La Conferencia Episcopal, coincidiendo con la regulación de la eutanasia en nuestro país, elabora un testamento vital que propone firmar a católicos y no católicos
El testamento vital, o documento de instrucciones previas, permite a la persona decidir sobre los tratamientos y cuidados que quiere recibir al final de su vida. La Conferencia Episcopal Española, coincidiendo con la regulación de la eutanasia en España, ha ido un paso más allá elaborando un testamento vital que animan a firmar tanto a católicos como no católicos.
Tal y como se señala desde la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, este testamento es la "expresión escrita de la voluntad de un paciente sobre los tratamientos médicos que desea recibir, o no está dispuesto a aceptar, en la fase final de su vida", al tiempo que explica, entre otras cuestiones, en qué consiste, cómo hacerlo, dónde se debe registrar para que tenga valor jurídico, o su importancia.
Así, por ejemplo, la persona que firme esta declaración tiene que estar en plena posesión de las facultades mentales. La firma tiene que realizarse ante la presencia de tres testigos o bien bajo la eventual intervención de un notario.
El testamento vital, reconocido legalmente en España a partir del año 2002 con la Ley de Autonomía del Paciente, una vez firmado se inscribe en un registro de voluntades vitales creado con este propósito en las distintas comunidades autónomas.
"Es importante tener en cuenta que las diferentes comunidades han regulado este documento con distintas denominaciones: testamento vital, voluntades anticipadas, instrucciones previas o manifestaciones anticipadas de voluntad. Por eso es conveniente que se consulte la regulación de la comunidad de residencia para asegurar que se cumplen todos los requisitos legalmente exigidos para inscribirse y asegurar su eficacia futura". En cualquier caso, el testamento vital se puede modificar o revocar en cualquier momento.
El testamento vital que propone firmar la Iglesia en España
A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, ronsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo y absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe, pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados; que no se me aplique la eutanasia (ningún acto u omisión que por su naturaleza y en su intención me cause la muerte) y que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana, también por medio de los sacramentos.
Suscribo esta declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Designo para velar por el cumplimiento de esta voluntad, cuando yo mismo no pueda hacerlo, a????????..
Faculto a esta misma persona para que, en este supuesto, pueda tomar en mi nombre, las decisiones pertinentes. Para atenuaros cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.