Cada verano los vecinos cuidan de sus cultivos con especial esmero como ya lo hacían sus antepasados
El nombre de Cantalpino ofrece un valor añadido a la patata producida en esta localidad por la calidad que genera en este producto la sabiduría de los cultivadores del lugar. Hay quienes dicen que es por la tierra, otros que por la disponibilidad del agua a no mucha profundidad. Lo cierto es que Cantalpino es un pueblo de hombres y mujeres versados en horticultura. Son personas que trabajan la tierra con destreza para extraer de la misma las mejores hortalizas. Saben mimar el terreno y las plantas desde la semilla, incluso desde antes, porque ellos mismos seleccionan la mejor semilla.
Uno de los potenciales de Cantalpino son sus horticultores. Muestra de ello son sus huertos.
En una visita improvisada a la localidad, personas como José Sevilla, aporcan los cerros. Este caballero no quiere salir porque dice que es de los que menos saben, ya que se ha dedicado siempre a la mecánica en Guipúzcoa. Lo hace "por coger un tomate y una cebolla", dice. Está de obras, pero ha dejado un hueco en el terreno para el imprescindible huerto.
También cuenta con un vergel de cultivos, Manolo, que comparte huerto con su cuñado,. En su caso cuida ambas partes porque al marido de su hermana le ha pillado el estado de alarma en Valladolid. Manolo también es relativamente nuevo en estas tareas porque ha estado trabajando en Madrid "toda la vida", aunque de un modo u otro desde niño ha estado en contacto con la horticultura. Al lado se encuentra regando el dueño del Bar España y un poco más allá la abuela de David Martín Pinto, a quien no le gusta ser fotografiada pero que ha sido la protagonista de una foto recientemente premiada de su nieto.
Hay muchos más huertos en Cantalpino. En la zona de la calle Nogales, se encuentra otro hortelano que tampoco quiere salir en la foto pero que relata que ha estado empleado en la Renault de Valladolid durante 44 años y que ha trabajado el huerto de niño y ahora. También siembra "cuatro cosas para el gasto para casa", manifiesta.
A un lado de la salida hacia Arabayona de Mógica tiene el huerto Jesús, quien tampoco se ha dedicado a esto profesionalmente, pues ha trabajado siempre en la construcción, aunque este si ha vivido en Cantalpino. Dice que antes llevaba el huerto su padre y ahora lo hace él. Los tiempos han cambiado, pues "antes se vivía del huerto; con cuatro tomates, cuatro lechugas y cuatro patatas", comenta.
El agua para los huertos sale de norias, de las que extraen el agua a cinco o seis metros de profundidad. Los hortelanos visitados dicen que para el huerto si hay, pero no para más.
Cantalpino tiene esa peculiaridad, que aún conserva agua a no mucha profundidad, poca pero para los huertos familiares es suficiente.
Al otro lado de la carretera que sale hacia Hornillos,se encuentra El Pajarito, y cerca de él, otros tres paisanos que han aprovechado para echar un "parlado". Ha sido artesano del mimbre, hacía baúles, maletas y cestas ferroviarias. En su trabajo "era muy curioso", es decir, le gustaba hacerlo muy bien. Se encuentra arrancando la primera cosecha de cebollas tempranas y cavando un poco los tomates. Cerca también tiene un pequeño viñedo. Sus vecinos dicen que hace vino y el añade "un vino que tiene un grado menos que el agua". Entre comentarios varios, bromean. El Pajarito, que es como le conocen en el pueblo, explica que hace el huerto para sacar "cuatro lechugas, cuatro tomates y charlar con el vecino".
Lo cierto es que en las huertas se ven muchas cosas más: tomates, pimientos, lechugas, cebollas, zanahorias, fréjoles verdes, y como no, las famosas patatas de Cantalpino.