Aún podemos encontrar algunos pueblos dónde, guardados en arcones o baúles, se conservan los trajes típicos que en su día sus habitantes vistieron en sus bodas
Dejando la serranía, y bajando al llano, aún podemos encontrar algunos pueblos dónde, guardados en arcones o baúles, se conservan los trajes charros del llano que en su día sus habitantes vistieron en sus bodas.
Las mujeres sobre su corpiño llevan toda clase de joyas; riquísimas mantillas y cintas que penden del moño y de la cintura. El traje del charro es ajustado y como prenda distintiva del resto podemos resaltar la polaina de cuero, indispensable a sus hábitos de jinete. En la ribera, pueblos como Villarino y Aldeadávila, conservan el traje charro femenino del llano con toda su pureza.
El masculino ha sido casi abandonado, y para las fiestas sobre las prendas visten graciosas y cortas blusillas cuajadas de bordados. En la Armuña, al norte de Salamanca, existe alguna variante, como la reaparición del sombrero de paja, de capota, análogo al de Ávila.
En esta foto de los años sesenta, podemos admirar las siluetas de unas charras del llano que cabalgan sobre las grupas de las jacas, a espaldas de sus parejas, con amplias faldas o manteos de afiligranados bordados, mantillas de sutil encaje y unas ricas joyas de collares con cruces.
Cae la tarde y vuelven de regreso a la ciudad vecina cruzando el encinar que circunda la aldea.
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