Como anunciamos, el pasado día 28 el Consejo de científicos atómicos norteamericanos publicó la puesta en hora del Doomsday Clock o "Reloj del Apocalipsis". Desde hace un año, este reloj fatídico marca 100 segundos simbólicos para la medianoche planetaria, es decir, el colapso de nuestra civilización. Es el momento más peligroso desde que lo crearan en 1947 Einstein y los científicos de la Universidad de Chicago, autores intelectuales de la bomba atómica con el "Proyecto Manhattan". Intuíamos lo que iba a pasar y así ha sido: se mantienen inmóviles las manecillas otro año , siempre a la espera de que la acción conjunta de los gobiernos, las instituciones y las ciudadanías consigan frenar y dar marcha atrás en ese camino hacia el desastre.
El informe que acompaña a ese acto simbólico, así como las declaraciones de algunos de los consejeros más prestigiosos (varios de ellos premios Nobel), tienen un enorme interés, pero resulta difícil dar cuenta de todo. En síntesis, se trata de evaluar la evolución de las tres principales amenazas para la pervivencia de la civilización: la carrera de armamentos nucleares, el cambio climático y la corrupción de "la ecosfera de la información", esto es, la proliferación de información y noticias falsas en las redes sociales, que agrava los problemas de la humanidad al propiciar las respuestas colectivas irracionales.
A todo ello, obviamente, se añade el problema sobrevenido de la pandemia del COVID-19. No es el menor de los logros del informe denunciar el perverso efecto de la unión non sancta de estos dos últimos factores: la epidemia del virus y la de la desinformación. "La pandemia del COVID-19 ?señala? es una llamada de atención. La información falsa y engañosa difundida a través de Internet ?incluida la tergiversación acerca de la gravedad del virus, la promoción de curas falsas y la politización de medidas de protección de bajo costo, como máscaras faciales? han creado caos social en muchos países, provocando muertes innecesarias. Este desprecio desenfrenado por la ciencia y la aceptación a gran escala de disparates conspirativos, a menudo impulsados por figuras políticas y medios partidistas, ha socavado la capacidad de los líderes nacionales y mundiales responsables de proteger la seguridad de sus ciudadanos".
La evolución del sistema internacional en el último año, especialmente con la erosión del multilateralismo y los desplantes de la administración Trump, unidos a los efectos de la pandemia y los desarreglos climáticos, invitaban a avanzar las manecillas hacia la medianoche. Sin embargo, los científicos han visto algunos puntos de luz que las empujan en sentido contrario hasta lograr el equilibrio inestable en el que nos movemos: el cambio de gobierno en EE.UU., la firma del Tratado de prohibición de armas nucleares y la movilización creciente de las sociedades son algunos de ellos. Pero, desde luego, aún no son suficientes y el peligro se acrecienta en la medida en que no se toman medidas adecuadas para detener la carrera armamentista nuclear o la emisión de CO2 a la atmósfera, con su secuela del calentamiento del planeta y la alteración grave de los fenómenos climáticos.
Después de sugerir todo un programa de acciones concretas a los gobiernos y de llamar a la concienciación y la movilización ciudadana, el informe concluye así: "después de haber matado a más de dos millones de seres humanos, el COVID-19 es una inconfundible llamada de atención mundial. El mensaje es simple y escalofriante: la próxima vez podría ser mucho peor. Dada la experiencia de la pandemia, nadie puede decir razonablemente que no fue advertido.
Quedan 100 segundos para la medianoche, la situación más peligrosa que jamás haya enfrentado la humanidad. Es hora de que todos tomemos las medidas necesarias para, literalmente, salvar el mundo".
(Foto: misil Hwason-16, presentado en un desfile en Corea del Norte, octubre de 2020. Wikimedia commons)
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