Confieso mi pecado: hoy he visto La Trece. He oído al obispo de Lugo apostar, seguir apostando por el diálogo en los temas concernientes a la llamada Ley Celáa. Lo mismo ha dicho la Secretaria Técnica de Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal. También es verdad, sobre todo en el caso del obispo, que no se siente escuchado por el Gobierno y que le parecen bien las acciones y protestas pacíficas en coche, para respetar las normas anti-Covid.
Coincido también con la Secretaria Técnica en que el Proyecto de Ley tiene cosas buenas, especialmente la perspectiva internacional, la educación para una ciudadanía global, tan en sintonía con el pensamiento del Papa Francisco, y otros muchos principios perfectamente asumibles por la Doctrina Social de la Iglesia. Y es que me he tomado la molestia de leerme toda la introducción de la Ley, su justificación de motivos, y algunos artículos sueltos. Dice el refrán docente que "cada maestro lleva un abogado en el bolsillo", pero eso no me pasa a mí. Reconozco la importancia de las Leyes, pero no tengo la pasión de leérmelas de pe a pa, disposiciones transitorias, adicionales, derogatorias y finales incluidas. "Doctores en Derecho tiene la Santa Madre Iglesia"?y también los tienen, y muy buenos, los Colegios Concertados, privados y Especiales.
Miento a los abogados porque, una vez más, la nueva Ley se aventura polémica y ya ha anticipado el Jefe de la Oposición que, en cuanto llegue a La Moncloa, será derogada. Eso me suena?creo que algún portavoz del PSOE dijo algo parecido un par de veces y no hay más que leer la justificación de motivos del Proyecto de Ley para ver cómo se regodea en lo mala malísima que fue la última Ley Educativa del PP, la LOMCE, aunque algo bueno tendría, digo yo, como lo tiene el presente Proyecto de Ley.
Zamorano cabezón, suele decirse en mi tierra. Pues eso, que no me voy a cansar de reclamar un Pacto de Estado en Educación o un Gran Acuerdo que permita reformar la presente Ley (en trámite parlamentario todavía) para que sea aceptada por toda la sociedad y, si ello no fuera posible, que sí se pueda elaborar una futura Ley de Educación con la participación de todos los actores implicados: padres (artículo 27 de la Constitución), profesores, asociaciones de alumnos y representantes de los Colegios Concertados, Privados y Especiales. Y el Gobierno de la Nación y los de las Comunidades Autónomas a los que, por el principio de Subsidiaridad, les toca regular y apoyar todas las iniciativas sociales ?privadas, concertadas o públicas- que acepten el marco legal vigente y los principios democráticos en Educación.
Si no hay diálogo ?ha habido poco o nada con la excusa o por razón de la pandemia- y consenso, o mejor acuerdo, un gran acuerdo nacional, auguro días felices para los bufetes de abogados especializados. Trabajo no les va a faltar.
¿Por qué insisto tanto en el Pacto de Estado? Por mi biografía: cursé la Primaria y el Bachillerato, con beca, en un Colegio Privado porque no fui admitido en un buen Colegio Público en el que mis padres solicitaron plaza; he ejercido en Colegios e Institutos Públicos ?después de ganar las Oposiciones de Profesor de EGB- como profesor de Lengua, Francés, Administración y Dirección de Internados ?Escuela Hogar- y Religión y ahora soy el representante de la Titularidad en el Colegio Concertado "Pizarrales". Me jubilé como profesor de Religión en el Instituto de "La Vaguada" y me duele que los alumnos y sus padres tengan que someterse cada año a un referéndum cuando llega septiembre?Vamos que ni en Suiza hacen tantos referenda. También me duele la angustia de los profesores de Religión, bailando cada curso en el alambre, a pique de romperse cada año no la crisma, sino el empleo y la vocación.
Tengo el corazón partío. Es como si me preguntaran: ¿A quién quieres más, a tu padre, a tu madre, o al ¡Ay, ay, ay!? Parece que, de momento, al ay, ay, ay. Dejaría de quejarme si viera que todos los sectores de la Educación en España gozan de un marco legal común, aceptado por todos?o por la inmensa mayoría...gracias a un Gran Acuerdo en Educación.
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