.