Víctor Herrero y Paula Talavera fueron diagnosticados a los 13 y 12 años. Tras un duro proceso lograron retomar su vida y hasta encontraron el amor
En el año 2001, el 15 de febrero fue declarado el Día Internacional del Cáncer Infantil, una enfermedad que abarca distintos tipos de patologías que pueden aparecer en niños menores de quince años. Miedo y temor son palabras que nos vienen a la cabeza cuando escuchamos `cáncer´, quizás más cuando se trata de niños, pero entre la oscuridad que provoca esta situación encontramos a grandes héroes, valientes que luchan cada día y que nos enseñan que sí se puede salir.
Víctor Herrero y Paula Talavera fueron diagnosticados a los 13 y 12 años respectivamente, casi conscientes de la situación que les rodeaba, con el apoyo de sus padres y viendo el sufrimiento en la mirada de su familia.
El tratamiento de Paula fue difícil de sobrellevar al no conseguir un trasplante de médula, su recaída después de unos meses hizo que la quimioterapia fuera su acompañante en esta batalla, que duró 51 sesiones y que hicieron que su vida de niña parase, algo que afectó a sus estudios y salidas. Las restricciones se convirtieron en su rutina diaria pero llevadera gracias al apoyo de su familia, enfermeros, médicos, pacientes de la planta, su asociación y su amiga, la música, "nunca había estado enferma, fue un choque adaptarme pero era muy consciente de lo que estaba pasando", explica.
El camino de Víctor estuvo marcardo por la quimioterapia y varias operaciones contra lo que él llamaba el alien, "me hicieron una gran sonrisa en la barriga y me sacaron el alien, luego una ileostomía porque tenía la tripita obstruida y en la tercera, siete meses después, me cerraron la ileostomía" así explica cómo fue el proceso.
La vida de este niño de trece años no podía ser como la de otro niño de su edad. De repente, pasó a vivir en la habitación de un hospital y una de sus formas de adaptarse fue llevarse la PlayStation y jugar con todos los que pasaban por allí "reventaba a jugar a todos, a mi padre, a los voluntarios de Pyfano, a los residentes?". En estas situaciones el apoyo es fundamental y Víctor agradece el que recibió de toda su familia, su hermana, compañeros de clase y profesores que lo visitaban, sanitarios, personal del hospital y Pyfano, que le amenizaban las tardes con sus juegos.
¿Qué ocurre cuándo te dicen que estás curado?. Paula lo resume con una palabra: "felicidad", aunque admite que su recaída la hizo retraerse y no acababa de creerlo, además, a pesar de todo, había creado una nueva vida y cogido confianza con todas las personas que estuvieron con ella día a día, y es que, "en esta enfermedad todo es muy a largo plazo".
Por su parte, Víctor ha tenido una etapa en su vida totalmente diferente a lo que sería normal, pero con personas que le han querido, curado y animado. "Todo esto ocurre mientras te vas recuperando y vuelves a tu vida normal. Esto me ha servido de filtro para darme cuenta de quien me quiere realmente", afirma.
Conscientes de toda esta experiencia y el camino andado, ambos reconocen que esta enfermedad ha cambiado la forma de ver y entender la vida, tanto para ellos como para su familia. Paula hace hincapié en que "hay que valorar el tiempo que la gente invierte en cuidar y ayudar, y dar amor y agradecer toda la ayuda y apoyo que me dio Jaén y mi pueblo, hay que valorar a la gente y lo que hacen por ti y dar todo lo que tengas en cada momento".
Víctor asegura que la vida le ha dado otra oportunidad para disfrutarla de la mejor forma posible junto a su familia, y junto a personas que aparecieron de la nada y se convirtieron en todo, una segunda familia que le ayudó a seguir luchando y Paula, que más que una amistad se convirtió en un lazo de amor y cariño entre Salamanca a Jaén, un amor surgido en el Campamento de la Federación Española de Niños con Cáncer y que hoy, a sus 19 y 21 años, sigue latiendo con fuerza.
Con miles de casos diagnosticados cada año en España, Víctor y Paula lanzan un mensaje de esperanza para todos esos niños que tienen que luchar ahora y seguir hacia adelante. Ambos coinciden en que "estar feliz es la mejor medicina para subir las defensas, es difícil, hay que darle un toque de humor, a mí también me tocó elegir y veo que mi personalidad y mi forma de ver las cosas han cambiado porque yo decidí vivirlo así", concluye Víctor. Para Paula el estado de ánimo es muy importante para superar esta enfermedad y estar feliz cambia mucho las cosas, todo se refleja en las analíticas y las defensas.
Por eso, los dos consideran que el proyecto de Pyfano en el nuevo Hospital de Salamanca, para humanizar la plana de oncopediatría con pinturas que harán los propios niños, es una idea muy buena. Victor considera que "es algo genial. Si yo hubiera tenido a Sonic mirándome desde la cama y hubiera tenido un espacio que me gustase y con el que hubiera podido interactuar estoy seguro de que me habría generado mucha felicidad. Si llevarme la PlayStation me ayudó a relacionarme jugando con el personal, imagino qué hubiera hecho en un lugar donde todo da pie a jugar y expresarte con los demás, pienso que al sentirte así generas endorfinas y esto puede ayudar a los niños a sentirse mejor".
En la misma línea, Paula apunta que "todo lo que ayude a estar feliz en el hospital ayuda. Yo personalmente he vivido las dos partes, estuve ingresada en Jaén en el hospital cuando no estaba humanizado y cuando voy ahora a las revisiones veo que tienen superhéroes y el jardín de los sueños donde pueden jugar con sus amigos del hospital, y me alegra mucho ver que pueden pasárselo bien y crear recuerdos. Esto hace que los niños estén mucho más felices. En las revisiones me lo he pasado increíble jugando allí. Es muy bonito cuando tienes un espacio para ti".