La Diabla y El Berrido, localizadas en el río Morgáez, son dos de las cascadas más sorprendentes y desconocidas de las Arribes de Salamanca
El municipio de Sobradillo, referente en las Arribes salmantinas por acoger en su Torreón la Casa del Parque Natural de las Arribes del Duero, ofrece además interesantes atractivos que giran en torno a sus recursos naturales, patrimoniales y culturales. Entre los recursos naturales sobresalen estos días los que tienen como protagonista el agua: cascadas, cachones, molinos y fuentes, los caminos del agua que en este pueblo del Abadengo tienen como protagonista al río Morgáez.
El río Morgáez, o Morgado (su nombre en épocas pasadas), que inicia su recorrido en el vecino pueblo de La Redonda, discurre entre frescos prados y alimentándose con las aguas de los arroyos Chico y de Las Lajas, hacia su encuentro con el río Águeda. Este tranquilo viaje se ve alterado por el abrupto terreno que el río salva formando pequeñas cascadas que anuncian la cercanía de los grandes saltos de agua: la Cascada de La Diabla y el Cachón El Berrido, dos espectaculos de la naturaleza que estos días están en pleno esplendor.
Dicen que en el paraje de La Diabla había una loba que amamantaba a sus crías. Hoy solo se puede escuchar el sonido del agua caer con virulencia sobre las rocas graníticas que acompañan el curso del río Morgáez. Un agua que ha sido capaz de horadar la piedra formando lo que en geología se conoce como marmita de gigante.
Unos metros más abajo, en los límites con Hinojosa de Duero, el río Morgáez se despeña entre dos impresionantes paredes de granito de 200 metros de altura, formando el Cachón del Berrido. Siguiendo un sinuoso camino, los más osados podrán bajar a la base de la cascada, dónde el cauce se remansa y permite contemplar de cerca la gran columna de agua.
Estos saltos de agua son dos de las cascadas más sorprendentes y desconocidas de la provincia de Salamanca, pues su acceso no era fácil hasta hace un par de años. El Ayuntamiento de Sobradillo ha señalizado una ruta que partiendo desde el centro del pueblo y a través de un amplio camino agrícola primero y un sendero pegado al río Morgáez, después, conduce al caminante hasta un espectacular paisaje natural.
A partir de este punto, el rio que cruza Sobradillo gira bruscamente en dirección suroeste para discurrir en un corto tramo paralelo a la via férrea de La Fregeneda, posteriormente verterá sus aguas al Águeda y desde allí pasarán a formar parte del Duero, ya en tierras portuguesas.
Molino de La Vega: molino harinero rehabilitado
Hasta el siglo pasado el Morgáez era considerado un río muy harinero. En su sinuoso cauce se instalaron hasta 9 molinos que aprovechaban la fuerza motriz del agua para molturar los cereales. La existencia de tantos molinos puede ser debido al intercambio con Portugal, pues según el 'Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico' de Pascual Madoz, la industria más importante de Sobradillo hacia 1820 era la de conducir pan al país vecino.
En el margen izquierdo de la carretera que comunica Sobradillo con Hinojosa de Duero, a unos 20 metros del puente sobre el río, encontramos un molino, el Molino de la Vega, con su singular forma de chozo que alivia las acometidas del agua encabritada. El Molino de la Vega es de tipo hidráulico, fuera del río, en un lugar de pendiente natural. Fue recuperado hace unos años (el edificio, el caz y la pesquera) y hoy es un pequeño museo de una de las manifestaciones de nuestra historia que nos recuerdan que en nuestra comarca, el aprovechamiento del agua siempre ha sido fundamental para el hombre, no solo para su economía, también para el disfrute de todos los caminos del agua que discurren por el oeste salmantino.