Probrecillos. No eran capaces de ser felices en una vida y necesitaban probar con otra para repetir el mismo cataclismo
Qué bien se vive en el planeta Tierra. Tenemos de todo, para qué desear más. Esto es un verdadero edén. Nuestras leyes nos exigen cuidarnos y cuidar de otros seres que no tengan capacidad para ello. Ser felices y comprometidos con la vida es nuestro primer mandamiento. También debemos trabajar de una forma sensata y respetar el medio ambiente. Si estas normas no las cumplimos somos sancionados y expulsados de este Olimpo. No tenemos políticos, ni religiones. ¿Se necesitan para algo? Esa era la forma de estructurar el mundo de los anteriores pobladores. Valientes tontos. Utilizaban todas sus fuerzas en prepararse para ser los mejores. El líder siempre era el mejor. Pero el mejor en qué, en ser líder. Así les fue. Cómo les gustaba aquello que llamaban moneda. Por ella eran capaces de morir. Le rendían honores. Llegaron a tal punto de adicción que sin ella no podían sobrevivir. Se arrastraban hasta conseguir su dosis diaria, y si para ello tenían que usurpar, lo hacían sin el menor escrúpulo. Y, envueltos en esa ceguera, los exterminamos hace ya algunos siglos.
Tuvimos que actuar, estaban a punto de quebrar el Planeta. Y no me refiero a la economía, que de ella entendemos más que sus antiguos inquilinos, pero no es el momento de exponer ese tema. El Sol se enfureció y decidió castigarlos, para ello aumentó la temperatura de la Tierra. Los mares se alteraron como corceles salvajes y aglutinaron tanta agua, procedente del deshielo, que amenazaban con inundar la tierra.
Y los seres que fueron concebidos para custodiar el mundo, estaban inmersos en un proyecto de criopreservación de sus cadáveres. ¿Sabían para qué? Tal vez alguno de los científicos de aquella época tuviera la clave. Pobrecillos. No eran capaces de ser felices en una vida y necesitaban probar con otra para repetir el mismo cataclismo.
Nosotros, molestos por las incursiones de los humanos a nuestro Planeta y por su descabellado plan, para dejarnos allí todos los residuos que generaban y no sabían cómo destruirlos, aprovechamos la expansión de una pandemia para erradicarlos. Fue muy sencillo, solo tuvimos que utilizar nuestra inteligencia.
Y aquí estamos, seres de otro planeta, viviendo en la Tierra, utilizando todos sus recursos sin necesidad de que una parte de sus habitantes pase hambre y otra tenga abundancia.
- La máquina de criopreservación se ha puesto en marcha y las células de los humanos vuelven a funcionar.
- No debemos preocuparnos, estad tranquilos. Estaban infectados por un virus que ellos mismos crearon y asedió la Tierra cuando los erradicamos. No sobrevivirán.
Minerva Romero