Se dio lectura al nombre de 45 personas de las que se tiene constancia que han muerto por esta enfermedad
La mañana de recuerdo en Ciudad Rodrigo a las víctimas del coronavirus comenzó en la Catedral de Santa María, con el funeral organizado por la Diócesis Civitatense siguiendo la iniciativa de la Conferencia Episcopal Española, que había propuesto que todas las Diócesis del país convocasen para este sábado un funeral con motivo de la festividad de Santiago Apóstol, patrón de España.
En el caso de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, se recordó a los fallecidos en los 7 arciprestazgos diocesanos, dándose lectura de este modo para arrancar la ceremonia a los nombres de las 45 personas de las que se tiene constancia que han muerto por esta causa en todo el territorio diocesano (entre ellos varios sacerdotes) y cuyos familiares han querido que figuren en esa lista.
Asimismo, la Diócesis invitó a asistir al funeral a familiares de cada víctima, ocupando las mismas la mayor parte de los bancos de la Catedral, en los que también estuvieron en las primeras filas buena parte de la Corporación Municipal (principalmente del Equipo de Gobierno), los diputados provinciales Marcelino Cordero y Manuel Rufino García, y representantes de la Policía Local, la Guardia Civil, de los Bomberos de Ciudad Rodrigo y Fuenteguinaldo, de Afecir, Fevesa, Adecocir, de las residencias de ancianos de la ciudad, y de las Mancomunidades Alto Águeda y Abadengo.
La celebración religiosa ?en la cual tocó uno de los órganos de la Seo Manuel José Gutiérrez- fue presidida por el Administrador Apostólico de la Diócesis, Jesús García Burillo, quién estuvo acompañado por el Obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, el guinaldés José Sánchez; por el presidente del Cabildo Catedralicio, Ángel Martín Carballo; y por un amplio número más de sacerdotes diocesanos, quienes directamente accedieron al Presbiterio de la Seo sin participar en el habitual desfile hacia el altar que sí realizaron los prelados.
Durante la homilía, Jesús García Burillo le preguntó a Dios "¿a qué se debe un destrozo tan enorme e inesperado?" y "¿qué nos quieres decir en medio en esta adversidad?", explicando que durante el aislamiento trató de "descubrir el sentido del dolor, buscando luz y consuelo en la Palabra de Dios", asegurando que "el Señor que nos espera al final del camino" ha sido el "consuelo" de los fallecidos en soledad.
Además, quiso expresar cuatro "lecciones" que según él deja la pandemia: "los seres humanos no somos todopoderosos; omnipotente solo es Dios", que "nos ha ofrecido una lección de humildad"; "esta prueba nos ha ayudado a crecer como personas y como comunidad de hermanos"; "Cristo nos regala una vida nueva"; y "el Señor nos ha dejado una tarea en este mundo: vivir el Evangelio y llevarlo a los demás".
Junto a la lectura inicial de los nombres de los fallecidos, el otro elemento diferencial de este funeral respecto a un servicio religioso normal fue la intervención de una persona en el tramo final en representación de los sanitarios. Durante su intervención, mostró su agradecimiento por los aplausos diarios que hubo durante el confinamiento, e hizo una llamada a la responsabilidad "para que no se vuelva a repetir", remarcando que "evitar tanto dolor depende de nosotros". Este discurso fue ovacionado por los asistentes al funeral, que duró cerca de una hora.