"Su mensaje no solo viene a traer una propuesta ante la situación mundial que deja la pandemia, sino que se convierte en un pilar fundamental de su magisterio". VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ "La fraternidad no es una tendencia o moda que se desarrolla
El día de San Francisco de Asís, terminó el "Tiempo de la creación", ese tiempo de silencio y oración para el cuidado de la naturaleza, un tiempo para la meditación, un tiempo para la fraternidad. Así nos lo recuerda el papa Francisco con su tercera Encíclica "Fratelli Tutti" (todos somos hermanos), en la que derrocha un profundo pensamiento social, político y económico. Una Encíclica desafiante y contracultural. En ella destaca que la fraternidad y la amistad son las vías para construir un mundo mejor y más justo. Un documento largo e intenso, con una mirada global y cargado de la mejor esperanza.
En ella se recoge lo mejor de la espiritualidad franciscana, donde invita al hombre a reconocerse dependiente y limitado, pero amado por Dios. Solo ese Dios que ama hace posible que la persona sea lo que es, sin disminuir dignidad, libertad y autonomía y haciéndolas más reales y auténticas. Esa identidad personal se forma como fraternidad hacia el Otro, los otros y lo otro. El hombre se hace verdaderamente humano en la entrega a los demás. Esa fraternidad es fruto del amor de Dios y de la gratuidad del don, donde cuanto más débil y frágil se muestre la vida, más apela a nuestra responsabilidad, ya que Dios ha mostrado su grandeza en la debilidad.
Después de la breve introducción, donde sueña con una única humanidad, hijos de la misma tierra, cada uno con su fe y su propia voz, pero todos hermanos; divide la Encíclica en ocho capítulos, que van desde la ética en las relaciones internacionales, la hospitalidad, la política basada en la dignidad humana, la crítica al relativismo moral, la paz, la sacralidad de la vida y la libertad religiosa. Subraya la necesidad una nueva economía más atenta a los principios éticos, que respete la justicia y favorezca el trabajo y la riqueza común. Una economía social de mercado que promueva la dignidad humana y privilegie el bien común sobre la ganancia individual, la productividad y la eficacia, que no pueden ser obtenidas a cualquier precio, sino deberán ser solidarias y humanizadoras.
El papa realiza un largo comentario sobre la parábola del Buen Samaritano, donde partiendo de la realidad y el mundo en que vivimos, de los pobres y los que sufren, de nuestros gozos y esperanzas, realiza un recorrido lúcido superando las cegueras de una sociedad sin corazón. El buen samaritano nos habla de projimidad y cercanía, donde la existencia de cada uno de nosotros está ligada a los demás, no es un tiempo que pasa, es un tiempo de encuentro. Es necesario hacer propia la fragilidad de los demás, no dejar que se erija una sociedad de exclusión, sino hacerse prójimo y levantar y rehabilitar al caído, para que el bien sea común. Hemos sido hechos para la plenitud que solo se alcanza en el amor.
Francisco hace una invitación a romper las sociedades cerradas e intolerantes que clausuran los ojos, criticando el individualismo, los nacionalismos excluyentes, los populismos irresponsables y posiciones políticas cerradas a la inmigración y a la gratuidad fraterna. Una cultura sana es una cultura acogedora que sabe abrirse al otro, sin renunciar a sí misma, ofreciéndole algo auténtico. Francisco nos exhorta a salir de nosotros mismos para encontrar en los demás un crecimiento de nuestro ser, abriéndonos al prójimo según el dinamismo de la caridad que nos hace tender a la comunión universal.
El papa cierra su encíclica con dos oraciones, pero antes nos ofrece una serie de personas que han motivado su reflexión sobre la fraternidad universal, como San Francisco de Asís, y también Martin Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma Mohandas Gandhi, pero termina recordando al beato Carlos de Foucauld, persona con profunda fe e intensa experiencia de Dios. Él fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba sus deseos de sentir a cualquier ser humano como un hermano, y pedía a un amigo: «Ruegue a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos»
Fratelli tutti en 24 citas:
1. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca.
2. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad.
3. La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos».
4. El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos.
5. Quienes pretenden pacificar a una sociedad no deben olvidar que la inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten generar paz.
6. En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.
7. Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no sólo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, en el respeto de la dignidad humana de las personas privadas de libertad.
8. Reaparece «la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros, muros en el corazón, muros en la tierra para evitar este encuentro con otras culturas, con otras personas. Y cualquiera que levante un muro, quien construya un muro, terminará siendo un esclavo dentro de los muros que ha construido, sin horizontes.
9. En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo.
10. Hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera «que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común.
11. Es necesaria una reforma «tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones»
12. Me permito volver a insistir que «la política no debe someterse a la economía y esta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia»
13. La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes.
14. Es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo.
15. Todavía estamos lejos de una globalización de los derechos humanos más básicos. Por eso la política mundial no puede dejar de colocar entre sus objetivos principales e imperiosos el de acabar eficazmente con el hambre.
16. En una sociedad pluralista, el diálogo es el camino más adecuado para llegar a reconocer aquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consenso circunstancial.
17. En este mundo globalizado «los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos.
19. un pacto social realista e inclusivo debe ser también un "pacto cultural", que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad.
20. En muchos lugares del mundo hacen falta caminos de paz que lleven a cicatrizar las heridas, se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia.
21. Los que perdonan de verdad no olvidan, pero renuncian a ser poseídos por esa misma fuerza destructiva que los ha perjudicado. Rompen el círculo vicioso, frenan el avance de las fuerzas de la destrucción. Deciden no seguir inoculando en la sociedad la energía de la venganza que tarde o temprano termina recayendo una vez más sobre ellos mismos.
22. La raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado.
23. Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada de Dios. Porque «Dios no mira con los ojos, Dios mira con el corazón. Y el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea.
24. Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.
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