El regidor asegura que las pocas decenas de vecinos que hoy quedan en la localidad hacen su vida con normalidad y las precauciones que marca la situación sanitaria
El otoño y los pequeños municipios de nuestra provincia son un binomio que, además de estar condenados a entenderse, con todos los radicales cambios que se ofrecen tras los veranos multitudinarios, muestran la verdadera cara del tejido rural que puebla el territorio salmantino, y donde el día a día se convierte en mucho más que una jornada al uso.
Buen ejemplo de ello es la pequeña localidad de Salmoral, en la comarca de Peñaranda, donde pasan de los 1.800 vecinos de un mes de agosto como el pasado, a los 80 de hoy, y un octubre marcado por el coronavirus, que desprende no pocas incertidumbres entre la inmensa mayoría de sus moradores, jubilados o en proceso de ello en gran medida, siempre inmersos en las labores de un campo eterno que no deja de ofrecer sustento y trabajo.
Carlos Hernández, alcalde de Salmoral, explica que hoy la vida "se vive mejor" en los pueblos, mientras planifica ya las obras de mejora que pretende llevar a cabo en la localidad a partir del marzo, con la llegada del tan ansiado "buen tiempo".
¿Os quedáis más o menos los mismos vecinos todos los años en otoño o percibes algún cambio?
C.H: Si si, los mismos. Este año sí que hemos notado mucha más gente en verano, de hecho fíjate que pasamos de 1.800 habitantes en verano a 80 el resto del año. Se ha notado mucho que no ha ido a la playa por el coronavirus la verdad.
¿Va a ser diferente el otoño este año en Salmoral?
C.H: Pues yo creo que no. La ventaja con la que contamos es que no hemos tenido ni tenemos un solo contagiado. El resto de pueblos de alrededor tienen por desgracia, pero aquí nada. Tenía miedo este verano por si llegaban los contagios aquí pero gracias a Dios no hemos tenido nada de nada. Algún problema hubo con las trabajadoras de la residencia por ello pero nada importante, todo muy normalizado.
¿Notas miedo entre los vecinos ahora?
C.H: Miedo lo tenemos todos, quien diga lo contrario miente. Pero nosotros seguimos trabajando en el campo desde las 5 de la mañana y hasta las diez de la noche hoy. Entiendo que los jubilados siguen acercándose al bar y se que la gente está saliendo con mascarilla, están acercándose a sus huertos con precaución?pero no veo problema, creo que aquí la vida es mucho más tranquila que en una ciudad.
¿Seguís recibiendo al turismo?
C.H: Pues la verdad es que no tenemos mucho. Sí que hay muchos vecinos que viven fuera y tiene sus casas aquí cuidadas con mimo y a las que vuelven siempre que pueden. Date cuenta que hemos llegado a tener 2.000 habitantes y la inmensa mayoría se ha marchado a buscarse la vida. Creo que no hay un pueblo en la provincia que pueda decir que multiplique por 20 su población en verano. Esto no es turismo, son hijos de aquí, que quieren su pueblo y no dejan de venir.
¿Y al turista que llegue le seguís acogiendo igual?
C.H: Por supuesto, y con mucho gusto. Es más, yo estoy siempre disponible?ahora que nadie se encarga de abrir la iglesia, por ejemplo, uno de nuestros tesoros, no me importa hacerlo yo si lo reclaman, y explicar y enseñar todo lo que tenemos. Aquí todo el mundo es bien acogido siempre.