Puedo decir que lo más cerca que he estado de la Bolsa fue viendo la película "Wall Street" del director estadounidense Oliver Stone. Y si, como tal ficción, no deberíamos ver más allá de una caricatura, sin embargo, la manera de comportarse el protagonis
La película, de mediados de los ochenta, presenta un panorama de burbuja bursátil en la que un refinado "tiburón" financiero, Gordon Grekko, personaje protagonizado magníficamente por Michael Douglas, simboliza a un especulador sin piedad que tiene como máxima "poseer riqueza; no crearla".
Esta presunción le lleva no solo a valerse legítimamente de los rumores tan sensibles para la Bolsa, sino a ser causa y efecto de esa vulnerabilidad. Grekko no siente escrúpulo alguno arruinando empresas, ni planta freno si se lleva por delante muchos puestos de trabajo.
Esta película, vista en días de confinamiento, nos lleva a pensar cuántos Gordon Grekko con información privilegiada no habrá habido en los primeros momentos de la pandemia y, vendiendo caro para comprar barato, se harán inmensamente ricos.
Y subrayo "en los primeros momentos", pues si acudiésemos a la teoría de la conspiración, muy lejos de la realidad, imaginemos a Gordon Grekko (Michael Douglas), en las vísperas de la pandemia, dando el pelotazo sin ningún tipo de reserva.
Afortunadamente en los laboratorios no trabajan especuladores agresivos, sino científicos insobornables, con lo que queda disuelta la teoría conspirativa.
Hasta ahora el "mercado" de la Bolsa, en el que se mueve mucha gente honesta, ha sido copado por hombres. Las mujeres inversoras, que han existido y existen, siendo muy reconocidas desde dos siglos atrás, porcentualmente son irrelevantes. Quizá hiciera falta que más mujeres exploraran este sector y aportaran esas cualidades consustanciales a su género.
Que la Bolsa sea considerada más de carácter liberal que socialdemócrata, es algo que se pierde en la noche de los tiempos. La Bolsa mejora cada día y hoy trabajan en ella muchos robots a los que se les han aplicado ciertos algoritmos para asegurar su servicio y no tanto que se sirvan de ella. No obstante, no deja de ser un "juego" aunque sea serio.
Pero a la Bolsa, hoy imprescindible, se la ha mejorado tanto con el aplauso como con la crítica. Recuerdo al señor Guerra, vicepresidente del Gobierno en los ochenta, cuando señalaba "que ya estaba bien de levantarse a las tantas, después de mover el dinero desde la cama con un teléfono. Más les valdría a esos señoritos que abrieran empresas para hacer tornillos". (Actualmente diría mascarillas y de esta manera no hubiéramos tenido que comprarlas en China).
Como final de este artículo, en la semana en la que se ha aprobado el Ingreso Mínimo Vital, debemos decir que nadie tema, pues los favorecidos con este ingreso no creemos sean competencia para los jugadores en Bolsa.
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