Alfredo Pérez Alencart y Raúl Zurita (Salamanca, 2009, foto de Jacqueline Alencar)
Celebro el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que acaban de conceder a mi buen amigo Raúl Zurita (Santiago, 1950), poeta-poeta a quien invité a Salamanca en el lejano año de 1991, para un acto en torno a su obra y dentro del Foro Iberoamericano que entonces organizaba la Universidad de Salamanca. Años después, en 2005, vino como poeta representante de su país para la Cumbre Poética Iberoamericana, que el Ayuntamiento me pidió organizar como acto previo a la Reunión de Presidentes y Jefes de Estado Iberoamericanos, celebrado en nuestra ciudad el mes de octubre de dicho año. Otra vez, en 2009, él pidió que me sumara a la cena que en su honor se ofrecía tras un acto organizado por la Cátedra Chile de la Universidad de Salamanca. Y allí brindamos?
Tuvimos otros encuentros, pero ahora lo que interesa es el brindis por la alegría de este premio más que merecido. Me regocijo con este reconocimiento, y por ello transcribo y leo un poema suyo, contenido en su libro Anteparaíso:
Eugenio Montejo, Jacqueline Alencar, A. P. Alencart, Pompeyo del Valle y Raúl Zurita (Salamanca, 2005)
PASTORAL DE CHILE
I
Chile está cubierto de sombras
los valles están quemados, ha crecido la zarza
y en lugar de diarios y revistas
sólo se ven franjas negras en las esquinas
Todos se han marchado
o están dormidos, incluso tú misma
que hasta ayer estabas despierta
hoy estás durmiendo, de Duelo Universal
II
Los pastos crecían cuando te encontré acurrucada
tiritando de frío entre los muros
Entonces te tomé
con mis manos lavé tu cara
y ambos temblamos de alegría cuando te pedí
que te vinieses conmigo
Porque ya la soledad no era
yo te vi llorar alzando hasta mí tus párpados quemados
Así vimos florecer el desierto
así escuchamos los pájaros de nuevo cantar
sobre las rocas de los páramos que quisimos
Así estuvimos entre los pastos crecidos
y nos hicimos uno y nos prometimos para siempre
Pero tú no cumpliste, tú te olvidaste
de cuando te encontré y no eras más que una esquirla
en el camino. Te olvidaste
y tus párpados y tus piernas se abrieron para otros
Por otros quemaste tus ojos
Se secaron los pastos y el desierto me fue el alma
como hierro al rojo sentí las pupilas
al mirarte manoseada por tus nuevos amigos
nada más que para enfurecerme
Pero yo te seguí queriendo
no me olvidé de ti y por todas partes pregunté
si te habían visto y te encontré de nuevo
para que de nuevo me dejaras
Todo Chile se volvió sangre al ver tus fornicaciones
Pero yo te, seguí queriendo y volveré a buscarte
y nuevamente te abrazaré sobre la tierra reseca
para pedirte otra vez que seas mi mujer
Los pastos de Chile volverán a revivir
El desierto de Atacama florecerá de alegría
las playas cantarán y bailarán para cuando avergonzada
vuelvas conmigo para siempre
y yo te haya perdonado todo lo que me has hecho
¡hija de mi patria!
III
Allá va la que fue mi amor, qué más podría decirle
si ya ni mis gemidos conmueven
a la que ayer arrastraba su espalda por las piedras
Pero hasta las cenizas recuerdan cuando no era
nadie y aún están los muros contra los que llorando
aplastaba su cara mientras al verla
la gente se decía "Vámonos por otro lado"
y hacían un recodo sólo para no pasar cerca de ella
pero yo reparé en ti
sólo yo me compadecí de esos harapos
y te limpié las llagas y te tapé, contigo hice agua
de las piedras para que nos laváramos
y el mismo cielo fue una fiesta cuando te regalé
los vestidos más lindos para que la gente te respetara
Ahora caminas por las calles como si nada de esto
hubiese en verdad sucedido
ofreciéndote al primero que pase
Pero yo no me olvido
de cuando hacían un recodo para no verte
y aún tiemblo de ira ante quienes riendo te decían
"Ponte de espalda'' y tu espalda se hacía un camino
por donde pasaba la gente
Pero porque tampoco me olvido del color del pasto
cuando me querías ni del azul
del cielo acompañando tu vestido nuevo
perdonaré tus devaneos
Apartaré de ti mi rabia y rencor
y si te encuentro nuevamente, en ti me iré amando
incluso a tus malditos cabrones
Cuando vuelvas a quererme
y arrepentida los recuerdos se te hayan hecho ácido
deshaciendo las cadenas de tu cuello
y corras emocionada a abrazarme
y Chile se ilumine y los pastos relumbren
Raúl Zurita y A. P. Alencart (foto de Jacqueline Alencar, 2005)
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