La ciudad y el poema son dos objetos que está ahí, delante de nosotros pueden diferenciarse o confundirse y como todas las cosas se toman o se dejan pero como escribió Kavafis « La ciudad te seguirá donde quiera que vayas », y el poema, ese poema que se pronuncia y que nunca se olvida nos seguirá siempre como un objeto de reflexión y de cita.
Sin la poesía, habría ciudades, sin las ciudades habría poesía, lo mismo que puede haber ciudades poéticas y poemas urbanos, pero lo concreto es que ambas cosas no se necesitan, aunque pueden permanecer juntas en el corazón del poeta, quizá despojar de lo urbano la poesía es convertir el poema en una expresión bucólica que termina siendo un lamento de un escapado del devenir urbano de la ciudad
La ciudad abarca, pues, toda la poesía sin esas ciudades reales o inventadas como Troya, Roma, París, Buenos Aires? no se podría concebir la poesía de Virgilio, Baudelaire o Borges? por poner algún ejemplo. Resulta imposible pensar en la obra de determinados autores sin las ciudades que celebran en sus poemas de forma implícita o explícita.
El hombre del siglo XXI, tiene su modo de vida en su condición urbana la poesía como elemento del creador urbano toma parte en los dulces misterios de la ciudad, su forma material y la respuesta del corazón de sus moradores constituyen los nudos centrales de lo urbano en la poética de la ciudad. Ciudad y corazón, los elementos inagotables la ciudad como paisaje dominante, aunque en el corazón del poeta, la ciudad, es más bien lo que escapa a la mirada, lo que la abruma y la desdice sin cesar.
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