"Mi presencia en el Hospital es muy serena. Me agobia más ver la angustia de las personas y de sus familias", añade
"Lo que más constato es el problema de la soledad, es tremendo". Son palabras de Fernando García Herrero, delegado diocesano de Pastoral de la Salud y coordinador de los capellanes del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. En mitad de la tercera ola de la pandemia, marcada por el triste incremento de muertes y contagios de coronavirus, con los hospitales al límite de sus posibilidades, los sanitarios 'quemados' por su sobrecarga laboral y los políticos discutiendo por las medidas que deben tomar, llama la atención la serenidad y determinación de este sacerdote que se mueve por las plantas covid del Clínico con el fin de calmar y ayudar a los pacientes que lo requieran: "La prueba está siendo muy dura y las palabras de ánimo son algo fundamental. Cuando puedes hablar, la comunicación es muy profunda, muy honda, te toca mucho, estás en lo esencial de la vida, en lo definitivo, y eso da lugar a confidencias muy especiales, es muy hermoso, es un privilegio estar ahí porque ellos te dan mucho más de lo que tú ofreces, ha sido un gran regalo poder estar en el Hospital en esta situación, una oportunidad extraordinaria".
La Diócesis dispone de siete capellanes de los que cinco cubren el servicio en el Clínico y en el Hospital Virgen de la Vega y dos en Los Montalvos, aunque uno de ellos está de baja. Además, cuentan con otros colaboradores, entre los que hay un par de curas de avanzada edad, que desde el comienzo de la pandemia han dejado esta tarea, por el riesgo que supone la actividad en los centros sanitarios.
"El cambio de nuestra labor ha sido sustancial. Antes cada uno teníamos nuestra zona y hacíamos visitas sistemáticas habitación por habitación, ahora solo acudimos a ver a los que lo demandan o porque lo piden las familias. No obstante, la capilla sigue funcionando, con las medidas de seguridad correspondientes, y con una ambientación especial. Incluso tenemos un recipiente donde los fieles dejan papeles escritos con sus comentarios y peticiones. Además, se mantienen eucaristías diarias, con poca asistencia, pero siempre con alguien", explica a SALAMANCA AL DÍA.
Como el resto de trabajadores del Hospital, los capellanes tienen que ponerse los EPI (Equipos de Protección Individual) para desarrollar su trabajo. "Realizamos las visitas desde la puerta, suelen ser cortas y si el enfermo quiere tomar la comunión, el personal sanitario colabora para hacerle llegar la forma".
Fernando destaca que "la mayoría de los pacientes son personas sin otras patologías, que tienen un comportamiento normal pero se han contagiado. Suelen estar hundidos, desarmados, desanimados? pero lo más difícil es que no puedan vivir la enfermedad acompañados. Por eso, ante esa soledad y perplejidad agradecen una mano amiga. La mayor parte de ellos superan la prueba, aunque con secuelas. Sin embargo, vemos situaciones en las que por edad o por patologías previas las constantes vitales van disminuyendo y el desenlace está cerca".
Visitas breves que crean una relación profunda
"Nuestras visitas suelen ser breves. Es verdad que el contacto no es tan intenso como el de los sanitarios, pero se crea una relación profunda y te implicas mucho, además, la fe ayuda mucho, te da muchos recursos", detalla el capellán, al tiempo que reconoce que, desde el punto de vista personal, "me ayuda a madurar humanamente en situaciones límites, de momento no estoy psicológicamente afectado, pero sí cansado físicamente y cargado de experiencias".
Aunque la mayoría de los enfermos que visitan los religiosos son creyentes practicantes, también contactan con otros ingresados "por casualidad, porque te llaman o te lo pide la familia". En cualquier caso, "en esas situaciones se encuentran más desvalidos y llaman a lo profundo, les dejan de agobiar las preocupaciones habituales, todo pasa a un segundo plano y ni se tienen en cuenta temas como el dinero, el trabajo? También hacemos visitas a pacientes que están en la UCI. La mayor parte de ellos no están conscientes, algunos están sedados, pero otros son muy conscientes. En ocasiones te dicen mucho con la mirada, a veces se comunican por señas y también con un panel que tenemos con letras para formar palabras. Reaccionan con mucha conmoción interior y con gratitud por ser visitados".
Además, en estas circunstancias es muy importante la comunicación con las familias, por eso hay un teléfono de contacto y los sanitarios ejercen de intermediarios para llevar cosas o mensajes a los pacientes
"Los sanitarios actúan con entrega, alegría, dedicación? Son profesionales vocacionales, que superan las adversidades"
Hasta el momento no ha habido capellanes hospitalizados, solo uno en una residencia. "Tenemos que tener todas las precauciones pero no tengo miedo. Sé que en cualquier momento me puede pillar, procuro no tener ni temeridad, ni temor. Cuando tengo que entrar lo hago. Mi presencia en el Hospital es muy serena. Me agobia más ver la angustia de las personas y de sus familias", explica el responsable de los capellanes hospitalarios de Salamanca.
Además, al estar en primera línea de la batalla contra el coronavirus, Fernando ha podido comprobar cómo es el trabajo de los profesionales sanitarios: "Nuestra relación con ellos es muy buena, de mucha complicidad, el peligro y las situaciones extremas nos crea un lazo que nos une. No ceso de admirar su entrega, su generosidad. La mayoría tienen familia y deben pensar en ella y en el riesgo de su labor, sin embargo, aunque estén cansados o saturados, su trabajo es admirable, ver cómo, a pesar de esa carga, actúan con entrega, alegría, dedicación?
Son profesionales vocacionales, no veo que estén tristes, ni malhumorados, o al menos no lo manifiestan, y eso me sorprende. Es lo que veo, que superan las adversidades. Merecerían un premio por su labor para sacar adelante a los pacientes, no dan por perdido nada". En ese contexto, y debido a su acceso a la UCI, destaca especialmente "el trabajo de los intensivistas es extraordinario, de filigrana, porque si ven un hálito de vida hacen todo lo posible y lo consiguen".
Aunque la charla con el responsable de los capellanes del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca es muy interesante, sus obligaciones hacen que tenga que partir. Sin embargo, antes de la despedida, nos deja un mensaje para la esperanza: "En este momento necesitamos ir a lo fundamental que está dentro de nosotros, cultivar la relación humana todo lo posible.
Creo que podemos superarlo, podemos salir fortalecidos y, a pesar de la dura prueba, esto mejorará la sociedad porque saca lo mejor de nosotros, al menos de la mayor parte".