El exalcalde de Ciudad Rodrigo Miguel Cid Cebrián se despide del sociólogo Javier Alonso, fallecido el viernes
Acabo de enterarme y me cuesta creerlo. Javier fue siempre además de un gran amigo un luchador incansable: por los más débiles y por los marginados, por la justicia y por la igualdad de todos y todas como ahora se dice.
Yo lo conocí de cura y después en Madrid a donde se trasladó por problemas sacerdotales, trabajamos unidos en el barrio de San Blas Simancas, donde recaló de 'cura obrero'. Allí fundamos la Asociación de vecinos del citado barrio que fue una de las primeras, sino la primera, que se creó al amparo de la Ley de Asociaciones recién aprobada. Y yo codo con codo con él, yo de joven abogado y él de no menos joven cura, hicimos lo que pudimos en aquellos años del franquismo entonces imperante y represivo.
Nos veíamos un día a la semana, allí en aquel barrio obrero, donde tanto faltaba, empezando por la libertad.
Todo, o algo de ello, nos lo recordó cuando nos casó en la Catedral Vieja de Salamanca un 3 de Julio de 1971, va a hacer 50 años.
Antes en Ciudad Rodrigo creamos con el gran Arturo Regalado el grupo de Danzas Dámaso Ledesma. Junto con Paco Ledesma y Chago Aparicio y algún otro que no recuerdo. Fueron años de transición pero intensos en los que también nos reuníamos con Román Durán, Enrique Bejarano y Enrique Taravilla en su casa, hoy Hotel Conde Rodrigo I. Y allí cocinábamos en lo que llamábamos 'El hogar del soldado'.
Horas de charlas de los que salieron proyectos que llevamos a cabo con ilusión a raudales y no menos esfuerzo. Pero siempre gratificantes e inolvidables.
Javier era un amigo inolvidable, coherente siempre con sus ideas y su maestría como sociólogo. Yo le ayudé como abogado a crear su empresa de sociología Edis SA, que fue pionera en estudios sociológicos y a la que dedicó tantos años su incansable trabajo siempre en su línea innovadora y progresista.
Últimamente hablábamos de vez en cuando y me contaba sus achaques dolorosos. Pero yo le animaba y decía que tenía que asistí a nuestra s bodas de oro. Y él se reía a carcajadas porque nunca perdió su buen humor.
A su esposa Cristina, hijos, nietos y hermanos, todo mi afecto en estos tristes momentos y a él, gran aficionado a los toros, un brindis eterno allí donde esté.
Bertolt Brecht dijo que "hay quienes luchan un día y son buenos, hay quienes luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son los imprescindibles". Javier era de estos últimos. Lo echaremos de menos. Descanse en paz.